¿Qué pasaría si dijésemos “No lo se”?

Recientemente he estado invitado como jurado en una presentación de trabajos de fin de carrera (me imagino que de esas cosas que le hacen sentir a uno “senior”).

Por un lado, evidentemente me sentí halagado. Era (es) como una especie de revancha. después de tantos años de pasar por profesores, jurados, comités, etc. era yo el que iba a estar sentado en la mesa.

Por otro, supongo que por problemas de inexperiencia judicial, también sentía la obligación de ser justo, pedagógico, que con mis comentarios pudieran aprender algo que no sabían, aprovechar esos segundos para decirles algo que nunca hubieran oido… ¡qué se yo! darles la receta mágica para que triunfen en su trayectoria profesional y jamás tengan un problema. Está claro que, desde ese punto de vista, fracasé.

La presentación fue… como todas las presentaciones de fin de curso. Un grupo variopinto de jóvenes intentando parecer profesionales preparados para salir y trabajar en lo que les echen. Sin embargo, como decía Poirot, sólo hay que dejarles hablar. Y ellos mismos se quedan al descubierto.

Pero tampoco quiero presumir de algo que no es. Las mias fueron y siguieron siendo iguales a las suyas durante mucho tiempo. Proyectos ingenuamente montados como yo pensaba que debían ser los trabajos “profesionales”. Tardé mucho en aprender la diferencia entre parecer y ser.

Y realmente de eso quería hablar. Llevo varias semanas releyendo un interesante libro, posiblemente condenado a pasar inadvertido por haberse publicado en una colección menor -y no la más adecuada- y con un nombre de autora que parece sacado de alguna película de serie B de espias (Petruska Clarkson). El libro se llama “El síndrome de Aquiles” y trata sobre la pseudocompetencia.

Os lo explico un poco: Aquiles fue hecho inmortal al sumergirlo en las aguas del rio Estige. Pero para poder sumergirle, su madre tuvo que sostenerlo por el talón, de forma que esa parte no tocó el agua (de ahí aquello de “el talón de Aquiles” por si no has caido ;-). De esta forma Aquiles fue hecho inmune al dolor y ganaba todas las batallas. Sin embargo, él sabía que tenía un defecto secreto. Y por más batallas que ganó, nunca pudo disfrutar de su éxito porque temía que en cualquier momento alguien descubriera su defecto y le dijera a todo el mundo que no era inmortal (de hecho murió por una flecha intencionadamente dirigida a su talón).

Eso es la pseudocompetencia. Todo el mundo te dice que eres bueno en algo (incluso puedes serlo de verdad 😉 pero eres incapaz de disfrutar de tu éxito, tu posición, tus lujos, porque siempre temes con angustia que alguien descubra que no vales lo que dicen (o lo que dices).

Según Petruska, todos atravesamos por cuatro etapas:

– La incompetencia inconsciente (lo que se ha dado en llamar “la suerte del principiante”. No eres consciente de lo que cuesta hacer algo, ni te paras a pensar si tu puedes hacerlo. Simplemente te pones y lo haces).

– La incompetencia consciente (ahora ya sabes lo que cuesta hacer las cosas -probablemente todo el mundo te ha dicho la suerte que tienes de haberlo conseguido a la primera, y eres consciente de que fue pura suerte. Necesitas aprender y practicar para hacerlo bien)

– La competencia consciente (has practicado y ahora dominas. Sabes lo que cuesta y estás orgulloso de lo que sabes hacer. Incluso puedes enseñárselo a otros)

– La competencia inconsciente (has hecho tantas veces la misma tarea que ya es automático. No tienes que pararte a pensar cómo lo haces. Por la misma práctica, has cogido vicios o manías en la forma de hacer las cosas que ya no puedes corregir. Además, si te piden que enseñes a otro, descubres que no sabes, que ya has olvidado cómo lo aprendiste tu).

Si no ves claras las etapas, puedes trasponerlas a un ejemplo, por ejemplo, conducir un vehículo. Desde que aprendes hasta que conduces sin pensar en ello.

