Pero los créditos de Jobs como inventor o co-inventor entre las patentes de Apple no es honorífico, dice Buxton. “Según mi propia experiencia, creo que participación de Steve [en los inventos] es perfectamente creíble”.
Y añade, “Apple sería estúpida si pusiera cualquier nombre en una patente, especialmente el de alguien con un perfil tan alto como el de Steve Jobs, si esa persona no hubiera realizado una aportación realmente legítima. hacerlo no sólo invalidaría la patente, sino que podría exponer a la empresa a unos daños importantes cuando se supiera (la falsedad de la autoría). Apple puede ser muchas cosas, pero no es estúpida”.
Buxton apunta que aunque Jobs ha colaborado con Jonathan Ive en más de 200 patentes de diseño, Jobs siguió dejando a Ive a cargo del diseño, lo que refuerza, según su opinión, la lección de que “tienes que tener un ejecutivo senior de diseño, y deben relacionarse con los niveles más altos de la empresa”.
Siguiendo el ejemplo de Jobs, escribe Buxton, “los ejecutivos tienen que conocer sus propias debilidades así como sus fortalezas para poder asegurarse que todos los pilares básicos están cubiertos”, y ofrece la recomendación de “estudiar cómo gestionó la delegación de aquellos otros aspectos del negocio mientras él trabajaba con Jonathan Ive y el equipo de diseño. Después emularlo en la gestión de las cosas que caen fuera de la zona de confort personal -como el diseño, por ejemplo”.
Buxton concluye “Steve Jobs no es, ni fue, un diseñador. Ni -sospecho- nunca se definiría a si mismo como tal. Ha hablado del éxito de Apple en términos de conformar la experiencia del cliente. Creo que es una excelente forma de denominarlo. Y de esa manera, aunque no le considero un diseñador, creo que es uno de los mejores conservadores [de la experiencia del cliente] que he conocido o encontrado. Y por ello, siempre tendrá mi admiración y respeto”.