Otros aspectos a tener en cuenta, más allá de los fomentados en el artículo anterior, son: el tamaño del papel, la impresión sin márgenes, la resolución de la impresión y el número de tintas.
Índice
Tamaño del papel
Aunque parece muy evidente, es un punto a tener en cuenta.
Lo más habitual es que las impresoras estén pensadas para imprimir tamaño DIN A4 (297×210mm), que es el tamaño de papel más habitual en nuestro día a día.
Sin embargo también puede interesarnos una impresora DIN A3 (420×297mm), que imprime hojas del doble de tamaño de lo habitual A4. Esto es importante para imprimir planos, posters… pero también se puede usar para imprimir en A4 en forma de libro (cuando sale todo el trabajo impreso, lo doblamos por la mitad y ya tenemos una revista o libro).
En el extremo contrario tenemos impresoras más pequeñas de A4, por ejemplo 10×15cm, un formato muy habitual para fotografías. Normalmente, estas impresoras sólo están pensadas para fotografías, no son adecuadas si queremos hacer un uso general (documentos escritos, presentaciones, etc).
Impresión sin márgenes
Normalmente, las impresoras no son capaces de imprimir en todo el papel, dejan unas zonas en los bordes sin imprimir, conocidas como “márgenes”. Para documentos de texto no suele ser un problema, pero para fotografías y algunas presentaciones, esos márgenes pueden fastidiarnos un poco.
Son mas molestos cuando no son simétricos, es decir, el margen es más grande por un lado que por otro, lo que hace el resultado no quede tan bonito. Lo más habitual es que el margen inferior de la página fuese más grande que el resto, quizá un centímetro o más.
Ahora también tenemos impresoras sin márgenes, que son capaces de imprimir todo el papel, sin dejar nada en blanco en ninguno de los cuatro bordes. Ten en cuenta esta característica en función de lo que necesites imprimir, pues, por ejemplo, para fotografía, la impresión sin márgenes queda muy bien.
La resolución de la impresora
Al igual que con las pantallas, la resolución de la impresora determina que los puntitos sean más grandes o más pequeños y los textos sean más definidos, las imágenes más nítidas, se note todo más real y se note menos al ojo humano. Esta característica se mide en ppp (puntos por pulgada) o, en inglés, dpi (dots per inch).
Las impresoras de hace unos años solían trabajar, de forma habitual, a 300 ppp ó 360 ppp (dependiendo del fabricante) pero a día de hoy suelen trabajar con facilidad a 600 ó 720 ppp casi todas las impresoras. Para imprimir texto o dibujo lineal es más que suficiente.
La cosa cambia cuando quieres más resolución, entonces ya tienes que fijarte en las especificaciones de la impresora. Algunas impresoras láser son capaces de trabajar a 1.200 ppp y aquí, las de inyección, suelen poder subir mucho más, hasta 4.800×2.400 ppp o incluso 5.760×1.440 ppp (y algunas llegan a más), aunque para apreciar estas resoluciones tan altas es necesario utilizar papel especial, de mucha calidad y mucho más caro, que se suele usar para fotografía.
Si quieres imprimir fotografía de calidad deberías ir pensando en 1.200×2.400 ppp o superior.
La resolución de la impresora vs monitor
Si vemos estos valores de impresión, nos sorprendemos de que son mucho más altos de lo que acostumbramos a ver en monitores. Por ejemplo, Apple fija la resolución retina en unos 300 – 400 ppp (dependiendo de la cercanía con la que usemos el dispositivo), y se supone que es una resolución con la que ya no somos capaces de distinguir los puntos en la pantalla. ¿Por que estas resoluciones suponen las más bajas de las impresoras?
Pensemos que un píxel de esos 300 – 400 píxeles que tenemos en una pantalla puede representar 16 millones de colores distintos en una pantalla de 8 bits (mucho más en caso de pantallas HDR de 10 bits).
Sin embargo, en una impresora, cada punto (el equivalente a un pixel) sólo puede tener dos colores para impresoras monocromo: blanco (no imprime) o negro (imprime). Así que para representar distintos tonos de gris, como haría un pixel de una pantalla, aquí necesitamos pintar varios puntitos en el papel, para ir desde el blanco (ningún punto), gris claro (algunos puntos), gris oscuro (muchos puntos) y negro (totalmente pintado). Y todo esto se complica mucho más en caso de color, donde solemos tener tinta negra, cian, magenta y amarilla (y el blanco del papel), donde hay que ir combinando distintos puntitos para generar un color que una pantalla genera con un solo pixel. Por ese motivo las impresoras necesitan mucha mas resolución para dar un resultado similar a una pantalla.
Número de tintas
El número de tintas también es un aspecto a tener en cuenta, sobre todo si la impresora va a ser para fotografía, ya que cuantas más tintas tengamos más fácil es que un punto del papel se parezca al color que quiere representar.
Las impresoras monocromo sólo tienen una tinta: negra. Las impresoras de color suelen tener 4 tintas, negro, cian, magenta y amarillo: esta es la configuración mínima que se puede tener para una impresión a color.
Para impresoras fotográficas solemos encontrar equipos con 5 tintas o 6 tintas.
- Dos negros: en algunas impresoras de 5 tintas tenemos dos negros, uno que es mejor para las fotografías y otro que es mejor para el texto.
- Dos negros y gris: en caso de impresoras de 6 tintas, además de los dos negros, también encontramos una tinta gris.
- Negro y 5 colores: en este caso lo que hay variantes de los colores principales.
Si te interesa la impresión fotográfica fíjate en estos detalles, de lo contrario, con 4 tintas tendrás suficiente (incluso para fotografías, pero sin llegar a tanta calidad).
Hace años, y todavía quedan, se vendían impresoras donde los 3 colores iban dentro del mismo cartucho, y eso suponía que si habéis gastado mucho de un color y poco de otro, acababas tirando el cachucho con mucha tinta sin utilizar. Por ese motivo es mejor usar cartuchos por separado, para aprovechar la tinta al máximo.
