Un informe subraya las repercusiones de la RFID en la vida diaria

La tecnología de identificación por radiofrecuencia (RFID) aún no está lo suficientemente avanzada para poner en peligro nuestra privacidad. Sin embargo, esto podría cambiar en un futuro muy próximo, y para entonces deberá haber en marcha medidas para proteger la información personal y garantizar la libertad individual, según STOA, el comité de Evaluación de Opciones Científicas y Tecnológicas del Parlamento Europeo.

Las etiquetas de RFID son microchips diminutos hechos de plástico o incluso de papel. Se acoplan a una antena y emiten un número de serie exclusivo por radio a través de distancias cortas. Hasta hace poco tiempo, la tecnología de RFID se utilizaba principalmente en la gestión de la cadena de suministro, para seguir el desplazamiento de vehículos entre almacenes y el movimiento de palés de mercancías desde los almacenes a los comercios.

Pero ahora están multiplicándose las aplicaciones de la RFID. Pueden incorporarse etiquetas a todo tipo de productos de consumo y rastrearse a una distancia de entre tres y cincuenta metros para revelar información sobre el producto. También se puede identificar a personas utilizando esta tecnología, que ha permitido el desarrollo de tarjetas equipadas con RFID en el transporte público, en pasaportes biométricos, en sistemas de micropagos, en chips de identificación del personal de oficinas y en tarjetas de fidelización de clientes.

Mediante el estudio de una serie de casos prácticos, los investigadores contratados por el STOA consiguieron plasmar la percepción que tienen de la RFID los consumidores y quienes operan esta tecnología. Los consumidores en general ven la RFID como poco más que una llave electrónica, mientras que para los propietarios de sistemas de RFID, esta tecnología les permite registrar los movimientos, el poder adquisitivo, la productividad, las preferencias y los hábitos de sus usuarios.

Precisamente ese acceso a información personal ha despertado la inquietud de muchas asociaciones de protección de los derechos del consumidor, que argumentan que la implantación de esta tecnología podría perjudicar gravemente a la intimidad de las personas. Los propios investigadores dieron con varios casos en los que se abusaba de la información de los usuarios. En un caso se utilizaban datos de viajes en una investigación policial. En el contexto laboral también se observaron varios casos interesantes. Los empleados, cuya única opción es usar los objetos con chips de RFID proporcionados por sus empresas, estaban sometidos a unos registros de horarios y a una vigilancia contra robos.

Por otra parte, en el estudio también se indica que la RFID es beneficiosa para sus usuarios, y se ofrece como ejemplos de ventajas el ser identificado como cliente fiel y la demostración de las horas extras trabajadas por un empleado.

Aunque para extraer conclusiones definitivas haría falta un estudio exhaustivo, estas primeras indagaciones, según se indica en el estudio, han deparado un número relativamente bajo de incidentes en los que se hizo un uso inapropiado de la información personal. Esto podría atribuirse a dos razones. En primer lugar, en todos los casos estaba claro quién estaba a cargo de los datos y debía cumplir unas directrices concretas sobre la protección de datos. En segundo lugar, muchos sistemas de RFID no son muy sofisticados y pueden revelar tan sólo pequeños fragmentos de la identidad de sus usuarios.

A pesar de ello, dado el rápido desarrollo de los sistemas de RFID, en el estudio se señala que, paulatinamente, resultará más sencillo reunir datos sobre los usuarios y analizarlos. Además, una vez se conecten entre sí diferentes sistemas de RFID u otras tecnologías como GSM, GPS, CCTV e Internet, será posible formarse una imagen mucho más detallada de los usuarios. Esto permitiría a los propietarios de sistemas de RFID entregar datos personales obtenidos con RFID para investigaciones policiales.

Paralelamente, para los usuarios resultará mucho más turbio quién tiene en su poder sus datos personales y en qué sistemas, cosa que trastoca el balance de poder en el espacio público digital. No sólo está la cuestión de proteger la privacidad o los datos personales, sino también la de garantizar la libertad individual logrando el equilibrio adecuado entre libertad de elección, comodidad y control, se argumenta en el estudio.

El estudio concluye ofreciendo las siguientes recomendaciones:

– los usuarios de RFID deben saber qué son capaces de hacer con sus datos los propietarios de sistemas de RFID, y qué les está permitido hacer;

– los usuarios de RFID deberían participar en el desarrollo de nuevos entornos de RFID;

– si llegaran a fundirse los datos personales obtenidos mediante sistemas de RFID distintos, debería quedar claro quién será el responsable de manejar dichos datos;

– ante un entorno cada vez más interactivo, deben replantearse las directrices que regulan la privacidad y los conceptos de la información personal y la autodeterminación informativa;

– los gobiernos deberían adoptar una postura inequívoca con respecto a si se usarán sistemáticamente datos de RFID a efectos de investigaciones.

Enlaces relacionados

http://www.europarl.europa.eu/stoa/default_en.htm

Fuente: Cordis

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Anónimo
Anónimo
16 years ago

El Gran Hermano Corporativo, en otras palabras…

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