A partir de las 7 de la tarde, muchos usuarios (y más que se unirán) han empezado a probar el agridulce nuevo sistema operativo de Apple. Durante estos últimos meses, desde que Apple anunció en junio la existencia oficial de iOS 7 y mostró sus primeras capturas, se han vertido ríos de tinta, millones de palabras y en general se ha visto iOS 7 como un pequeño Frankestein producto de las riñas internas de Apple y de un esfuerzo de la compañía por corregir el rumbo, con acierto o no, de su sistema operativo para dispositivos móviles. Y hoy, sin haber probado una beta para no tener una opinión parcial, hoy, que tengo en mis manos una versión para el usuario de la calle, tengo unas cuantas cosas que decir.
Vamos a empezar por lo más sencillo, porque no puede definirse de otra forma: el interfaz.
El abandono del skeumofismo apoyado, refrendado y llevado a los límites más estrambóticos por Scott Forstall ha desparecido de iOS. Gone. Finito. Kapput.
Nunca he sido un fan del skeumorfismo por la razón simple de que una forma diferente de mostrar las cosas requiere de una definición propia relativa al soporte que las contiene. EL skeumorfismo siempre me ha parecido una solución cobarde a la hora de intentar que el usuario final enganchara con las tareas que tenía que hacer de una forma similar a cómo se hacen en la vida real, tratando de mimificar esa forma de trabajo. Lo que parecía una idea brillante, si se lleva a la realidad, resulta ridícula. Así, cuando Ford lanzó su primer coche todavía mucha gente seguía utilizando coches de caballos pero a nadie se le ocurrió ponerle bridas al Ford-T por una razón muy evidente: la funcionalidad dirige a la forma cuando se trata de nuevas tecnologías. Y en estos momentos, a pesar de que ya han pasado 6 años desde que en 2007 lanzara su primer sistema operativo, los dispositivos móviles viven todavía en la niñez. Una niñez acelerada, pero niñez al cabo. Esperad a ver lo que tendremos en 10 años. O en 20, cuando la industria madure.
Si tengo que recordar el valor del skeumorfismo a lo largo de la historia, no puedo dejar de pensar en esos vehículos «imperiales» de primeros de siglo, con incrustaciones, maderas nobles, detalles cromados y dorados. Los primeros coches de alta gama. Sin embargo, cuando en la televisión nos hablan hoy en día de los últimos coches presentados en las ferias de automóviles vemos líneas puras, más o menos atrevidas, simples, donde la forma se ha adaptado a la función. Porque da igual si hablamos de coches o de sistemas operativos, todos son herramientas destinadas a realizar alguna acción.
Llegados a este punto, uno se enfrenta a iOS 7 con la sensación de que se ha arrancado del corazón del sistema TODO, y no se ha dejado nada. Se ha trabajado profundamente en simplificar, esquematizar, eliminar todo lo superfluo, lo innecesario, incluso cuando estos elementos supusieran una ventaja visual dejando caer aquí una sombra y allá un bisel. A pesar de ello, de este desnudo integral de iOS 7, el sistema mantiene una extraña coherencia. Extraña porque todavía no es todo lo uniforme que debería (eso es cierto) pero aún así es una primera versión, y cuando se hace una limpieza tan brutal, es mucho más fácil añadir que restar en futuras versiones.
Este es un viaje muy parecido al de OS X, que empezó con un sensual interfaz «Aqua» y ha ido simplificándose a lo largo de los años (y más que se simplificará). Apple, en esta ocasión, no ha querido hacer una transición de una década. La ha hecho en un solo año. Hay que ser muy valiente porque te juegas el negocio.
También está la resistencia al cambio. Cuando te acostumbras a utilizar una cosa, los cambios bruscos que se producen parecen cumplir las Leyes de Newton: cuanto más pronunciado es el cambio la reacción en contra del mismo es igual o incluso más fuerte. Muchas de estas reacciones van más allá del propio «gusto» del usuario, que, acostumbrado a encontrar las cosas prácticamente «sin mirar» (reconoces una forma y una tonalidad con tu visión periférica para poder realizar una acción con el interfaz) ahora le supone un esfuerzo extra recuperar esa facilidad para desenvolverse con el mismo. Y ese trabajo extra para volver a acostumbrarse a una cosa le resulta molesto y lo expresa con vehemencia.
Sin embargo, unas horas después de enredar con iOS 7, herramienta necesaria para mi porque la uso «para producir», me siento extrañamente cómodo sobre todo porque la función (bendita función) se ha supeditado a la forma. Cualquier exceso visual ha desaparecido, y el foco se centra exclusivamente en lo que estás haciendo. Sí, el interfaz todavía me resulta extraño (y en ocasiones, incoherente) pero he descubierto que tareas comunes que realizaba con mi iPad se realizan más deprisa porque son más cómodas de hacer. Soy más productivo.