Atravesar esas cuatro etapas y volver a la primera (es decir, cuando te conviertes en un competente inconsciente debes “reciclarte”, re-aprender para avanzar) es el método natural de aprendizaje. Cuando alguien dice que ya está viejo para aprender, o que nadie puede enseñarle cosas nuevas, es que se va a quedar anticuado y rápidamente vendrá alguien que sabe hacer lo mismo… pero mejor (porque lo ha aprendido hace menos tiempo).

Sin embargo, volver al estado de incompetencia inconsciente (o si lo prefieres, de incompetencia consciente) requiere reconocer públicamente que tenemos que empezar de cero, que no sabemos hacer algo que queremos hacer. Supone decir ante amigos, colegas o superiores que NO sabemos hacer algo y que tenemos que aprender.

Y eso es algo que en nuestra sociedad no se tolera. Si te piden algo tienes que aceptarlo porque si no, alguien pasará por encima de ti y lo hará. Y desde luego reconocer que no sabes algo es garantía de que tu perfil no es el adecuado para este entorno competitivo que vivimos.

Si alguien me pregunta qué creo que va a hacer Apple con tal o cuando van a sacar cual, (como si yo desayunara cereales con Steve Jobs todas las mañanas) me cuesta mucho decir “Francamente, no tengo ni idea”. Si alguien me pregunta algo -pienso- no puedo no tener respuesta. ¿Qué pensarán de mi si reconozco que no lo sé?

Y ahí estaban esos chicos, presentando su trabajo de fin de curso, obligados (por las circunstancias) a aparentar que lo saben todo, que tienen todas las respuestas, que están preparados para salir a buscar trabajo, mientras se comen su miedo a que alguien descubra que no lo saben todo, que de hecho apenas saben.

Sólo quieren abrirse paso. La pega es que para abrirse paso tiene que parecer que ya han llegado. Y no pueden permitirse ser humildes, ni camaradas, ni confiados.

Tienen que ir con el machete afilado, porque desde mañana, desde el momento en que pongan el pie en el asfalto, están en la jungla. Y la ley de la jungla es “o yo, o los otros”.

¿Es esto justo?

Seguiremos informando

Alf

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Anónimo
Anónimo
20 years ago

Uy!

Excelente artículo!!!

El problema está que muchos de estos jóvenes se creen que lo saben todo y son más listos que los demás. Y la verdad es que el paso de los años nos enseña ( o nos tendria que enseñar..) a ser humildes.

Muchas veces el sistema educativo enseña unos valores que están lejos de lo que es la enseñanza de la vida, y estos conocimientos son tan antiguos como la historia de la humanidad.

La ideologia dominante inculca unos valores que al final siempre acaban fracasando porqué van en contra de la naturaleza humana. Y cuando van pasando los años nos damos cuenta de lo absurdo de muchas ideas y vemos claramente que la vida es más sencilla, pero lamentablemente nos tienen hechizados. Y si fuéramos capaces de aprender del pasado, creo que vivir sería un placer. Pero es una fuente de dolor y angustia.

Necesitamos una revolución en nuestras almas.

Anónimo
Anónimo
20 years ago

El sistema educativo y la sociedad no son entes abstractos y los valores no se “enseñan”, se transmiten, se aprenden mirando como miran los niños a sus modelos (padres, profesores, amigos…)
La pretensión de hacer única responsable a la escuela de la situación de niños y adolescentes es cuando menos simplista, teniendo en cuenta el tiempo que pasan en ella.
La familia y lo que el niño ve desde pequeño en su casa es lo que determina su talante, su humildad o su soberbia, su aprendizaje de que el respeto a sí mismo y a los demás y la dignidad de un trabajo bien hecho es lo que de verdad le puede hacer pasar el “dolor de vivir” de la mejor manera posible, con satisfacción y dándole un sentido a su vida.
Después llegan los maestros, los profesores, los amigos y el listado del anuncio contra la droga. Como dijo un sabio de quien lamento no recordar su nombre, “nadie cambia después de los 3 años” Pero yo creo que sí se puede aprender a elegir lo que de verdad es importante para cada uno.

