El iPod se convirtió en un clásico al instante, al incorporar un diseño increíble junto con una tecnología imparable. Pero como Apple ya ha aprendido de ocasiones anteriores, esta formula a secas no te mantiene en lo mas alto.
En Noviembre de 2003 se cumplieron dos años desde que Apple Computer presentó un periférico pequeño y muy atractivo al que llamaron iPod. Un reproductor de música digital, pesaba tan sólo 180 gramos y en el cabían hasta 1.000 canciones. Por aquel entonces ya había reproductores digitales de menor tamaño, e incluso los había que podían almacenar muchas canciones; pero si la ecuación del triunfo es el mayor número de canciones dividido entre el menor espacio posible, el iPod conquistaría el trono de rey. Aun así, la reacción al producto fue algo extraña; el cacharro en si valía 400 dólares, mucho más que los reproductores MP3 que había por aquel entonces en el mercado. Este nivel de precio para un producto Apple recordó a muchos el difunto Newton, el organizador personal que Apple saco al mercado prematuramente, años por delante de sus competidores, pero cuyo precio lo mandó a la tumba antes de que madurara.
En cambio, desde entonces, se han vendido 1,4 millones de iPods y ha habido tres diferentes versiones basadas en el producto original; mejorando la relación entre canciones y tamaño, con precios entre los 300 y los 500 dólares, el ultimo perteneciendo a lo mas alto de la gama con una capacidad de 10.000 canciones. Durante los meses de Julio y Agosto, el iPod ha sido el reproductor MP3 más vendido en el mercado, tanto en términos de presencia, con un increíble 31%, como en beneficios, sacando un 56% del dinero que los consumidores han gastado en este tipo de productos, según los datos ofrecidos por Apple. Se ha convertido en el producto mas vendido por la empresa californiana. “El iPod es algo que a día de hoy significa tanto para Apple como el Mac” dice Phil Schiller, vicepresidente de marketing global para productos Apple. “Y eso es muy importante para nosotros.”
Pero claro, como bien sabemos todos los que sabemos algo de la historia de Apple, nadie te garantiza que porque hoy seas el líder más innovador del mercado, mañana no vayas a caerte por la borda. La estrategia de Apple por hacer del iPod y iTunes (el programa que le acompaña) disponibles en el mercado Windows, da que pensar que esta vez la compañía ha aprendido de los errores cometidos en el pasado y quiere evitar futuras hecatombes, comercializando el producto en un mercado mucho más abierto. Pero puede pasar cualquier cosa, cuando uno decide innovar son muchos los riesgos que ha de asumir.
Aunque el iPod no alcance el éxito de masas como, por ejemplo, el logrado por el Walkman, que vendió 186 millones de unidades en sus primeros 20 años de existencia, todos estamos de acuerdo que siempre será considerado como un gran “hit” y una gran brecha en la historia. Tanta ha sido su repercusión que ha aparecido en el programa “Saturday Night Live”, en un vídeo musical del rapero 50 Cent, en la lista de cosas favoritas de Oprah Winfrey, e incluso en numerosas bromas hechas por la calle preguntando a la gente “¿Y tu qué tienes metido en tu iPod?”. El iPod es, sin duda alguna, un icono en la sociedad. La gente incluso ha creado sus propios clichés para explicar el éxito de este pequeño aparatito: “Me encanta la facilidad de uso” o “Me encanta el gran diseño con el que Apple hace las cosas”. Pero, en realidad, ¿qué significa todo esto? “La mayoría de la gente comete el grave error de creer que el diseño es solo la apariencia,” dice Steve Jobs, presidente de Apple, “todos creen que no es más que un trozo de chapa que les damos a los diseñadores en una caja para que lo hagan “sexy”. Nosotros no creemos que eso sea diseño. No es lo que parece o como se siente. Diseño es como funciona.”
Esta claro que el iPod es innovador, pero es muy difícil saber si la razón del éxito es lo que contiene, la apariencia externa, o incluso la forma en la que todo funciona perfectamente. La mejor forma de descubrirlo es destapar lo que contiene el cacharrito, capa a capa.
