Al parecer, ante determinados estímulos, ciertas expresiones genéticas se activarían –en respuesta a señales sociales-. Así, por ejemplo, en el caso de las abejas, aquéllos individuos dedicados a buscar comida envían señales (mediante feromonas) a las abejas más jóvenes que determinan “si hay suficientes abejas exploradoras o no” como para asegurar el alimento a toda la comunidad.
Dependiendo de dichas señales, y de lo que necesite la comunidad, algunas abejas jóvenes se convierten en nuevas abejas exploradoras, incluso mucho antes del tiempo que suele ser habitual dentro de la vida de una abeja. Según los científicos, estas investigaciones indican que la experiencia afecta continuamente al nivel genético de las especies, obligándolo a regulaciones constantes.
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