Este descubrimiento echa por tierra teorías dadas por válidas desde hace mucho tiempo que afirmaban que el insigne artesano de instrumentos que dio su nombre a los violines (Antonio Stradivari) empleaba ingredientes inusuales e incluso secretos en sus barnices. Los Stradivarius se caracterizan por su sonido único y también por su asepcto, extremadamente hermoso, por lo que, durante siglos, los especialistas se han preguntado por el tipo de barnices que utilizaría Stradivari en su fabricación.
Un equipo franco-alemán formado por científicos y fabricantes de violines estudió cinco instrumentos de Stradivari, concretamente cuatro violines y una viola de amor, que forman parte de la colección del Musée de la Musique, y que fueron fabricados a lo largo de un periodo que abarca treinta años.
A partir del análisis de diminutas muestras de madera y barniz de partes de cada instrumento seleccionadas meticulosamente, los científicos pudieron establecer que en estos instrumentos fueron aplicadas dos capas de barniz: un simple aceite secante que penetraba hasta la décima parte de un milímetro en la madera del instrumento (empleado probablemente como sellante), y encima otra capa a base de aceite, resina de pino y pigmentos.
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Así pues la calidad reside en el violinista.