Teóricamente la tecnología nos iba a hacer libres (ya se comprobó que la verdad no tenía incidencia sobre la libertad -aparte de tranquilizar nuestra conciencia, buen consuelo). Un mundo conectado, un escritorio sin cables, una internet libre… promesas, promesas, promesas.
¿La realidad?
Todavía recuerdo aquellos números de la revista Muy Interesante de los 80’s (antes de que empezase a tener juicio y se me cayeran de las manos) que prometían la “Sociedad del Ocio” para “El Año 2000”, en la que la mayor parte del trabajo lo harían los robots y los ordenadores. Cada vez que me acuerdo, al contemplar cómo han disminuido desde entonces los derechos de los trabajadores y el poder adquisitivo de un solo sueldo (con el que en aquel tiempo se sacaba adelante a una familia, incluso numerosa), me da la risa floja, para que parezca que las lágrimas no son de pena y rabia.