La aureola
Si lo que quieres es entender y analizar por qué un producto se ha convertido en un icono, lo primero que tienes que hacer es hablar con las personas que crearon y llevaron a cabo la idea. Y que no se te olvide hablar con los expertos de diseño, y los profesionales de la tecnología, profesores y gurús. Pero, aparte de hablar con todas estas personas, también debes hablar con Andrew Andrew. Andrew Andrew es una “compañía altamente diversificada”, compuesta por dos chavales, cada uno con el nombre Andrew. Se visten de la misma forma y parece que siempre están de acuerdo en todo. Entre otras muchas cosas, dicen que han viajado desde el futuro para “poner las cosas en el camino correcto del mañana.” Al pedir una entrevista con ellos, requieren al entrevistador que firme un contrato prometiendo no desvelar ninguna diferencia entre ambos, porque hacerlo puede reventar el secreto de la marca Andrew Andrew.
También se dedican a diseñar ropa y a hacer de DJ’s en diferentes locales sirviéndose de sus respectivos iPods. Las fiestas que organizan siempre acaban siendo llamadas iParties por su peculiaridad. De hecho, seguramente hayan visto a mucha mas gente interactuando con el aparatito que cualquier otro empleado de Apple. Pero sin duda, lo más importante de estos personajes es que meditan un montón antes de comprar un producto, en un mundo donde, lo queramos o no, la estética es el negocio, ellos no representan a consumidores normales sino que son artistas de la consumición. No puede sorprender entonces el hecho de que Andrew recuerde exactamente donde se encontraba la primera vez que vio un iPod: “14th Street” cerca de la Quinta Avenida en la ciudad de Nueva York. Cómo no, estaba con Andrew. Un amigo les hizo una demostración. Andrew (uno de ellos) sujetaba el aparato con su mano. El control principal del iPod es una ruedecita que da vueltas, se gira con el dedo gordo para navegar por la lista de canciones (o de artistas o género), se toca un botón para elegir una canción y se puede volver a usar la rueda de nuevo en caso de que se quiera cambiar el volumen. El otro Andrew también lo probó. “Cuando subes el volumen por primera vez, ese es el momento clave,” dice Andrew. “En ese preciso instante sabíamos que teníamos que comprarnos uno, bueno, dos en este caso.”
Mucho antes de llegar a la superficie del iPod, te encuentras con lo que podría ser llamado «la aureola» del producto. La versión comercial de una aureola es normalmente una marca, y aunque puede que pensemos que Apple no pinta nada en el mercado de ordenadores, la fanática lealtad de sus seguidores es toda una leyenda. Incluso hay un periodista, Leander Kahney, que ha escrito un libro llamado “El Culto al Mac”, que será publicado en primavera. Tal y como sostiene, esa base de seguidores ha estado siempre ahí ayudando a la empresa en su deseo por innovar, incluso durante periodos durante los cuales las circunstancias no se lo permitían. Apple es también todo un gigante en el mundo del diseño industrial. El color semi transparente del iMac original ha sido copiado tan ampliamente que incluso se ha convertido en un cliché visual.
Pero el iPod, sin duda, está haciendo una impresión mucho más grande. Bruce Claxton, presidente de la Sociedad de Diseñadores Industriales de América junto con un diseñador de Motorola, consideran el aparato todo un emblema, animando al sector a migrar a productos de estilos similares con botones y diferentes controles que hacen mil funciones a la vez. “La sociedad esta buscando productos que no sean solo fáciles de usar sino que sea una gozada usarlos.” Por ejemplo, el artista Moby ha sido todo un promotor del iPod desde el día de su debut. “Lo que mas me choca del iPod es que su alta calidad junto con su elegancia y lo lógico que es de usar hacen que se convierta en parte de tu vida muy rápido, olvidándote de cómo era todo antes.”
