Conocemos demasiado bien, por desgracia, que los argumentos de este tipo funcionan y ya hemos visto en numerosas ocasiones que persiguen en el fondo es la eliminación de libertades y la privación de derechos a la búsqueda del beneficio de determinados centros de poder. Las premisas de Markoff son engañosas porque pervierten una realidad, la del Internet, hasta convertirla en algo completamente perverso y peligroso. El objetivo, como siempre en estos casos, es la ignorancia de la mayor parte de la población: solo puede temerse aquello que no se conoce.
Me he permitido traducir una amplia porción de la columna de Markoff para discutir brevemente sus puntos de vista. Creo que sus argumentos ya los hemos oído todos más de una vez; pero veo con preocupación que desde medios supuestamente abiertos y de izquierdas como el New York Times se publiquen estas “cosas”, porque suele ser un buen indicio de que una nueva campaña para atemorizar a la sociedad está en marcha y, desde luego, no atiende al interés común, sino al particular. Me dejo de preámbulos y paso a glosar las palabras de Markoff.
El discurso funciona bajo premisas retóricas muy básicas. Expone en primer lugar los peligros del uso de la Internet actual para luego dar voz al final de cada argumento a los “pequeños” peros que pudieran existir. Se trata de un mensaje poderoso no porque vaya dirigido a aquellos que entienden en alguna medida el funcionamiento de Internet, sino precisamente porque remite al usuario común, aquel para quien el comercio o el correo electrónico se hallan envueltos por un aura de fascinación y misterio. Solo un mínimo de sentido común nos dice que cualquier faceta y actividad en la vida requiere un cierto grado de prudencia, incluso salir a comprar el pan o darse una ducha; ningún gobierno, por poderoso que sea, puede hacer nada contra la estupidez y la inconsciencia individual, regule como regule. La propuesta de Markoff es en este punto perversa, habla de un mundo que ya viven los usuarios corporativos y miembros del gobierno —recuérdese con qué ejemplos comenzó la exposición del problema— porque de eso se trata, de poner Internet en manos de corporaciones y de instituciones gubernamentales.
Pocas personas cabales estarían dispuestas a renunciar a sus derechos y a su intimidad por un mundo mejor, fundamentalmente porque la proposición invalida el silogismo: ¿cómo puede ser que yo, un ciudadano honrado, deba renunciar a mis derechos para fortalecer un estado de derecho? ¿Cómo puede ser que deba ceder mi libertad para coartar la del que delinque? Cualquiera sabe que se trata de una lógica imparable y acumulativa donde es imposible poner un límite, y ceder ese poder a un Estado —el que sea— no conlleva la restricción parcial de las libertades, sino la cesión incondicional ante cualquier tipo de contingencia: el modelo de Internet que propone Markoff no permite en ningún momento recuperar la libertad cedida —lo que sería un estado de excepción—, sino renunciar a ella incondicionalmente y ad eternum.
«Si estás buscando un Pearl Harbor digital, ahora tenemos a los barcos japoneses dirigiéndose hacia nosotros en el horizonte», dijo recientemente Rick Wesson, el director en jefe de Support Intelligence, una compañía de consulting informático.
La estrategia argumentativa se mueve, como fue habitual tras el 11 de septiembre, con un salto de nivel y de paradigma. Es cierto que han aumentado los crímenes en Internet, pero está claro que también ha aumentado exponencialmente el número de usuarios de la red al igual que los delitos en el mundo real. La prevención represiva, con limitación de libertades para agresores y víctimas es una respuesta fácil —y vieja como el mundo— que beneficia la acumulación de poder en unas pocas manos, pero no se ocupa de los verdaderos motivos del problema: hacerlo nunca ha sido, ni será, rentable. Nadie discute que el acceso a las computadoras del ejército francés o de un hospital del Reino Unido es un grave problema e indica que ambas instituciones debieran regirse por una práctica —encriptación, redes cerradas o lo que se quiera— más estricta y limitada que el usuario medio; la estrategia de invertir el argumento —si ellos han caído, qué no podría pasarte a ti— apela a un instinto primario, el de protección, pero no se dirige a la respuesta más simple: el ejército francés y el sistema sanitario británico deben invertir en seguridad.
La idea consiste en levantar una nueva Internet con seguridad mejorada y las capacidades para soportar una nueva generación de aplicaciones de Internet que todavía no han sido inventadas, así como para hacer algunas cosas que la red actual hace mal, como por ejemplo permitir el acceso de usuarios móviles.
Si la red ha probado algo es su capacidad de evolución y la posibilidad de crear protocolos nuevos; otra cosa es que estemos hablando de los “datos sensibles” que manejan instituciones gubernamentales o empresas privadas, cuya privacidad se quiere defender a costa de la nuestra. La excusa es una potencial fuente de abuso que la ciudadanía no debiera estar dispuesta a asumir: uno no cede esa información ni a un partido político ni a un gobierno instituido, la cede a un cuerpo amorfo y cambiante como el Estado. Aún si el presupuesto partiera de las mejores intenciones, quienes más tienen que perder son los ciudadanos, a los que una vez más se les exige un peaje que atenta contra los ideales de justicia y equidad.
