El futuro de las Artes Gráficas, por Julio Puente

Con mis 32 años de oficio como preimpresor a la espalda, de aprendiz o dirigiendo empresas medianas, montado pequeñas o dando charlas en colegios del gremio; habiendo trabajado de mensajero, impresor, grabador de clichés, retocador, fotógrafo y escanista, puedo opinar hoy algo triste, de la realidad actual de nuestro gremio.

Nuestro oficio hoy está enfermo. No siempre fue así, y eso para los más jóvenes puede pareceros una tontería de abuelo. Pero es cierta. Cuando entré de aprendiz los sueldos eran los más altos entre los comparativos. Las Artes Gráficas eran serias, se trabajaba en una condiciones higiénicas malas como en todos los sitios, pero se valoraba el trabajo del oficial, la calidad y el resultado bien hecho. El trabajo se cobraba con arreglo a lo que valía, incluso bastante más lo cual se pagó con creces décadas después.

Hoy las mochilas que hemos dejado entre todos por el camino, son muchas. Las luchas obreras de los años 80 cobraron demasiado precio a todos. A trabajadores y a empresarios. Los sueldos cayeron, la calidad en el trabajo también, la profesionalidad bajó al irse a otros gremios lo mejor de cada casa. Muchos buenos oficiales se independizaron creando buenas o malas empresas, pero siempre luchando por hacerse un hueco en el sector a cambio de bajar el precio del producto final. La competencia empresarial aumentó y con ella las dificultades de viabilidad para las empresas de un tamaño no adecuado.

¿Qué es un tamaño erróneo?. Ser pequeño impresor con trabajadores ajenos a la familia en una ciudad mediana o grande, o ser mediana empresa en una ciudad de tamaño medio o grande con un número excesivo de personas y unos servicios no puestos al día. Pero el futuro puede que nos depare sorpresas. Lo normal en boca de todos, hoy, es que sólo las grandes empresas de impresión van a tener hueco en el mundo del offset. Y que las empresas de impresión digital van a funcionar, pero todavía no se sabe bien en manos de quien. Las copisterías tiene su mercado, pero los pequeños impresores están comprando y cuidan el producto final porque lo conocen bien, al igual que las empresas de preimpresión o incluso las casas de venta de material fotográfico en un querer abarcar un mercado que se les acerca. Demasiado barullo para un oficio tan específico.

Imaginaros que se vendiera carne en un gran supermercado y además en la panadería y en la tienda de periódicos. A los 3 lugares acudimos diariamente a adquirir productos. Pero son diferentes. Y no porque sus negocios les vayan regular piensan vender a sus clientes un producto de consumo diario. No se atreven a vender carne pues hay que saber, pero venden leche o churros en los 3 lugares. Pero en las Artes Gráficas lo intentan. Todos diseñamos, hacemos preimpresión, digitalizamos imágenes con escáner o con cámara digital, imprimimos o alzamos y cosemos. Sigamos que me voy de la olla.

La entrada de la informática pilló con el pie cambiado a muchos, y la entrada como moda del oficio “diseñador” terminó por machacar todavía más un sector ya herido.

Ningún trabajo se puede mantener si no es rentable. Ni para el empresario ni para los que lo trabajan. Durante más de una década los proveedores de grandes máquinas de preimpresión o de impresión se han estado llevando los posibles beneficios de nuestro gremio. Y nunca ha sido para que mejorara la calidad final del producto terminado ni la calidad humana del trabajo. A veces han conseguido mejorar las condiciones del trabajo, pero ha debido ser por pura casualidad. Me río yo de aquella famosa frase dicha por un gran proveedor de que las nuevas tecnologías traían a España “la democratización del color”. Muy bonito pero a un precio para el sector altísimo.

Las empresas se han visto obligadas a realizar enormes y sobrevaloradas inversiones de difícil amortización, con una vida útil corta, para caer enseguida en otras inversiones, lo que ha llevado a tener que producir mucho más, a mucho menor coste, para simplemente poder pagar a los proveedores. Aquellos años eran por cierto los de los intereses al 18%, y también cuando se nos decía a todos que teníamos que modernizarnos por la fuerza del futuro.