Todos los martes por la noche, la iParty de Andrew Andrew da que hablar en un bar llamado APT en la parte lejana de “13th Street.” Se presentan en el lugar a eso de las 10 llevando unas chaquetas a juego, zapatillas, gafas, peinado, todo a juego. Nada mas entrar, enchufan sus iPods a unas mesas de mezclas con apariencia tipo iPod (color blanquecino que ellos parecen haber decorado previamente.) Los iPods se encuentran a ambos lados del mezclador, en la parte de atrás de modo que de lejos parecen como pequeñas mesas para scratch. Después de haber enchufado todo, se disponen a repartir las listan de canciones entre el publico. Empiezan a decir números en alto (tipo pescadería) y al que le toque le conceden siete minutos de gloria con los iPods y la mesa de mezclas. Alrededor de la media noche, el actor Elijah Wood (Frodo en el Señor de los Anillos) sale de entre el publico y después de hablar con uno de los Andrew’s va y enchufa su propio iPod al sistema del bar.
Entre canciones en APT, cada uno de los Andrew’s analiza su iPod. Mientras hablábamos de lo difícil que parecía meter tantas canciones en una cosa tan pequeña, no hacían más que referirse a la ruedita giratoria como la clave del éxito del iPod. “Ahí es donde uno marca la diferencia, con este tipo de cosas, entre la fantasía y la realidad.”
La de idea de la innovación, en especial la innovación tecnológica, también tiene un tipo especial de aureola a su alrededor. Imagínate al genio solo, sin poder ver el exterior, trabajando en un laboratorio científico en alguna parte, cuyo trabajo produce un fruto increíble. O tal vez creemos que la innovación es como una epifanía, una visión momentánea del futuro. El Walkman fue inventado porque un alto ejecutivo de Sony quería un reproductor de alta calidad basado en una cinta que pudiera escuchar en viajes largos. Una pequeña grabadora fue alterada, sin las partes para grabar, y añadieron un circuito estéreo. Eso fue en febrero del 79, y en cosa de meses el producto ya estaba en el mercado.
La historia del iPod no está llena de momentos espléndidos ni nada por el estilo. Apple no iba por delante en eso de la música digital; es más, fue prácticamente uno de los últimos productores de ordenadores que puso grabadoras de CDs en sus equipos. Siguió a muchos otros a la hora de hacer su programa jukebox para organizar música digital. Y para cuando el iPod salió al mercado, ya había bastantes reproductores a la venta en el mercado. Por aquel entonces, cuando Napster parecía que iba a acabar con la industria de la música tal y como la conocemos, Apple no hacía mas que obcecarse con el mercado del vídeo digital. La compañía introdujo en los 90 una nueva tecnología llamada FireWire, que no era más que una herramienta para trasladar información entre dispositivos digitales, a muy altas velocidades. Apple licenció esta tecnología a varias compañías japonesas (los cuales la usaban en cámaras de vídeo y reproductores) y, de repente, empezó a incluir puertos Firewire en los iMacs e hizo software para la edición de vídeo. Todo esto llevo a la revolución de programas del estilo de iMovie, luego iPhoto y en enero de 2001 llego iTunes, para completar la idea que Steve siempre había tenido del “digital hub.”
Y aunque el siguiente paso parezca de cajón (hacemos un programa que te permite organizar tu música en tu ordenador, así que hagamos un aparato que te deje llevarte la música contigo) fue algo increíblemente nuevo e inesperado. Entonces había compañías que hacían los programas jukebox del tipo iTunes, y había compañías que hacían los reproductores para música digital, pero ninguno había comercializado ambos. Y eso no quería decir que el iPod fuera a hacer más, todo lo contrario, iba a hacer menos. A todo esto se refería Jonathan Ive, vicepresidente de diseño industrial para Apple, al hablar de la increíble simplicidad del iPod. Y esto, sin lugar a dudas, es lo que mas llama la atención del bichito.
(Continuará.. mañana)
Las tripas de una nueva máquina (I)
Las tripas de una nueva máquina (II)
Las tripas de una nueva máquina (III)
Las tripas de una nueva máquina (IV)
El artículo apareció en The New York Times Magazine
Traducido con autorización del autor por Mike
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