Cuando Apple lanzó Apple Pay en 2014, en un evento 10 años antes del lanzamiento del iPhone de este año, Apple prometió que la función “cambiaría la forma en que pagas”. La mayor parte de los analistas miraron con escepticismo su aparición, y fue noticia una y otra vez la cantidad de sitios en los que no se aceptaba o lo lentamente que los negocios se iban sumando a la tecnología.
Una década después, Apple Pay está en todas partes.
El objetivo de Tim Cook, según él mismo ha dicho, es vivir para ver la desaparición del dinero en efectivo. Aunque eso no es necesariamente bueno para los ciudadanos, lo cierto es que la facilidad y la fiabilidad de la tecnología de Apple ha cambiado definitivamente nuestra visión de lo que necesitamos llevar encima para salir a la calle. Con un Apple Watch o un iPhone puedes hacer frente a cualquier gasto que surja, aunque no lleves un céntimo encima.
La Oficina de Protección Financiera del Consumidor de EE.UU. estimó que 55,8 millones de estadounidenses hicieron un pago en la tienda con Apple Pay en el mes de abril de 2023. Apple dice que Pay funciona en más del 85 por ciento de los minoristas en los Estados Unidos.
Una década después de su lanzamiento, Apple Pay está a punto de convertirse en el caso de prueba perfecto para el futuro de Apple.
Después del caso antimonopolio en los EE. UU. y una serie de nuevas reglas en la UE, Apple anunció que a partir de iOS 18.1, los desarrolladores de terceros podrán habilitar las transacciones de tap-to-pay en sus propias aplicaciones.
Los usuarios también podrán establecer una aplicación predeterminada para pagos sin contacto y cambiar lo que sucede cuando hacen doble clic en el botón de encendido.
Una persona que trabajaba en medios de pago en un gran banco nos reconoció off the record que se trata de una batalla espuria. Ningún usuario va a dejar de usar Apple Pay para usar una app de un banco concreto.
En sus palabras textuales “funciona demasiado bien”.
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