El cepillo más pequeño del mundo tiene cerdas mil veces más finas que un cabello humano, pero duraderas y flexibles, pese a todo.
Las cerdas de pelo animal, fibras sintéticas y alambre de nuestros cepillos macroscópicos son débiles y propensas a la subdivisión a escala nanoscópica, por lo que el equipo del Rensselaer Polytechnic Institute (RPI) de Nueva York se decidió a emplear nanotubos de carbono.
Pulickel Ajayan, profesor de Ciencia de Materiales de dicho centro, junto con colegas del RPI y la universidad de Hawaii en Manoa, emplearon el nanocepillo para realizar tareas tales como barrer nanopartículas en un foso estrecho, como el interior de un capilar de 300 micrómetros de diámetro, y servir como contactos eléctricos en un nanomotor.
Eric Grulke, profesor de Ingeniería Química y de Materiales en la universidad de Kentucky en Lexington, comentó que la investigación era “absolutamente innovadora con respecto a usos potenciales.”
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