iOS se consolida como el sistema operativo prioritario para los operadores de juego

La industria de los juegos de azar se trata de un sector sensible cuya regularización siempre se ha situado en primera línea de fuego de todos los debates. No sin motivo, los juegos de azar, si bien pueden resultar una buena fuente de ocio y entretenimiento, también puede generar problemas más profundos como la ludopatía. 

Aunque a menudo son considerados como un ocio propio de unos grupos demográficos concretos, nuestra sociedad en su totalidad no es ajena a los juegos de azar. Las tragaperras de los bares, las noches de bingo o la lotería de navidad forman parte de nuestro imaginario popular. Por este motivo, para evitar las malas praxis existe una Dirección General de Ordenación del Juego (DGOJ) bajo la responsabilidad del Ministerio de Consumo.

La historia de España con los juegos de azar viene de largo. Cervantes ya escribió sobre un proto-blackjack en una de sus novelas picarescas. Sin embargo, aunque en el siglo XIX ya se empezaron a ver algunas legislaciones al respecto, no fue hasta el siglo XX cuando se crearon leyes específicas para regular esta actividad.

Durante los años 20 del siglo pasado proliferó la construcción de grandes casinos como centros neurálgicos del entretenimiento más exclusivo. De hecho, por esta razón es bastante habitual encontrar notables edificios modernistas y eclécticos en las zonas más céntricas de capitales de provincias y núcleos urbanos importantes. Algunos siguen siendo casinos, otros se han convertido en hoteles, centros comerciales y otros establecimientos, pero siguen siendo un vestigio de la realidad burguesa de principios del siglo XX.

Luego llegó el franquismo, que, continuando con el legado de Primo de Rivera, adoptó una actitud prohibicionista del juego que generó un submundo de timbas y locales clandestinos sin ningún tipo de control. Hasta que se consolidó la democracia, y con ella el aperturismo hacia una industria que había pasado 40 años bajo la economía sumergida.

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La legislación que llegó con la democracia era moderna, pero no lo suficiente para seguir el ritmo de uno de los mercados más pioneros y adaptativos que existen. Para los años 2000 la norma escrita no contemplaba muchos de los usos y costumbres de los operadores de juego y los usuarios. El boom tecnológico y paso a una sociedad conectada y globalizada obligó al gobierno a promulgar la actual ley vigente, la de 2011, que, como principal novedad, contenía pautas para la regulación del juego en línea.

Y es que internet ha cambiado por completo el paradigma de los juegos de azar. Antes, con una actividad reducida a determinados establecimientos especializados, era mucho más fácil controlar aspectos básicos para el monitoreo como la prohibición de entrada a menores de edad y ludópatas, así como la inspección de que todo juego transcurre con garantías y sin fraude.

Ahora los barrios se han llenado de pequeñas salas de juegos, pero no sólo eso, sino que cualquier persona puede acceder a un casino en línea tanto desde su casa como desde cualquier parte gracias a su teléfono móvil. 

Este nuevo panorama obliga a tomar nuevas medidas de precaución, regulación y concienciación. Es importante que accedamos a sitios web y aplicaciones correctamente regladas y con garantías y sello de juego seguro y responsable. Como el vídeo bingo de Betsson, que dispone del beneplácito de la DGOJ.

Pese a la regulación de 2011 y los esfuerzos del Ministerio de Consumo por perseguir a operadores de juego no autorizados, es posible toparse con casinos online de dudosa procedencia, especialmente a través de aplicaciones de terceros. Por ello, iOS se ha convertido en los últimos años en el sistema operativo preferente para acceder de forma segura a servicios de juegos de azar.

Todos sabemos que Apple se toma muy en serio su sistema cerrado, incluso entre sus propios entornos. Hace poco hemos sabido que ha bloqueado la ejecución no oficial de aplicaciones iOS en MacOS porque quiere que sea el desarrollador el que decida si quiere habilitar y optimizar esa función.

Esa filosofía es la que ha llevado a la gran mayoría de operadores de juego legales a subir sus aplicaciones de forma prioritaria a la App Store. De hecho, aunque Google Play, por razones de flexibilidad y menos filtraje dispone de un catálogo más amplio de aplicaciones de casino, lo cierto es que las principales compañías de la industria desarrollan sus aplicaciones en primicia para iOS y luego las portean a Android meses después.

Algo para tener en cuenta, sobre todo si consideramos que las normas sobre juego seguro y responsable de Apple son mucho más estrictas que las impuestas por Android. No es la primera vez que los de Cupertino actualizan sus condiciones de uso sobre esta industria y ya han demostrado que no les tiembla el pulso a la hora de hacer cribados masivos para toda aplicación que no cumpla con sus requisitos.

No es de extrañar, por tanto, que cada vez más, iOS se esté consolidando como la plataforma preferida de los consumidores de diversos juegos en línea. Queda por descubrir si esa situación se prolongará en el tiempo o si, por el contrario, Google empieza también a hacer algo al respecto.

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Alf

Propietario de www.faq-mac.com.

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