Sé, por supuesto, que hay muchas cosas que pulir y hay mucha gente que se ha encargado de recordárselo a Apple. Incluso hay cosas, detalles, con los que no me siento satisfecho (y podría ser una lista larga) pero son detalles que no afectan a la funcionalidad sino a la forma. Y a mi me interesa la funcionalidad.
Apple también tiene un problema de orgullo. No, no está relacionado con esos mantras sobre el «mejor sistema operativo del mundo» u otras razones de márketing que me afectan poco o nada, sino con la propia relación del usuario con las novedades.
No hace muchos meses una persona de Apple me dijo una frase bastante interesante: «sin necesita manual es que no lo hemos hecho bien». iOS 7, a pesar de no suponer una ruptura total con la forma de trabajo de iOS 6, sí tiene las suficientes incorporaciones y nuevas características como para haber alargado un poco el asistente de configuración y haber mostrado 4 o 5 elementos clave del nuevo sistema, como el Centro de Control. Si no llego a preguntar, no consigo activar AirPlay (y ya tenía sudores fríos porque una adolescente me perseguía porque quería ver el concierto de 30 seconds to Mars en iTunes Festival justo hoy). Curiosamente en OS X 10.9 Mavericks, Apple sí ha incluido una notificación en la que se invita a conocer las novedades del nuevo sistema operativo para ordenadores en la propia web de Apple. Quizás en iOS 7 no hubiera estado nada mal incluir una aplicación de bienvenida. Un fuego de artificio explicando que hay de nuevo y porque está hecho así.
Luego están los que dicen que Apple ha copiado a Android. Soy usuario de Android. Y me da la risa tonta cuando me acuerdo de estas aseveraciones después haber probado iOS 7.
Llegados a este punto, soy perfectamente consciente de que me guste o no, iOS 7 «son lentejas», porque la corriente avanza en una única dirección y puedes agarrarte a una roca o a una raíz, pero inexorablemente acabarás arrastrado por el agua. Puedes saltar a otros ríos (o plataformas y sistemas operativos) pero estos, como todo el agua, fluyen también en una dirección y acabarás con los mismos problemas en diferentes versiones que ahora te sacan de quicio de iOS 7. O incluso peores.
iOS 7 ha venido para quedarse. Y sinceramente, podría haber esbozado en mi mente escenarios mucho peores. Pero ni es para tanto como gritaban las plañideras, ni se queda en tan poco como acusaban los más reaccionarios.
Me quito el sombrero, Carlos.
Un escrito que describe perfectamente la esencia de iOS 7, pero sobre todo la intención, dirección hacia el futuro y el trasfondo e implicación para Apple de su maniobra con iOS.
Ciertamente, despojar todo el esquemorfismo con el mismo esquema de interfaz no es nada valiente. Como dicen los desarrolladores, Apple les ha obligado a pensar si la funcionalidad de la interfaz de su app se asentaba realmente sobre unas bases sólidas. Ahora las aplicaciones están más desnudas. Ahí está el desafío.
Crear una interfaz efectista y yendo hacia el extremo, recargada, no tiene sentido si no es útil. Disimular una mala interfaz bajo un inmejorable aspecto solo distrae.
Por cierto, excelente artículo de Ars Technica para los usuarios que posean un iPhone 4 y quieran actualizar a iOS 7:
http://arstechnica.com/apple/2013/09/new-lease-on-life-or-death-sentence-ios-7-on-the-iphone-4
Esperemos que lo afinen con actualizaciones menores como sucedió con iOS 4 y la actualización a 4.1 en el iPhone 3G y volvió a tener la fluidez correcta.
Bueno, no estoy deacuerdo contigo.
Soy de aquellos que prefieren una casa decorada a lo antiguo a que un moderno departamento por lo que es muy simplista y muerto.
El iOS7 me parece eso. Muerto y pelado.
Pero que importa le pondre una funda retro que semeje a un libro y eso me tranquilizara.
Por eso adoro los libros impresos. Huelen a papel. No hay nada más maravilloso que eso.
Todo eso está muy bien. La funcionalidad ante todo. Pero qué tiene que ver funcionalidad con esos horrorosos iconos y esa selección de colores? Se puede tener funcionalidad, eliminar el skeuformismo y además utilizar unos colores que no dañen la retina. La falta de contraste de los textos es de bulto.
Este iOS 7 no es más que una grave regresión del sistema. Algo así como las «magníficas» tablet-ideas de Windows 8 para PC.
