Si no te gusta la cocacola, lo siento, te tendrás que aguantar con la metáfora. Pero pocas cosas provocan una sensación de bienestar tan inmediata (con tan poco trabajo, que veo por dónde vais) como ese primer sorbo, deseado sorbo, imaginado, anticipado, casi disfrutado por adelantado de esa cocacola. Vale, si tienes una edad, puede que un primer sorbo de una jarra de cerveza bien fria puede ser equiparable.
Sólo el tiempo que pasas recreándote en el momento, antes de que llegue, puede que incluso horas antes de disfrutarlo, ya hace que sea un estímulo para seguir adelante. Una dificultad, un imprevisto, un mal rato… pueden evaporarse con el mero traslado a ese momento futuro en que levantaremos el codo y el líquido burbujeante se derramará por nuestros gaznates cual lluvia sobre tierra seca.
Y quédate en ese momento, porque no sólo el segundo, el tercero, sino el resto de la copa o vaso (o botella) ya no han sido deseados y por lo tanto ya no producen el mismo placer. Te lo bebes, si, pero porque lo tienes. Si una vez has dado ese primer latigazo sanador, reconfortante, reconstituyente, recompensatorio, te dijeran «vale, vámonos», seguramente podrías levantarte y marchar sin demasiada pena.
Porque solo ansiabas el primero, el largo, el que iba a ir enfriando tu laringe a medida que descendía, mientras todo se inundaba del cosquilleo de las burbujas. Lo que venía detrás no existía, solo podías visualizar el primero.
Pero te digo que atesores esos momentos en que sueñas con la meta, el triunfo, el premio, la superación de la prueba, porque luego puede que la experiencia no sea como anticipabas.
Puede que la cerveza/cocacola no esté suficientemente fria, o que el gas no te haga las cosquillas que esperabas, o que haya demasiado ruido, o que alguien te meta prisa, por lo que sea, no puedes disfrutar de ese momento, TU momento, y sólo te quedan esas sensaciones que anticipaste y que sabes que están ahí.
Afortunadamente, sabes también que es cuestión de tiempo que vuelvan a darse las condiciones para desear ese primer sorbo, y eso te anima a seguir adelante.
La vida es un poco así, ¿no crees? Llena de momentos que podrían haber sido perfectos, justo como los imaginábamos pero que luego non cristalizan. Y sin embargo, con experimentar solo un primer sorbo, sabemos que todos los esfuerzos, todas las esperas, han merecido la pena.
Muy bueno!
El primer trago de cerveza os debería gustar
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