Fósiles marinos dan indicios de la alimentación de las ballenas

¿Eran las ballenas los únicos gigantes que habitaban el mar? Un equipo internacional de investigadores afirma que la evolución de estos mamíferos marinos está relacionada con la de otros organismos también marinos que habitaron la Tierra hace millones de años. Dos nuevos informes publicados en la revista Science informan sobre la existencia de grandes osteictios (o peces óseos) en los mares milenios antes de la aparición de las ballenas. El primer estudio, realizado por el Dr. Matt Friedman del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y sus colegas, saca a la luz muestras hasta ahora inéditas de enormes peces que surcaron los mares antes que los misticetos y algunos tiburones y mantarrayas.

La información que se poseía hasta ahora sobre estas criaturas marinas prehistóricas era escasa. Sin embargo, la aparición de fósiles nuevos (identificados erróneamente o simplemente almacenados sin haber sido estudiados), proporciona indicios de que estos animales, que se alimentaban de gran cantidad de pequeñas presas filtrando el agua engullida, en lugar de emplear dientes para alimentarse de una presa de mayor tamaño, habitaban los mares hace unos cien millones de años, durante el periodo Jurásico del Mesozoico. La reinterpretación de la información obtenida con anterioridad y la evaluación de los fósiles nuevos ofrece detalles acerca de la vida de estos seres hasta el fenómeno de extinción masiva que marcó el final de la vida de los dinosaurios y otras especies.

Según los investigadores, estos peces de la antigüedad tragaban agua con la boca abierta y volvían a expulsarla a través de sus barbas atrapando en ellas los alimentos. Las ballenas y otros vertebrados marinos modernos deben a sus antecesores el desarrollo de esta estrategia de alimentación por filtrado.

En el segundo estudio, investigadores de la Universidad George Mason (Estados Unidos) y de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda) presentan una relación clave entre la diversidad de organismos presente en un extremo de la cadena trófica y la variedad de mamíferos en el extremo opuesto.

Sus indagaciones revelaron que la evolución de las diatomeas, algas marinas diminutas y muy abundantes que suponen un alimento básico para las ballenas, determinó la evolución de éstas tras la desaparición de los organismos jurásicos que se alimentaban mediante la técnica de filtrado. Según los investigadores, el clima durante dicho periodo también influyó en la evolución de las ballenas.

«Este estudio muestra que si nos fijamos en los componentes básicos de la cadena trófica podemos obtener información acerca del escalafón superior de la misma», explicó el Dr. Mark D. Uhen del Departamento de Ciencias Atmosféricas, Oceánicas y de la Tierra de la Universidad George Mason. «Las diatomeas son productores primarios clave en los océanos modernos y forman parte de la base de la cadena trófica marina. Los registros fósiles muestran con claridad que la diversidad de diatomeas y ballenas ha aumentado y disminuido de forma paralela durante los últimos treinta millones de años.»

El Dr. Uhen y Felix G. Marx, doctorando de la Universidad de Otago, evaluó numerosos registros públicos de fósiles de ballenas y descubrió una relación marcada entre dichos fósiles y la productividad oceánica.

«Es posible que la diversidad de los fósiles encontrados en distintas épocas geológicas refleje en realidad la cantidad de roca sedimentaria conservada a la que tienen acceso los paleontólogos, es decir, ¿cabría la posibilidad de que cuanta más roca exista más fósiles encontremos?», se preguntó el Dr. Uhen. Este estudio exhaustivo ha demostrado que la diversidad de estos fósiles no viene determinada por los registros de rocas sedimentarias.»

Los investigadores confían en que los resultados de su estudio animen a otros científicos a evaluar otros animales cuya ecología sea tan limitada como la de los misticetos con el fin de determinar si esta relación también se aplica en su caso.

En el primer estudio participaron investigadores de la Universidad de Glasgow (Reino Unido), así como de las Universidades DePaul, Estatal de Fort Hays y de Kansas; Triebold Paleontology Inc. y el Centro de Recursos sobre Dinosaurios de las Rocosas (todos de Estados Unidos).

Para más información: Science y Universidad de Oxford. Fuente: Cordis

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