Lo sé. Sé que has leído esto antes, y este no es el sitio donde dije que lo pondría. Pero aquel texto me dejó pensando. ¿Cuándo fue la última vez que diste las gracias?
Espera, que reformulo la pregunta ¿Dónde has puesto el listón para dar las gracias? ¿te mereces todo lo que te ha pasado (lo bueno y lo malo)? Ya sé que lo malo no, eso es siempre ajeno a nosotros, no tenemos culpa. Nos sobreviene.
Pero… ¿lo bueno? ¿todo te lo has ganado tu? ¿No tienes nada que agradecer? Perdona, que vuelvo a cambiar la pregunta ¿diste las gracias todas y cada una de las veces que alguien hizo algo por ti que no tenía por qué hacer? ¿O simplemente lo cogiste y seguiste adelante?
En la religión católica está extendido (ignoro si en otras también, me perdonarás mi incultura) empezar el día dando las gracias (también puedes acabarlo así). Así, mental o verbalmente vas repasando las cosas y las personas buenas que tienes en tu vida, y que, la mayoría de las veces, damos por sentado.
Empezar dando gracias por el nuevo dia, ya es un comienzo. Es reconocer que podrías no haberlo visto, así que tienes la oportunidad de caminar y ver a aquellos que te importan. Tal vez decirles que te importan.
Puedes dar gracias por tu trabajo, por tu familia, por tus amigos, por tener un coche, por vivir donde vives… en fin, pillas la idea.
Repasar todas las cosas buenas que tienes en la vida tiene varias ventajas. Primero, te permite sacar tu cabeza del cubo de mierda donde la solemos meter para quejarnos por todo, nos da perspectiva. Segundo, te recuerda, humildemente, que eres un afortunado. Mucho mas afortunado que millones y millones de personas. Todas esas cosas por las que das gracias (trabajo, familia, amigos, coche, pareja, cultura, etc.) hay mucha gente que no lo tiene. Así que, tercero, te ayuda a mirar a los demás con otra cara. Si eres afortunado, qué menos que compartir con los demás, ayudar a otros a que también experimenten el agradecimiento de conocerte, de tener alguien que se preocupa por ellos aunque -puede- que no lo merezcan o que no lo hayan pedido.
Más arriba he empezado diciendo que está extendido entre los católicos, pero es evidente que dar las gracias no requiere creer en nada ni es propiedad de nadie. Sólo requiere mirar a la gente a la cara, reconocer que están ahí, y agradecerles que estén.
Desde la camarera que te trae un tenedor que se calló al suelo, hasta el limpiacoches que ha sudado para que te lo lleves reluciente.
Desde los camaradas que pasan cada día por tu mesa para preguntarte si tienes un café hasta aquel que te coge una llamada cuando estás ocupado.
Desde tu madre (las madres, ¡qué sería de nosotros sin ellas!) hasta ese primo lejano que, a pesar de la distancia, nunca se olvida de felicitarte por tu cumpleaños.
Sí, puedes pensar que lo hacen porque quieren o porque es su trabajo. Pero el poder transformador de un “gracias” sincero y sonoro es brutal.
Por supuesto, yo tengo que daros las gracias a vosotros. A los que leéis hoy y los que iréis llegando en años venideros. A todos los oyentes y participantes del podcast (de los podcast, perdón, el de faq-mac y el de El recurso), a la comunidad de Telegram, a todos más de siete mil que abren el boletín de Faq-Mac (si no estás registrado en la web, no lo recibes). Ya ves, miles de personas cada día, todos los días. Mucho que agradecer. Y eso sólo por la web… suma el trabajo, la familia, los amigos…
¡Si esto no es para estar agradecido, tu me contarás qué necesito!
Así que: ¡Gracias!