Preámbulo a las instrucciones para tener un MacBook

cortazar_julio_02.jpgSi Julio Cortázar hubiera usado Apple…

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj Mac te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj Mac, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes chino designed by Apple in California; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca espalda y pasearás contigo.

Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito bebé desesperado colgándose de tu muñeca espalda.

Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj Mac; te regalan la obsesión de atender a la hora versión exacta en las vitrinas de las joyerías el panel de Actualización de software, en el anuncio por la radio internet, en el servicio telefónico .Mac.

Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj Mac con los demás relojes ordenadores.

No te regalan un reloj Mac, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj Mac.

Adaptado del texto de Julio Cortázar «Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj»

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