Este hallazgo tan sorprendente del primer estudio de cambios a largo plazo en las pérdidas de audición dice que cada hombre o mujer nacido en la segunda mitad del siglo XX la posibilidad de tener pérdidas auditivas cayó un 13 y un 6 por ciento, respectivamente.
Una sugerencia clave del informe es que los otros cambios positivos de los últimos 50 años -reducción de niveles de ruido en el lugar de trabajo y una mejora en la salud- son más importantes que la popularización de los auriculares y otros ruidosos productos de entretenimiento.
El estudio también señala que la pérdida auditiva no está totalmente determinada por factores genéticos o la mera edad, sino que más bien surge de diversos “factores del entorno, del estilo de vida u otros igualmente modificables,” escriben los autores en su nuevo informe publicado en el número de enero del American Journal of Epidemiology.