El MWC12 canta el «Barcelona Blues»

A lo largo de toda la historia del cine, hay una escena que se repite una y otra vez: uno de los protagonistas del reparto, da igual que sea «el bueno» que «el malo» llega por fin a la cámara del tesoro y cae de rodillas delante de un recipiente lleno de joyas, monedas, piedras preciosas y otra quincallería de atrezzo, hunde sus manos y levanta una buena parte del tesoro. Y da igual que sea «el bueno» o «el malo», durante un breve destello en sus rasgos solo puede leerse un único sentimiento: codicia.

La feria internacional de Barcelona dedicada a los dispositivos y tecnologías móviles es un poco así para todo el mundo: un tesoro que parece inalcanzable y al que todo el mundo quiere echar mano. Y si lo consigue, si llega hasta el, repite esa típica escena cinematográfica levantando el tesoro y pensando que «por fin» todo será «mío».

Y es que durante unos breves días todos los fabricantes se empeñan en ofrecer al mundo todo un despliegue de joyas brillantes con la intención de captar la atención del mundo. Todas esas joyas, esos teléfonos, esos tablets de tamaños y colores, los acuerdos internacionales, las florituras de software, todos juntos son como un tesoro que brilla uniformemente por igual de forma que resulta prácticamente imposible separar los diamantes de los cristales, las esmeraldas del plástico y el oro de la pirita. Simplemente solo hay un sobreexceso de información, de nuevos productos, de presentaciones sin igual una encima de la otra en un intento de atraer con brillo y esplendor la vista de nuestro protagonista hacia, quizás, la joya mas valiosa del tesoro.

Pero si damos un paso atrás y ponemos en perspectiva todo este tesoro que se muestra en cada feria, es fácil darse cuenta de una cosa: es todo un espejismo. Y es tan fácil reconocer este espejismo cuando simplemente te haces una pregunta: «¿qué recuerdo de la feria anterior?. Es más, de todo aquello que se presentó en la feria anterior … ¿qué ha acabado finalmente en mis manos, o en las manos de la gente que me rodea?».

Intentar resolver esta pregunta nos deja pensativos. Yo no soy capaz de recordar que se presentó en la última feria, al menos, como un «hecho diferencial» en cuanto a dispositivos móviles. Quizás Windows Phone, como mucho, o algún detalle vago parecido. Si, algún dato específico, pero ninguna revolución: simplemente el brillo de tanto tesoro acumulado capa sobre capa nos ciega y como a nosotros, a todo el mundo.

Quizás de este año podamos recordar que se han presentado cientos de tableta, que Nokia, en un gesto un tanto «gorilístico» (me perdonen ustedes por la expresión) ha lanzado una cámara de fotos con teléfono incorporado que suena a «yo la tengo mas grande que nadie» y que cientos de dispositivos portarán una nueva versión de un sistema operativo que a pesar de compartir nombre, no se parece en nada de un dispositivo a otro y que además, con nombres en clave «tan dulces» acabas por no saber (si no estás muy puesto) si el «magdalena» va antes o después del «bocadillo de helado» o es al revés. Lo único que es seguro es que recordarás cómo te dolían los pies al final de la feria (esa maldita moqueta …)

Y mientras algunos ponen una banda sonora épica a esta escena en la que por fin el bueno (o el malo) encuentra el tesoro, yo prefiero un blues: dentro de tres meses nadie se acordará de todos estos destellos, espejismos de productos, acuerdos y anuncios hechos a bombo y platillo que quizás solo si eres un geek bien formado (e informado) podrás ver ocasionalmente en manos de algún usuario.

Así que me disculpen si para mi en el MWC12 se toca el Barcelona Blues.

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