A Ive se le fué la mano.
Es mi opinión.
Saludos.
Buena entrada Carlos, enhorabuena.
#2 Pues lo siento por el articulo de ars technica pero en mi iphone 4 va mejor que el seis.
Si hay que entrar en el tema del «skeumorfismo», entramos:
Es erróneo decir que Apple ha eliminado el «skeumorfismo» en iOS7. El «skeumorfismo», al contrario de lo que se cree, no es el uso (abuso) de texturas, brillos y sombras. Se trata de utilizar el diseño como una metáfora de algo real, con el fin de facilitar el uso intuitivo de una interfaz.
iOS7, en ese sentido, sigue teniendo muchísimos elementos «skeumórficos». Es algo que nos han querido dejar claro por activa y por pasiva con el mantra «no se trata de un diseño plano, sino que tiene un nuevo concepto de profundidad».
¿Hay algo más «skeumórfico» que una interfaz en la que al girar el teléfono los iconos parezcan estar realmente sobre el fondo gracias al efecto Parallax (eso sí, si no tienes un iPhone 4, pero ese es otro tema).
¿Y que me dices del efecto «blur» (desenfocado) que es base del nuevo «feeling» de iOS7?. ¿Hay algún elemento de iOS6 que suponga una metáfora tan conscientemente aplicada (¿cristal esmerilado?).
¿Y las animaciones?. Mucho más patentes en iOS7 son un claro ejemplo de querer acercar una interfaz digital al equivalente en el mundo real. ¿Y el 3d del selector de pestañas del Safari?.
No, amigos, Apple (IVE) no ha eliminado el «skeumorfismo»; ha eliminado las texturas (en su mayor parte), los brillos y las sombras con mayor o menor acierto. Y es que, gustos aparte, el uso de estos elementos en iOS6 (y en los sistemas operativos de escritorio) cumplía otras funciones al margen de la decorativa: facilitar la visualización de los elementos de la interfaz: si eliminas las sombras bajo los iconos, aumentas la probabilidad de que los iconos se confundan con el fondo. Lo mismo ocurre con los textos de la pantalla de inicio. Más importante si cabe es la implementación de botones (elementos que, al pulsar, reaccionan) sin indicación alguna de que lo son (por lo general utilizando texto plano). Ese es un fallo que ya tenían las interfaces de Google y que ha heredado este iOS7: te pasas un buen rato dando con el dedo a cuanto texto hay, dado que no sabes qué es «pulsable» y qué no.
Podéis decir lo que queráis. No es cuestión de gustos, sino un fallo de diseño como la copa de un pino. ¿Te acostumbrarás?. Seguramente, con el uso, pero esa no era la filosofía del Apple que me enamoró hace años.
#2 En iPhone 4 va DE LUJO. Mucho mejor que iOS6, estoy gratamente sorprendido. Y manteniendo transparencias y todo! Y unas transiciones muy buenas. Da gusto usarlo. Mi pequeño ha rejuvenecido.
Gran trabajo el de iOS7. Tras instalarlo y probarlo solo puedo quitarme el sombrero. Muy contento. Y si me parece muy bonito. Como suele suceder, en directo ganan las cosas de Apple.
#8 Pues sobre eso las opiniones no pueden ser más contradictorias, aparte de que las pruebas de Ars Technica muestran que las aplicaciones del sistema son mucho más lentas al abrirse.
Eso sí, tenemos que confiar en que los chicos de AT, que no nacieron ayer, hayan dejado a los terminales tiempo para indexar los contenidos, que es por lo que nada más actualizar a una versión nueva a menudo van un poco a trompicones. Supongo que esto dependerá mucho de lo que Spotlight tenga que indexar. Imagino que habrá quien ni lo haya notado y quien tenga una cifra de tres dígitos de aplicaciones, varias cuentas de correo y varios miles de canciones puede que haya pensado que su teléfono se ha convertido en un truño inmanejable, como dicen también muchos comentarios.
#9 Es que es mucho eso, la cantidad de paja que haya metida. Pero desde luego a muchos nos va de lujo desde el primer momento. Muchos no estan actualizando por el articulo de Ars Technica, y a mi me parece un error. Lo mejor es ver las cosas por uno mismo.
Yo, desde luego, contentisimo.
100% de acuerdo con IAN.
soy usuario de iphone desde el 2007, después de 6 años sentia que iba en un vehiculo con el habitáculo lleno de humo, ios 7 fue sin dudas como bajar las 4 ventanillas y tomar aire. Podran gustarte o no los colores, pero el sistema es infinitamente mejor, creo que si vuelvo a ios6 moriria de aburrimiento en 2 segundos. Saludos.