El amor es un privilegio, no un derecho

Hemos crecido con la noción del amor incondicional de los padres. Con el amor infinito de la pareja. Con el amor “amoral” de los amigos, que perdonarán todo porque la amistad está por encima de todo, o eso dicen en las películas.

Pero no deja de ser un planteamiento tramposo. La premisa del amor recibido es que lo pagas con amor. Puede que no en la misma cantidad, o con la misma intensidad o con esa constancia envidiable de las madres, que todo lo perdonan.

Pero la premisa que sostiene que te amen es que estás dispuesto a corresponder. Si alguna vez te han dado calabazas, o te han roto el corazón porque no te corresponden, sabes de la inutilidad de amar a aquel que no quiere ser amado y que no te ama.

Por eso te digo que el amor es un privilegio, algo que se otorga graciosamente. No, nacer no te da derecho a ser amado. No puedes vivir tu vida pensando que siempre podrás volver a lugar donde fuiste feliz y que todo seguirá allí, exactamente donde lo dejaste, listo para ser retomado sin dar explicaciones o, al menos, ofrecer disculpas.

El amor hay que merecerlo, en el sentido de que hay que hacer méritos. Hay que trabajarlo cada día.

No sirve aducir derechos de nacimiento, de contrato o de antigüedad para reclamar un cariño que tu no repartes. Eso que dicen (nuevamente) en las películas de “me lo debes” es otra patraña.

En los sentimientos no se debe nada, no se lleva cuenta de nada, no se acumula para cuando falta. Haces en cada momento lo que quieres, lo que sientes, porque quieres.

Ni siquiera cuando intentas hacer chantaje emocional sacando un viejo billete donde apuntaste “en tal momento hice esto por ti”, no tiene valor. No te engañes. Si el otro cede, es porque quiere, porque, a pesar de todo, piensa que puede darte una nueva oportunidad de estar a la altura, no porque tu patético “vale por un poco de amor” tenga la más mínima validez.

En todo caso, aceptarán tu argumento para que nunca más puedas volver a utilizar ese argumento. Para que no vuelvas a arrastrarte patéticamente mendigando amor mientras intentas aducir algún tipo de superioridad moral.

No tienes derecho a que te amen. Espera, que te lo vuelvo a repetir porque -juzgando por las cosas que haces- te cuesta asimilar el concepto. No tienes derecho a que te amen.

Nadie está obligado a amarte, ni tus padres, ni tu pareja ni tus amigos. hacerlo es una decisión libre que ellos toman basándose en el aprecio que te tengan o en el amor que hayan recibido de ti.

Efectivamente, el amor, con amor se paga.

Puedes encontrar por internet un texto de esos inspiracionales sobre un hijo que se portaba mal y al final su padre le lleva a ver una puerta llena de clavos. Aunque esté lleno de azúcar lacrimógeno, la metáfora es perfectamente válida.

No te voy a decir cómo portarte conmigo, con los que te quieren, o con tus amigos. Eres tu el que tiene que decidir donde metes a cada uno o qué les ofreces de ti.

Pero por favor párate a pensar qué tipo de puertas estás dejando, y gánate el privilegio de que la gente de trate con amor.

Sea como sea, probablemente, en el 99% de los casos recibirás lo que hayas dado.

Te deseo lo mejor, buena suerte. Si alguna vez me necesitas, no dudes en acudir.

Te quiero

Alf

Propietario de www.faq-mac.com.

5 1 vota
Article Rating
Subscribe
Notify of
0 Comments
Opiniones Inline
Ver todos los comentarios
0
Me encantaría saber tu opinión, por favor, deja un comentariox
()
x