Ahora un grupo de investigadores de la Universidad de Oslo, del instituto NILU, de CICERO y de la Universidad de Islandia concluye que la posibilidad de que los rayos cósmicos alteren la formación nubosa es muy reducida.
Hay pocos datos científicos sobre la influencia de los rayos cósmicos en la formación de nubes y los investigadores que se adhieren a la hipótesis encuentran muy poco apoyo entre sus colegas.
Según Jon Egill Kristjansson la reducción de rayos cósmicos no parece que reduzca la formación de nubes. Añade que además la mayoría de los estudios no muestran una reducción en los rayos cósmicos durante las pasadas décadas y que las explicaciones astronómicas del calentamiento global no son muy inverosímiles.
Kristjansson y sus colaboradores analizaron observaciones realizadas durante eventos de decrecimiento Forbush. Estos eventos consisten en una rápida disminución de rayos cósmicos galácticos intensos que siguen a las eyecciones masivas coronales del Sol. Suceden debido a que el campo magnético del plasma que compone el viento solar barre los rayos cósmicos que podrían alcanzar la Tierra, desviándolos de su trayectoria original.
En total analizaron la formación nubosa durante 22 de esos eventos entre 2000 y 2005 con el instrumento espacial MODIS. No hallaron correlaciones estadísticamente significativas entre el bajo flujo de rayos cósmicos galácticos y la formación de nubes en ninguno de sus parámetros.
Los investigadores se centraron para mayor claridad en los océanos del Hemisferio Sur, examinado áreas donde la señal de los rayos cósmicos debería ser más fácil de detectar que en cualquier otro sitio.
Según este estudio la reducción o aumento de rayos cósmicos no desemboca en menor o mayor formación de nubes, tanto durante los estallidos como en los días posteriores. De hecho se producía tanto un aumento como una reducción en la formación de nubes dependiendo del caso. No hallaron ningún patrón de comportamiento en este asunto.
Joanna Haigh del Imperial College London, y no implicada en este trabajo, ha investigado posibles relaciones entre la variabilidad solar y el cambio climático moderno. Según ella el estudio nórdico es de gran calidad y apoya otros trabajos recientes que llegan a las mismas conclusiones.
Una vez más se confirma el origen antropogénico del calentamiento global debido a las emisiones de gases de efecto invernadero. Cualquier otra teoría alternativa no ha encontrado apoyos experimentales hasta el momento, incluyendo esta hipótesis de los rayos cósmicos.
Fuente: La Flecha
Una investigación ha concluido que “la posibilidad de que los rayos cósmicos alteren la formación nubosa es muy reducida”, ergo “una vez más se confirma el origen antropogénico del calentamiento global debido a las emisiones de gases de efecto invernadero”.
Claro. Lógico. Y si a alguien se le ocurre decir que ese “razonamiento” es una memez, se le machaca y se le margina, y por supuesto se queda sin fondos.
Estoy de acuerdo con que el razonamiento, tal y como lo enuncias, no sigue ninguna lógica. Sin embargo, lo que hay que decir es:
a) El calentamiento global es un hecho. El documental “El gran timo del calentamiento global” mostraba gráficas que paraban en 1970 para que pareciera que ni siquiera estamos en la época más caliente. Con las gráficas hasta nuestros días está claro que estamos sufriendo un calentamiento.
b) El CO2 que existe ahora mismo en la atmósfera procede, en su mayoría, de la actividad humana. Y eso SE PUEDE DETERMINAR porque el CO2 que no viene de la quema de carbón o el petróleo, sino del ciclo normal del CO2, tiene otra composición de isótopos.
c) Se especulaba con que los rayos cósmicos pudieran ser gérmenes de la creación de nubes, y que el ciclo del CO2 no tiene nada que ver con la temperatura, y si la cobertura de nubes. Lo que hace este estudio es probar que los rayos cósmicos no están correlacionados con la formación de nubes. Así que sigue siendo posible buscar otra causa distinta de la del origen humano, pero una de ellas parece quedar descartada… aunque habrá que revisar el estudio.