Acontece una mañana enfermiza en la Euskal Party para el individuo que esta escribiendo estas líneas. Tras una larga noche de mal vivir vienes a la Euskal con ganas de echarte un ratito y te fuerzan a escribir esto. Para que digan que no hay clases. En fín, uno ha de adaptarse al medio.
Una vez superados los iniciales problemas técnicos en buena parte (es una forma de hablar), disponemos nuestra actividad principal a dar uso a nuestras respectivas grabadoras y demás tecnobasura.
El DivX ocupó una parte importante de nuestro reloj, así como la beta de Jaguar que estuvimos probando. La conclusión fue bastante satisfactoria en ambos aspectos, todo va bien.
Pero lo que sin duda alguna marcó la noche de ayer fue la cena. Comenzó con una intensa espera a Sabre que pasó media hora ultimando sus detalles correspondientes para poder salir de aquí.
Llegamos sobre las 22:05 o alrededores al lugar donde habíamos quedado con koon, Djuna y Anjana. Una vez más, Nomada nos acompañó con su presencia y buen hacer, y como siempre supo poner un punto surrealista a la situación, para variar. Cenamos en un restaurante de moda en Amara Viejo muy íntimo y acogedor, antiguo restaurante libanés, llamado Kaskazuri. El menú es bastante comestible y el precio tampoco es exagerado.
La tertulia se inició con uno de las archiconocidos debates que enfrentan a Anjana y Phyneas en cualquier lugar que se precie. Y el resto, escuchando pero muy callados, tampoco es cuestión de implicarse demasiado.
Luego estuvimos en una cervecería de camino a la parte vieja donde continuamos con la charla y Nomada ya nos abandonó, efectivamente la noche sin él no fue lo mismo (aun es un misterio dónde c… fué).
A partir de aquí, el primer punto de inflexión, la mitad se volvieron a la Euskal y la otra mitad siguieron con la noche, y yo, influenciado por mis obligaciones como reportero, estuve obligado a quedarme con los que continuaban la noche. Un par de cubatas y cervezas varias después, allá por las 4:30 de la mañana siguió la marcha en casa de koon, que se guió por los principios habituales que rigen las fiestas en su casa (alguno que otro sabe perfectamente de lo que estoy hablando), hay que vivirlo.
Y fundamentalmente eso fue todo, los detalles los cuestionáis por ahí porque sinceramente no tengo ahora mismo yo cabeza para forzar demasiado, y esto se hace largo. Y nada más, mañana os podréis deleitar con el próximo episodio de esta curiosa historia, porque seguro que hay de qué hablar.
To be continued…