Desde hace años no tengo ninguna cámara dedicada (no tengo réflex y tengo una compacta abandonada, como si no la tuviese) y todas las fotos y vídeos los hago con el iPhone. Y viendo la experiencia de compañeros y amigos, he hecho bien en no gastarme el dinero en una gran cámara. Pero echo de menos un poco de zoom.
En la Keynote del pasado 12 de septiembre de 2017 Apple presentó en un primer momento el iPhone 8 y iPhone 8 Plus. El modelo de tamaño medio (el tamaño más pequeño es el del iPhone SE) tampoco tenia cámara dual está vez, lo que decepcionó bastante ya que esperaba poder tenerla en ese tamaño.
La cámara dual de los iPhone Plus es un conjunto de dos cámaras, una con una apertura habitual, hacia el gran angular (en este caso ƒ/1,8) y la otra tiene la función de teleobjetivo (en este caso ƒ/2,8), lo que supone un zoom óptico.
El tener un zoom óptico es muy práctico para hacer muchos tipos de fotografías sin perder calidad (como sucede con el zoom digital).
Hay fabricantes que han desarrollado lentes para iPhone pero las medianamente buenas tienen precios elevados, además de tener que montarlas y desmontarlas para su uso y son incompatibles con las fundas.
Así que la única solución, si quería esa cámara, era pasar por el tamaño del Plus. Estoy convencido de que trabajar con esa pantalla es mucho mejor pero me resisto a ese tamaño de teléfono, sobre todo por usarlo con una mano y llevarlo en el bolsillo.
Y entonces llegó el iPhone X a solucionar el problema (y de paso a exprimirme el bolsillo): la cámara dual y el tamaño del iPhone medio. En realidad es ligeramente más grande que el iPhone medio pero mucho más pequeño que el Plus. Y de regalo, la pantalla es más grande que la del Plus.
En cuanto al peso, está en una situación media entre el iPhone 8 y el iPhone 8 Plus.
