Entender el Apple Watch

No voy a entrar en la parte técnica del Apple Watch: eso es algo que funcione bien o mal, será corregido sobre la marcha por Apple y al igual que otros dispositivos, irá mejorando con el tiempo. Pero sí quiero detenerme en el concepto en sí del dispositivo que está siendo interpretado erróneamente.

Para empezar el Apple Watch no es un sustituto del iPhone. Es un compañero. De hecho, es necesario un iPhone para gestionar el Apple Watch. Así que si pensabas que evitarías sacar el iPhone del bolsillo con el Apple Watch, mala suerte, te has equivocado. Lo tendrás que sacar en muchas ocasiones, aunque el reloj te evite otras y esas “otras ocasiones” tienen una razón que escapa fuera de la tecnología ya que están atadas al propio concepto social y productivo del aparato.

Es tu modo de vida

El Apple Watch es un dispositivo personal con un diseño pensado para una forma de vida muy diferente a la de tu entorno. Pero permitirme contaros una anécdota.

Trabajando en Austria, se me ocurrió en una ocasión, después de terminar una reunión con nativos del lugar que sería un momento estupendo para echar unas cervezas. Algo muy natural en nuestra cultura… terminas, es ya la hora de salir y es un momento perfecto para socializar en un bar.

Pues no. Todo el mundo sacó su agenda porque todo el mundo tenía algo que hacer. Eso sí, todos estaban dispuestos a esas cervezas, pero había que elegir un día (agendar, como ellos dicen pero en alemán) que viniera bien a todos. Que fue 6 días después.

Esto no es único de Austria. Pasa en toda centroeuropa, en Estados Unidos, en gran parte de Asia… vamos, que nosotros somos la excepción, no la regla. Todo el mundo tiene un entorno social, laboral e incluso familiar organizado y reglado y se usan los recordatorios y las agendas de una forma que para nosotros podría ser excesiva, pero para ellos, por supuesto, no, porque resulta productivo y se llega a todo.

Así, un entorno vital reglado genera un montón de notificaciones. No notificaciones de interacción como mensajes de Whatsapp o similares, sino notificaciones de acción: hay que hacer esto, hay que hacer lo otro, con la ventaja adicional que “cumplen” en la mayoría de los casos y no llegan tarde a las reuniones, te llaman cuando se han comprometido a hacerlo y pagan a su hora. Pero bueno, esa es otra historia.

El caso es que en un entorno reglado en el que no te saltas la organización del día, en la que tiras de notificaciones continuamente el Apple Watch es de gran ayuda y son esas las notificaciones que recibes en el reloj y que evitan que tengas que sacar el teléfono continuamente. No son interacciones, son recordatorios.

Esto se magnifica aún más en un entorno urbanita en el que te desplazas con mucha frecuencia en transporte público, metro o incluso en coche durante medias y largas distancias para ir trabajar o para realizar recados. El Apple Watch realza ahí todo su valor junto con la capacidad de recuperar información muy puntual sobre la marcha sin la necesidad de extraer el teléfono.

Ese es uno de los puntos clave del Apple Watch. Es un poderoso gregario que ademas de tener otras características (fitness, salud, etc) está pensado para agilizar tu día a día y gestionar notificaciones cuando tienes muchas y las recibes con frecuencia porque tienes un entorno organizado a lo largo de una vida digamos… compleja.

Cuando tu modo de vida no se adapta a cómo se ha diseñado este dispositivo (muy personal, otra vez) se le acusa de que no sirve. Vale, puede estar verde, puede mejorar con el tiempo, pero si lo que pretendes es estar chateando por Whatsapp con el reloj, vete haciendo a la idea de que no es el soporte perfecto para ello por razones evidentes y que no es tu dispositivo.

El gran problema del Apple Watch, al igual que con toda la electrónica de consumo, sea de la marca que sea, es que en muchas ocasiones los analistas usan su propia vara de medir pensando que ese es el canon que todo el mundo utiliza (o debería utilizar, en su fatuidad) cuando la realidad nos dice que hay que levantar la vista y ver más allá de los arbolicos del bosque. Entonces es cuando es posible entender el espíritu de un dispositivo y poder ponerlo en su lugar, bueno o malo.

