¿No te parece muy triste? Pasar dos días sin que tu cerebro registre una sola actividad que merezca ser recordada, contada, revivida, el lunes por la mañana. Y puede que el lunes por la mañana (o a lo largo de la semana) te recuerdes o te recuerden “pero si dije que iba a hacer tal cosa o que iba a ir a tal otra”. Pero nada, fin de semana tras fin de semana, entramos en nuestros raíles y nos dejamos transportar, como en una nube, hasta el lunes, en que llegamos igual de aburridos y desmotivados que nos fuimos el viernes.
Pero esto no tiene por qué ser así. Tienes el poder de cambiarlo. Puedes cambiarlo. Sólo tienes que fijarte una meta. No dejes que el viernes te lleve al sábado y éste al domingo (lo mismo podría aplicarse al resto de la semana, pero eso es otro tema). Prepárate para el sábado. Mira dónde vas a ir a comer, o qué sitio vas a visitar, o llama a alguien hace tiempo que no vas a ver. No esperes a que te “entren las ganas” porque, tú y yo sabemos, por experiencia, que las ganas no entran, sólo salen.
Prueba la maravillosa experiencia de llegar al lunes con algo que contar. Tus compañeros te mirarán con envidia, con interés, con curiosidad, porque hasta ahora nunca habías dejado traslucir que eras de “esas personas” que hacen cosas los fines de semana.
Regodéate recordándolo, y empieza a planificar lo que vas a hacer el siguiente fin de semana. Todos tenemos una enorme lista (casi infinita) de cosas que nos gustaría conocer, aprender, probar… ¿cuándo vas a empezar a tachar de la lista?
Mañana puede ser el principio de tu otra nueva vida, una que -por primera vez desde hace mucho tiempo- te interesa que llegue el momento de vivirla porque esta vez eres tú, y no ella, quien ha decidido qué es lo que toca.
¡Feliz fin de semana!
Este fin de semana cojo el avión y me voy a ver a mi hermano y mi nueva sobrina que cumple un mes.
¡A disfrutar!
Muchas gracias por estos diez días que nos haces pasar con amenidad.
El Maquero etíope