Por supuesto que no, no será necesario porque los mecanismos de control ya estarán instalados de partida en la red. Como bien se ha expuesto en otro sitio, Clean Slate no elimina las posibles puertas traseras para criminales informáticos, sino que obliga a todo internauta a instalar por defecto una que permita a un extraño la posibilidad de acceder a nuestro ordenador y con nuestro beneplácito. El vigilante, nuestro guardia, no sólo controlará los movimientos de los usuarios, sino que sabrá qué hacemos, qué nos interesa, qué buscamos y qué necesidades tenemos, es indiferente si somos criminales o no. Las hipotéticas ventajas derivadas de ello, si es que alguna hay, no compensan en absoluto el poder que se le concede a entidades gubernamentales y, por azares del destino, a corporaciones. En otras palabras, quien tenga acceso a esa información tendrá acceso a la vida de cualquier persona, e Internet se convertirá en un panóptico.
Si el Estado quiere cuidar de sus ciudadanos y protegerlos del delito, que los eduque en hábitos saludables que los hagan poco susceptibles de ser atacados por ciberdelincuentes. Utilizar un sistema operativo basado en UNIX, hacerlo desde una cuenta de usuario sin privilegios de administrador, encriptar las comunicaciones o navegar a través de un proxy son algunas de ellas. En fin, si el Estado quiere ser un padre, que al menos sea uno bueno: que eduque a sus hijos con voluntad de que en un futuro sean independientes y sepan defenderse por sí mismos, que no los atrape en una relación de dependencia eterna e incondicional.
Facilitar la identidad seguiría siendo marcadamente dificultoso en un mundo donde es tan sencillo hacerse con un ordenador ajeno a medio mundo de distancia y operar con él como si fuera el tuyo propio. Mientras esto sea así, construir un sistema completamente fiable seguirá siendo imposible.
Un artículo de Jorge Ledo en su excelente bitácora Ficta eloquentia
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Pedazo de post. Punto. Gracias Jorge. Da gusto leer cosas asi.
Este proyecto es aplaudido por el 90% de “usuarios” de Internet. Y los españoles seremos los primeros en lanzarnos a él, con la cobardía y borreguismo que nos caracteriza.
#1 Gracias a ti por leerlas y comentar, faltaría más.
#2 Veremos qué pasa, todavía hay mucho por pelear en este tema y es la responsabilidad de los que sabemos un poquito más —y yo soy el que menos sabe— concienciar a la gente de que es un problema serio al que nos estamos enfrentando.
Un saludo a ambos.
Como siempre ha dicho Tim Berners-Lee, la gracia de Internet es la neutralidad: tenemos un protocolo, TCP/IP, que es capaz de llevar tráfico de forma confiable de cualquier parte de Internet a cualquier otra, intentando de paso que llegue de la forma más rápida y segura posible. Y sobre ese protocolo se han montado cosas como SSH, FTP, el HTTP para la web, etcétera.
La versión de la parte IP del protocolo es la 4, y estaba a punto de agotarse el espacio de direcciones. Se intentó hacer una nueva versión, y después de algunos experimentos se pasó a la v6. Esa capa incluye resistencia a la manipulación, y mayor cifrado, de forma que la impersonación es muchísimo más difícil (algo deseable), y se pierde algo de anonimato, al tener todo el mundo una dirección IP identificable en todo momento.
Sin embargo, el coste de adopción de IPv6 (necesidad de cambiar todos los router de Internet para que soporten el nuevo protocolo, más cambio en todos los clientes para que ocurra lo mismo), más el alargamiento de la vida del espacio IPv4 gracias a la posibilidad de repetir direcciones cuando se está detrás de un router, han hecho que no se haya dado el paso aún, aunque cada vez hay más piezas puestas en el tablero.
En cualquier caso, IPv6 es exactamente igual de descentralizado que IPv4, y soporta muchas tecnologías interesantes. ¿Cómo van a convencernos de que dejemos de lado IPv6, y que comencemos a usar algo creado en una “pizarra en blanco”, que impone un control centralizado y una especie de estado policial en Internet? Metiendo miedo.
Así que para evitar el miedo, lo mejor es aprender conductas de seguridad: uso de contraseñas diferentes en cada servicio, minimizar el número de servicios abiertos, usar y configurar un cortafuegos, y en la medida de lo posible tener el ordenador siempre actualizado. Ah, y saber leer y escribir en nuestro idioma (y a ser posible en inglés): no sé por qué los mensajes de phising están tan mal escritos.
Si queremos seguridad sin responsabilidad, tendremos un Gran Hermano que puede dejar totalmente pequeño al de Orwell, y pasar a un estado en el que careceremos de intimidad, se podrán crear “intranets” nacionales o regionales con reglas diferentes, y muchas otras barbaridades, de paso renunciaremos a nuestros derechos de uso legítimo.
Básicamente, si renunciamos a que Internet sea realmente libre, nos encontraremos una internet con Regiones como las del DVD, y con chivato incorporado.
En este otro artículo sí que se hace hincapié en que, por un lado, puede ser valiosa la investigación sobre cómo se podría crear, en 2009, una red mundial con las mejores capacidades de Internet, más aquellas que se desean, pero también se muestra el punto de vista de los propios investigadores, que no quieren crear algo que no sirva bien para las cosas en las que Internet destaca actualmente:
http://www.simple-talk.com/opinion/opinion-pieces/exporting-our-competence/