 

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dueta
dueta
8 years ago

Completamente deacuerdo con el articulo, yo comence a plantearme la adquisicion de uno en cuanto vi la aplicacion de things y de due que son las que utilizo diariamente como GTD. A ver si hay suerte y sale mailbox antes del 26 y ya tendre las q mas me interesan…

Malange64
Malange64
8 years ago

El problema en algunos casos es el de siempre, gente que no pierde ocasión para poner verde a Apple con cualquier excusa, normalmente porque les jode el precio de sus dispositivos, y lo hacen encima sin haberlos probado. En otros casos es porque se tienen ciertas expectativas sobre lo que puede hacer un aparato y ó no es así, o realmente no son útiles para esa persona, como yo pienso ocurre en mi caso. Un saludo.

erretxea
erretxea
8 years ago

Pues como estoy en España, y más concretamente en Zaragoza, tras ver el bosque y los arbolicos, creo que me gastaré lo del Apple Watch en cervecicas, que me tomaré cuando me salga de los coj**cicos.

cammorin
8 years ago

erretxea Coño te sigo y te invito a las primeras cervecicas, pero con un aperitivico. Tienes toda la razón. Con lo que quiero a los maños… Que rico es este España nuestro. En nigún lugar de éste mundo hay la variedad que hay en Españita.

Yules
Yules
8 years ago

Yo nunca he pensado ni pretendido que fuera otra cosa que una interfaz del teléfono con forma de reloj, por lo que en ese sentido estoy bastante conforme, sin embargo creo que el modelo actual tiene problemas y carencias que podrían mejorar en el futuro.

Tal como se vende ahora, quizá por esa utilidad sólo relativa, es un producto de lujo. Un producto que, sobre todo, habla de lo que cuesta, de que se tiene el dinero para pagarlo a él y a el teléfono que lo acompaña, sin necesidad siquiera de exhibir el teléfono. Con este enfoque, también tendrá su mercado, aunque sea de nicho en el nicho en el que se han convertido los teléfonos de Apple en esta época de escasas subvenciones a los terminales. Pero eso, para el usuario de a pie, hace que el teléfono y sus accesorios tengan unos precios que, más que prohibitivos, parecen entre insultantes y ofensivos. No es de extrañar que tanta gente se sienta compelida a defenderse atacando. 😉

Por lo que se refiere a las carencias técnicas hay una que me parece especialmente grave: la batería, pero no en el sentido de su autonomía en el que se ha la venido atacando tradicionalmente. Con la capacidad de almacenamiento de las baterías no se han hecho muchos milagros en los últimos años (salvo que uno sea chino, claro, ya que a sus baterías low-cost les debe calcular la carga el Gran Capitán ;-)) y su capacidad de almacenamiento ha ido aumentando con cuentagotas, y una vez aceptado que en esa caja y con esa maquinaria sólo cabe una batería de 205 mAh, lo que no me parece de recibo es que tarde 2,5 horas en cargarse.

En su momento me pareció un error que el reloj heredase la filosofía de los smartphones de “por la noche a la cunita”, ya que eso, por ejemplo, lo inutilizaba como cuantificador del sueño. Pero es que tampoco pensaba que su batería fuera a tardar más de 1 hora en cargarse. Una batería que se carga en una hora se puede cargar en cualquier momento. Entonces ya sólo quedaría poder cargarla en cualquier lugar.

Aquí era donde podían haber conseguido la segunda ventaja. Con ese puerto condenado de utilidad misteriosa (y en el que tengo depositadas grandes esperanzas para el futuro) y unas pulseras ad-hoc, se podría haber conseguido que se le pudieran dar chutes parciales o totales conectándolo al propio teléfono, del que siempre va a estar acompañado. Eso eliminaría el factor incertidumbre con respecto a la autonomía, e incluso le podría hacer independiente de su propio sistema de carga, porque ¿a quién no le sobran 100 ó 200 mAh en su iPhone?

En fin, que me gustaría probarlo, pero comprarlo, hoy no, mañana.

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