Tras más de una década de investigaciones y desarrollos tecnológicos liderados por primera vez desde España, ayer por fin el satélite SMOS se ha puesto en órbita. Ayer de madrugada la nave ha despegado con éxito desde el cosmódromo de Plesetsk, en el norte de Rusia, y pronto comenzará a enviar datos sobre la salinidad de los océanos y la humedad del suelo, una información clave para entender mejor el cambio climático.
Poco antes de la hora prevista para el lanzamiento del satélite SMOS, las 02:50 (hora española), el nerviosismo era patente entre las cerca de 200 personas que se reunieron ayer en el Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC), en Villanueva de la Cañada (Madrid), para observar la retransmisión en directo del acontecimiento.
Muchos de los ingenieros y científicos presentes han dedicado gran parte de su vida profesional a sacar adelante este proyecto de la Agencia Espacial Europea (ESA), destinado a cartografiar la salinidad de los mares y la humedad del suelo a escala global.
Por primera vez la industria aeroespacial española ha liderado la fabricación de un instrumento tan complejo como SMOS (Soil Moisture and Ocean Salinity) para la ESA y la responsabilidad era grande.
Las palabras que el Director General de la ESA, Jean-Jacques Dordain, pronunció el viernes pasado en este centro estaban en la mente de todos: “SMOS es muy importante para el planeta, para la ESA y para España”. El presupuesto de la misión es de 300 millones de euros, de los que un tercio los aporta España, otro tercio Francia y el resto los demás países de la agencia.
Dos pantallas gigantes situadas en el salón de actos del ESAC congregaron a los visitantes cuando comenzó la transmisión desde el centro de control de la misión en CNES-Toulouse (Francia) y el cosmódromo ruso de Plesetsk, el lugar del lanzamiento. El jefe de Comunicación para España y Portugal de la ESA, Javier Ventura-Traveset, anunció que le acababa de llegar a su PDA el mensaje “All green in Plesetsk”, y en unos instantes el lanzador Rockot despegó con los satélites SMOS y Proba-2 (un demostrador tecnológico) a bordo.
En la sala de ESAC, salvo la toma de algunas fotografías, no hubo expresiones de júbilo. El público experto recordaba el caso del satélite Cryosat-1, que no logró desprenderse de la segunda etapa del cohete que lo transportaba y la misión fracasó. Diversas animaciones generadas por telemetría tranquilizaron a los asistentes al ver que las etapas del lanzador se separaban correctamente, pero la transmisión de televisión se interrumpió y hubo que esperar más de 50 minutos para saber si llegaba alguna señal de SMOS.
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