Dejas el teléfono en la mesa y te vas a dormir. A la mañana siguiente te levantas y descubres que durante la noche el iPhone se quedó sin batería. Tienes que hacer una llamada urgente, lo conectas a la corriente o al ordenador…
Llevas el teléfono en el bolsillo y recuerdas que no has llamado para anular una cita, un pedido, un mensajero… lo sacas para hacer una llamada. Te has quedado sin batería. La llamada es urgente. Muy urgente. Llegas al coche y lo conectas al cargador.
Te sale el aviso de que empieza a cargarse…
Pero aquello no arranca. Aprietas el conector dock del iPhone, por si está mal conectado. Aprietas el conector USB por si no hace buen contacto. Pasan los minutos. Crece tu angustia. Miras continuamente el teléfono, por si ha cambiado y no te has dado cuenta.
Más minutos. Dos, tres, cuatro… ¿Pero cuánto tiempo necesita el iPhone para estar operativo?
Cualquier otro móvil, por más sencillo, estúpido, aberrante que sea, en cuanto lo conectas a la corriente está listo para recibir y enviar llamadas.
Cierto que cuando -¡por fin!- está disponible, su carga te permite una cierta autonomía. Pero esos minutos que pasan mientras queda listo para poder usarse, son interminables.
Y mientras tanto, la cita ha llegado, la persona ya ha salido, el mensajero está en camino o el pedido se ha enviado.
¿De qué sirve tener el teléfono más inteligente del mundo si no es capaz de hacer la cosa más tonta y evidente (llamar por teléfono)?
Apple, quiero “instant on” (encendido instantáneo) para el iPhone ¡ya!