Hay muchas personas tremendamente humildes y muy sabias de todas las edades. Tal vez saltarse etapas no sea ni posible ni conveniente, y éso es lo que les pasa por ejemplo a estos chicos de Alf. Otra cosa es cómo llegará cada uno de ellos a su madurez, si sabiendo aprovechar lo vivido o muriéndose de un ataque de gilipollez.

Y sí, necesitamos una revolución en nuestras almas____ 🙂

Anónimo
Anónimo
20 years ago

Ah, se me olvidaba. Aprender a decir “no” es difícil pero, como todo lo que cuesta mucho, una delicia (y esta vez no me refiero a los Mac)

Anónimo
Anónimo
20 years ago

Saber decir “no” supone estar en una fase bastante elevada del camino de la sabiduría. La prepotencia es algo que debería curarse con los años, aunque hoy en día, para desgracia de los demás, se hace buena la frase esa de que para algunos no pasan los años… están siempre igual. Peor para ellos.
Humildad y curiosidad, un combinado saludable.

Anónimo
Anónimo
20 years ago

La verdad es que tienes razón en todo lo que has dicho, todos tenemos miedo a que nos digan algo y no saber nada, siempre se busca alguna respuesta “diplomática” con el simple echo de quedar bien, y es que, en esta sociedad, decir “no lo sé” es sinónimo de ignorancia.

Te felicito por el artículo, ha sido buenísimo.

P.D.: No, no es justo.

Anónimo
Anónimo
20 years ago

Excelente artículo y excelentes comentarios. Tal y como decís, hoy en día los jóvenes pensamos que sabemos más de lo que sabemos, que ningun carroza nos tiene que venir a dar clases de nada, que somos totalmente conscientes y que todo lo tenemos “atado y bien atado”. Lo cierto es que de vez en cuando nos hace falta toparnos con la verdad para ponernos a pensar un poco y replantearnos muchas cosas. Si algo me gustaría aprender de todo esto es que yo sólo sé que no sé nada.

Muchas gracias Alf por hacerme abrir un poco más los ojos.

Anónimo
Anónimo
20 years ago

Estupendo artículo, aunque no de manera directa me ha hecho pensar en la necesidad de evolucionar como profesional, afrontar nuevos retos, desarrollar la capacidad de volver a aprender.

Anónimo
Anónimo
20 years ago

Chapeau Alf!

Buenísimo este artículo. Enhorabuena.

Anónimo
Anónimo
18 years ago

Si fuéramos suficientemente sinceros para decir NO LO SÉ, y suficientemente voluntariosos para aprender LO QUE NO sabemos:
1) Resultaríamos más accesibles por nuestra humildad y más creíbles cuando afirmamos algo.
2) Si hubiera oportunidad, nos mantendríamos al día de nuestras competencias profesionales.
3) Y si no hubiera oportunidad de reciclarnos, humildemente aceptaríamos el trabajo que SÍ sabemos, acabándose toda nuestra angustia laboral

Anónimo
Anónimo
17 years ago

Me parece muy interesante el articulo, como yo lo veo es que hay que saber cuando decir “no lo se”, si es a nivel laboral apoyo lo que dice alf, que hay que pretender que uno lo sabe pues, si uno demuestra ignorancia podria perder oportunidades pero a cambio de ello es mejor proponer una solucion, no necesariamente quedandose en la respuesta sino agragar una posible solucion a la interrogante, ahora a nivel personal creo que es mejor la sinceridad y por supuesto dar referencias de aquien prodira saber la respuesta, porque no tiene nada de malo que sepan que uno no tiene la mas minima idea de lo que se habla, lo que si esta mal es que uno se quede con la ignorancia, me parece interesante lo de los ciclos aunque yo le agragaria un par mas, cuidense

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