Las consecuencias han sido peores que en muchos otros sectores al ser nuestras inversiones de una vida útil tan corta, convirtiendo al mercado laboral en muy inestable, barato y lleno de gente inexperta.

Además cuando en esos mismos años se hablada entre las cabezas pensantes del sector, que se necesitaba especialización y que no la había, se empezaron a montar cursos sencillos de todo tipo. Éramos por aquel entonces un sector sin cifras de paro altas, con necesidad de buenos profesionales. Y se entró a saco en el mundo de la enseñanza.

¿Quién no tiene varios amigos que han estudiado diseño asistido por ordenador?.

¡Si!, algunos son camareros, ya lo se.

Vino la resaca de la saturación, la criba de los mejores que dejaban pronto de serlo al llegar a un mundo que pretendía pagarles poco y que trabajaran mucho y en muchos puestos a la vez.

Nunca hubo dinero para crear buenos oficiales. Nunca hubo suficientes profesores que pudieran enseñar lo que se necesitaba excepto en las grandes ciudades o en escuelas privadas.

Simplemente la Formación Profesional falló, y más en un sector como el nuestro tan especialista donde se necesita gran inversión para enseñar. Y se empezó a dar el efecto rebote. Muchos chavales con unos estudios insuficientes llenando el mercado hasta saturarlo, y recibiendo a cambio un sueldo pequeño con la excusa cierta de que venían sin preparar y había que terminar de enseñarles. Otra vez el efecto rebote hizo que estos estudiantes si eran bueno y aguantaban mecha y tiempo, se convertían en buenos profesionales que exigían y tenían que emigrar. Siempre o casi siempre a la autonomía laboral, saturando y empobreciendo más el sector.

No hay, como se puede mal entender por mis palabras, orden.

¿Veo mal el futuro?. ¡No!

El trabajo es del que lo encuentra. En nuestro gremio el cliente está en la calle esperando a que le soluciones los problemas. El cliente final no entiende de empresas que están en los polígonos y tienen CTP, trabajan con Scan Drum, o prefieren InDesing a Quark.. El cliente quiere folletos, sobres o cartas, páginas WWW o cartelería para su exposición. Y le importa tres pepinos quien y cómo se lo hacen. Quiere impresionar, para eso se gasta en publicidad y quiere que no le salga todo por un Potosí.

Y allí entran a dar servicio todos los que entiendan del oficio. Cuidando la calidad como mínimo a un término medio, cuidando las imágenes y el diseño, procurando ser algo diferentes y que el resultado final sea original y presentable, y dejando al cliente con el gusto en la boca de que ha merecido la pena trabajar contigo.

Al cliente final su inversión le tiene que rentar en imagen, en clientes, en dinero. Si sabéis dar con la chispa que enciende el negocio de vuestro cliente, seréis proveedores de él. E incluso puede que consigáis que sea fiel a vosotros.

Y recordar, Artes Gráficas somos todos. Todos los profesionales del grafismo. Todos podemos hacer todo. Depende de nuestro atrevimiento, de elegir bien a nuestro proveedores de servicios, y de tener oficio. Tú desde tu salón puedes ofrecer encuadernaciones con estampación en oro o un CdRom interectivo. Depende de tu profesionalidad y de con quien cuentas para dar el servicio. Pero el cliente es lo más importante que tenemos todos y al que no podemos defraudar. Como empresario chiquitito o grande, o como trabajador de este santo oficio. Él es el que nos paga el sueldo.

Un artículo de: Julio Puente

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Anónimo
Anónimo
15 years ago

Soy estudiante de preimpresión y me gusta mucho este oficio y realmente me he quedado impresionada con tu articulo. Me he decepcionado y todo pero en realidad creo que tienes toda la razon. Felicidades es un articulo muy bueno!

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