Lunes productivo: Hábitos

A mitad de enero, Emilio Cano en su podcast Emilcar Daily estuvo comentando sobre la diferencia entre tareas y hábitos y su fracaso con las aplicaciones que intentan ayudar a un usuario a adoptar hábitos nuevos. Para mi fue una interesante escucha porque siempre me ha costado muy poco adoptar hábitos nuevos siempre que estos hayan supuesto un beneficio, a ser posible, inmediato, y la columna sobre productividad de hoy va precisamente de esto, de adoptar hábitos.

Según la RAE un hábito, más allá de la ropa religiosa, es un “Modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas“. Hay mucho que aprender de esta definición a la hora de comprender qué es una tarea y qué es un hábito, con una serie de palabras clave muy claras y específicas. Y quizás la más importante de todas está al final de la frase y es “instintiva”. Es tan importante porque define lo que es un hábito como tal de forma que sin darte cuenta, sin pensar, realizas una acción determinada o realizas una acción habitual de una forma determinada y diferente a la que has estado usando hasta ahora para convertirse en un nuevo hábito. La otra palabra clave es “repetición”. Los hábitos se crean a partir de una repetición de una tarea, siempre la misma o muy parecida, de forma constante a lo largo de nuestros días.

De hecho, somos personas de hábitos y los llamamos de diferentes formas en función de qué, quién o la forma de realizarlos: protocolos, manías…

El problema es que un hábito no puede crearse con una aplicación. En el momento que no realizamos instintivamente esa tarea o cuando toca realizarla, no usamos esa forma de trabajo definida como un nuevo hábito, la aplicación no sirve para nada. El único hábito que conseguirás es depender de la aplicación para mirar lo que tienes que hacer con lo que al final no tienes más que un gestor de tareas y un señor que olvida conscientemente lo que tiene que hacer porque depende de que se lo recuerde una aplicación.

El hábito se crea, por lo que hemos hablado hasta ahora, de una sucesión de repeticiones y se realiza de forma instintiva. Para adoptarlo, sin embargo, debemos reunir esas tareas repetitivas en una gran macrotarea precisamente porque es la mejor forma de poder integrar un hábito. Yo por la mañana, cuando me levanto, voy a la cocina, preparo los desayunos, hago el bocadillo de la niña, pongo la comida de los gatos, abro la casa para ventilar, hago las camas, preparo el té de mi mujer para el trabajo, rearreglo el salón, enciendo el ordenador y abro los mismos programas. De repente puedo echar la vista atrás y darme cuenta que he hecho esas tareas pero no recordar ni un detalle específico de las mismas porque se han realizado mecánicamente, sin pensar (o mientras estabas pensando en otra cosa)… son tareas convertidas en hábitos.

Cuando se trata de productividad, los hábitos son mucho más difíciles de integrar porque no son tareas en muchos casos a realizar, sino formas de realizar esas tareas sin pensar y nuestros hábitos adquiridos son tan fuertes que incluso pasan años y seguimos repitiéndolos incluso para nuestro fastidio. Así, cuando Apple eliminó la tecla de opción a la derecha del teclado Graphite que vino con un G4 con el que estuve trabajando años y años, por no decir de su desaparición de los portátiles, me creo el poco saludable hábito de cruzar la mano derecha (ya que soy zurdo) en busca de esta tecla al lado izquierdo del teclado, cuando mi teclado habitual tiene esa tecla opción en la derecha. Un desastre convertido en hábito.

Para adoptar un hábito para la realización de una tarea, el beneficio del mismo debe ser inmediato y totalmente satisfactorio. A todos los ha ocurrido que hemos adoptado una aplicación que nos permite hacer una tarea específica que nos soluciona un problema (en mi caso, por ejemplo, TextExpander) e inmediatamente se convierte en un hábito de uso del que ya no podremos prescindir.

El punto de inflexión está basado precisamente en dos claves: rapidez y beneficio inmediato. Solo convertiremos un procedimiento a la hora de realizar una tarea en un hábito cuando cumpla con esas dos claves y lo demás será arrastrarse por un penoso viacrucis mientras intentamos adaptarnos a un hábito que acaba siendo una maldición porque solo nos acordamos cuando no lo hemos hecho.

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Tito
9 years ago

Magnifica reflexión, es fácil a día de hoy querer “tomar Normandía” cargado de armamento y terminar ahogado en la orilla porque no te permite nadar.

Gombau
9 years ago

El problema de intentar adquirir hábitos para el trabajo es que suelen ser malos hábitos y casi todos destinados a procrastinar las tareas :-p

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