Un conjunto de softwares y algoritmos han sido ideados por informáticos e ingenieros de la NASA para ajustar la posición de los espejos que forman parte del potente telescopio espacial James Webb, considerado el sucesor de Hubble y que estará en órbita en 2013. Este software viajará a bordo y, cada dos semanas, medirá cuál es la mejor posición para que los 18 espejos que lo conforman puedan enfocar con claridad los objetos estelares que se encontrará en su largo camino. Tras hacer la medición, este software está capacitado para hacer la corrección si fuera necesaria.
Informáticos e ingenieros de la NASA han creado y probado con éxito con conjunto de algoritmos y softwares diseñados para permitir que los 19 espejos que forman parte del telescopio espacial James Webb, que será el sucesor del Hubble, funcionen como un único y potente telescopio. Además de la NASA, en el proyecto participa la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA)
Este telescopio tendrá la misión de encontrar las primeras galaxias que se formaron en el universo más joven, hace centenares de millones de años, conectando así el Big Bang con la Vía Láctea. El James Webb intentará vislumbrar algo a través de nubes de polvo para ver estrellas de sistemas planetarios que estén todavía en su fase de formación y que hasta ahora no se podían ver con claridad.
Debido a la combinación entre el oscurecimiento causado por las nubes de polvo interestelar y las bajas temperaturas de muchos de los objetos que tendrá que estudiar este telescopio, se verá obligado que operar a longitudes de onda infrarrojas. Para ello estará dotado con instrumentos para observar en la gama infrarroja del espectro electromagnético.
Después de su lanzamiento, previsto que sea en 2013 y a bordo del cohete europeo Ariane R5, el James Webb se alejará de la Tierra 1,5 millones de kilómetros (más lejos que su antecesor). A partir de entonces, la orientación de los 18 segmentos del espejo primario y la posición del espejo secundario tendrán que ser reajustadas periódicamente para que su trabajo sea fructífero.
Para hacer esta labor clave, los informáticos de la NASA han creado una serie de algoritmos, cuyo trabajo conforma un proceso al que han llamado “Wavefront Sensing and Control” (WSFC). Mediante este proceso, el software que estará a bordo del telescopio calculará la posición óptima de cada uno de los 19 espejos y después corregirá su posición si fuera necesaria.
En concreto, está previsto que el software lleve a cabo una revisión del alineamiento de los espejos cada catorce días.
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Debido a la combinación entre el oscurecimiento causado por las nubes de polvo interestelar y las bajas temperaturas de muchos de los objetos que tendrá que estudiar este telescopio, se verá obligado que operar a longitudes de onda infrarrojas. Para ello estará dotado con instrumentos para observar en la gama infrarroja del espectro electromagnético.
Lo de que el James Webb «se verá obligado» es bastante falso. Los telescopios ópticos, como el Hubble, cumplen y cumplirán un papel enormemente interesante. Lo que sí que permite un telescopio infrarrojo son dos cosas:
– Captar el polvo recalentado, lo que permite conocer las condiciones de densidad en zonas ópticamente oscurecidas; y
– Observar galaxias aún más lejanas, que por su corrimiento tan extremo hacia el rojo aparecen ya en el infrarrojo. Con ello puede que lleguemos a ver algunas de las primeras galaxias que jamás se formasen en el universo.