Tras la siniestra estela de un terremoto, un atentado terrorista o, simplemente, un fallo fatal en la estructura de un edificio, la imagen siempre se repite: los equipos de rescate levantando, con tiento, los escombros, mientras aguardan a intervalos, en silencio, alguna pista del paradero de las víctimas. El tiempo en estas circunstancias es vital, pero, cuando un inmueble colapsa, nadie, ni siquiera los perros adiestrados en tareas de rescate pueden adentrarse por el peligroso amasijo de piedras, ladrillo y cemento para localizar con rapidez a los supervivientes.
En breve, sin embargo, alguien –mejor dicho, algo– podrá llevar a cabo esa tarea: un robot equipado con dos brazos mecánicos que imitan a los del topo europeo, creado por investigadores de la universidad de Manchester, cuyo diseño será publicado en breve en la revista ASME Journal of Mechanical Design.
Aunque los robots llevan tiempo actuando en entornos difíciles, el ingenio desarrollado por Robin Scott y Robert Richardson, de la School of Computer Science, presenta una novedad frente a sus compañeros: es capaz de excavar y retirar obstáculos, algo imprescindible para poder avanzar entre los escombros derruidos de una construcción.
El secreto está en que imita, en palabras de Scott, a “la excavadora más especializada de la naturaleza”, el topo europeo. Los investigadores, que llevan casi dos años y medio trabajando en este proyecto, se fijaron primero en el oso hormiguero, luego en el armadillo, para concluir finalmente que las habilidades de este diminuto animal –mide 12 cm–, que se pasa la vida horadando túneles bajo tierra, eran las más indicadas para inspirar un mecanismo capaz de retirar los restos de muebles, baldosas o cemento que encontrará en su camino hacia las víctimas.
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¿Me lo parece a mi solo o ese robot es casi clavado al de Planeta Prohibído?
Y la imagen es solo “ilustrativa” y relativa al tema, no es el topo en si.