Tus flechas me atraviesan pero no se clavan 

Puedo sentirlo en el aire. Puedo sentirlo en mi cuerpo. Puedo sentir la energía cambiando de polaridad. Puedo notar cuando vienes hacia mi, tensando el arco y echando mano a tus dardos, para dispararlos con plena intención de hacerme daño.

Antes, esa vibración, ese zumbido, me hacía levantar las defensas, cerrar la coraza. Apretar los dientes en la boca y los pies contra el suelo. Me preparaba para resistir, intentando que todo me rebotara.

Y siempre perdía. Tarde o temprano asaltabas mi fortaleza, y conseguías que yo intentara , unas veces contraatacar, y otras huir directamente, sin una pizca de orgullo o dignidad. Sólo quería ponerme a salvo, lejos de tu ataque indiscriminado y destructivo.

Con el tiempo me cansé de huir. De comprobar que no había escondite ni refugio. Y empecé a quedarme quieto, inerte, con la esperanza vana de que la sangre corriendo por mi cuerpo, o las lágrimas por mi cara, despertaran en ti un destello de misericordia, de compasión, de piedad y decidieras que ya no merecía la pena seguir golpeando al muñeco.

Esta actitud tenía la ventaja de que no tenía que volver arrastrándome, intentando no molestar o llamar la atención, por miedo a despertar tu ira de nuevo.

Y cuando hube visto suficientes aldeas y campos arrasados y que nada hacía que amainara la violencia. Cuando ya no quedaron lágrimas que llorar, disculpas que pedir, o sangre que ofrecer, me hice transparente. Como de humo.

Fue un momento mágico. Me permitió descubrir que el problema no soy yo. Que eres tú, siempre has sido tu. Quieres cobrarte la pieza, la más débil y desvalida, la que sabes que no puede huir, que no va a huir.

Te da igual el poco valor de tu caza, que no haya habido batalla, que esté rendido de antemano. Solo quieres la satisfacción de saber que estás por encima, que me has aplastado.

Sigo notando el cambio de energía, el silencio enmudecido ante el horror que se avecina, sigo viendo cómo te acercas a mi con ansia de venganza, o de réplica, o simplemente por el placer de saber que puedes.

Pero ahora soy transparente, inmune a tu artillería. Tus flechas me atraviesan pero no se me clavan.

Y también noto tu frustración, y como intentas disparar más rápido y más tiempo, pero ya sin puntería. Y que no hay heridas, cuando intentas pisotearme sólo ves una nube disiparse bajo tu peso.

Finalmente, como un globo que se pincha, el gas desaparece, vuelves a tu estado normal y eres tu la que huye. Te alejas con condescendencia, abandonas, no porque no tengas razón, sino porque no quieres desperdiciar tu tiempo con algo tan poco valioso como yo.

”Si quisiera te destrozaría”, dices. Pero tu y yo sabemos la verdad. Ya no estoy a tu alcance. No estoy en tu plano, aunque me veas y me hables. 

Mi cuerpo sigue, pero mi espíritu ha huido. Es cuestión de tiempo que los dos se reúnan, y entonces, por fin, te verás en el espejo, sola, como llevas tanto tiempo.

Imagen de cabecera creada por AmayaGB

Alf

Propietario de www.faq-mac.com.

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amaya
1 month ago

Gracias por darme la oportunidad !!! 😆🙏

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