La tan denostada pirateria contribuyó a recuperar una de las películas de los Hermanos Marx, «Animal Cracker´s» (en España, no me pregunten porqué, «El conflicto de los Hermanos Marx»).
«Animal Crackers» fué rodada en 1930, sobre una obra de vodevil interpretada en los años 20 por los Hermanos Marx.
En los años sesenta y setenta se vivió la recuperación de la figura de los geniales cómicos, de manera que existía cierta demanda de su material. Así algunas de sus películas llegaron a reestrenarse con notable éxito, o bien a emitirse por televisión. Sin embargo una de las obras permanecía ilocalizable para el gran público, guardando polvo en un cajón de la Universal Pictures, propietario del catálogo Paramount anterior a 1948.
No podía hacerse nada comercialmente con la película por un problema con los derechos de autor sobre la letra de la música de los números que se interpretaban, 44 años despues de su estreno.
La película languidecía en el olvido de los estudios, mientras en Anaheim (California) se proyectaba una copia pirata de la misma. La copia era espantosa, el sonido horrible y las figurabas borrosas (vamos, como uno de los «screeners» actuales), sin embargo el cine registraba una notable entrada en cada pase.
Así un grupo de fans de los Hermanos Marx de la universidad de California pudieron visionarla y decidieron crear el CRAC (Committe Re-release Animal Crackers) o Comite para el reestreno de «El conflicto de los Hermanos Marx».
Se organizó una recogida de firmas para pedir al estudio el reestreno, e incluso Groucho Marx, ya octogenario, solicitó a los responsables que hicieran lo posible por reeditar la película. Pero el estudio no tenía claro el éxito de la obra y dudó en tramitar las negociaciones con los herederos del autor de las letras. Finalmente se estrenó en Los Angeles, dando las filas para verla la vuelta a la manzana durante un par de meses.
Finalmente se estrenó en todo el país y en la premiere en Nueva York, el 23 de junio de 1974, al que acudió el propio Groucho, se organizó un formidable tumulto de personas deseosas de contemplar la película y al genial creador.
Esta «anecdota» me permite invitarles a reflexionar sobre el sentido de todo esto que debatimos sobre la propiedad intelectual, y hasta que punto esta se sitúa incluso por encima de la obra. Y también sobre como los herederos de un autor pueden bloquear la función propia de la obra de su autor, a pesar de no tener ningún mérito, más allá de haber nacido, que les haga merecedores de tal potestad.
Y como los ciudadanos, en este y en otros casos, se ven obligados y recurren a la mal llamada piratería con la única finalidad, no de dañar, sino de honrar a los autores contra los absurdos de los «comerciantes». Si al final va a resultar que compartir es bueno, hasta para los autores…
Leído en Del derecho y las normas
… Y cuando vaya a las Fallas tambien tendre que pagar a los herederos del compositor de «Paquito el chocolatero», claro. Supongo que con un canon en la horchata.
La mula es una maldición para la industria del entretenimiento pero una bendición para la cultura.