Nunca es tarde para aprender

Los titulados en enfermería que deseen recibir formación adicional para aprender a manejar a pacientes muy alterados y fuera de sí están de enhorabuena. Un equipo de investigadores dirigido por el profesor March Chambers de la Universidad Kingston y St. George de Londres (Reino Unido) ha creado un nuevo curso dirigido a enfermeros con el que se pretende enseñar técnicas efectivas y correctas desde el punto de vista ético.

La Unión Europea financió en parte esta iniciativa con 300 000 euros a través del Programa Leonardo da Vinci de la Comisión Europea. También concedió a estos mismos investigadores 200 000 euros más con el propósito de actualizar, probar y controlar la calidad del curso en siete países europeos.

Los tres centros en los que se impartió el curso de manera experimental son el «South West London and St George’s Mental Health National Health Service (NHS) Trust» y tres hospitales de Finlandia. El curso consta de cerca de 100 horas de formación así como de actividades didácticas tanto virtuales como presenciales. Los investigadores responsables han indicado que el curso se incluirá en programas de formación sobre salud mental en toda Europa.

El objetivo principal del curso consiste en prevenir que los enfermeros titulados respondan ante individuos muy trastornados con medios ineficaces como la coacción (por ejemplo, la inmovilización) o una restricción considerable de su contacto con los demás. Los expertos entienden que los enfermeros deberían aplicar métodos que sean a la vez efectivos y éticos, para lo cual se debe mejorar la comunicación y permitir al paciente que opine sobre la atención que recibe y el proceso de rehabilitación al que se le somete.

«De este modo, se espera que quienes padecen trastornos de la salud mental reciban una atención mejor y que los tratamientos resulten más efectivos», explicó el profesor Chambers, quien añadió que los resultados preliminares indican que el curso de formación ha propiciado un descenso en el número de incidentes violentos entre los pacientes ingresados.

«Los pacientes se alteran porque sienten ansiedad y no son conscientes de lo que les ocurre», señaló. «La clave consiste en que el enfermero sea capaz de comprender al individuo y de establecer una relación de confianza con el mismo. Esta relación cultivada por el enfermero transmite a la persona un sentimiento de respeto y dignidad. De este modo, el enfermero puede ayudar al paciente a comprender lo que le ocurre. Es una forma mucho más humana de tratar a personas trastornadas. En los hospitales finlandeses donde se ha aplicado de manera experimental ha dado lugar a una nueva política relativa a las intervenciones coercitivas. En adelante se hará mucho más hincapié en las técnicas de interacción y comunicación y se recurrirá menos al control y la inmovilización.»

En palabras de Sharon Thompson, subjefa de unidad en el Hospital de Springfield de Londres y participante en el curso: «La mayoría de las situaciones que acaban con el paciente reducido son propiciadas por el propio personal clínico. Este curso ha sido de gran ayuda para concienciarnos acerca de nuestro papel. Hemos podido mejorar nuestro lenguaje corporal, lo cual nos ha ayudado a su vez a mostrar ante los pacientes una actitud más receptiva y menos amenazadora o intimidatoria. En lugar de recurrir a la inmovilización, ahora somos capaces de calmar la situación antes de que se haga necesario reducir al paciente. Además, hemos tenido la oportunidad de trabajar en grupo con otros compañeros y de analizar nuestro modo de proceder preguntándonos el motivo de actuar de determinada manera.»

Los socios del proyecto elaboraron el curso con la ayuda de individuos afectados por trastornos de la salud mental que se habían sometido a métodos de tratamiento coercitivo. Los hallazgos de esta investigación indican que las actitudes de los enfermeros eran positivas en su mayor parte.

En total se evaluó a 810 enfermeros empleados en centros de salud mental de Irlanda, Italia, Lituania y Portugal. Para ello tuvieron que responder a un cuestionario acerca de sus actitudes hacia los enfermos.

Los datos recabados muestran que, en general, las enfermeras y quienes ostentaban puestos de responsabilidad eran más comprensivos con los pacientes. Desde el punto de vista geográfico, las actitudes más positivas fueron las de los enfermeros portugueses y las más negativas las de los de Lituania.

«Los puntos de vista de los enfermeros lituanos se correspondían con las actitudes de la opinión pública de esta república báltica, donde diversas organizaciones trabajan para eliminar el estigma que acompaña a las enfermedades mentales», informó Chambers.

Para más información:

Universidad Kingston:

http://www.kingston.ac.uk/

Fuente: Cordis

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