Tal y como auguraba en el boletín, han sido semanas turbulentas, donde he hecho lo posible por cumplir, pero a veces, sinceramente, me ha superado la circunstancia.
Ni un renglón más sin agradeceros a los que toleráis mis dispersiones (este año nadie me ha escrito diciéndome que por qué no me atengo a los trucos y a las cosas de Apple), y especialmente a los que os habéis sentido “tocados” por las flechas, os habéis acordado de los enfermos y los que están solos, y a todos los que me habéis hecho llegar, por un medio u otro, vuestros mensajes respondiendo a alguna de las reflexiones de estos diez días (mal contados).
Toca volver a la realidad, a la web, a los boletines, a los podcast, a Telegram… y a todo lo que la providencia nos ponga por delante, siempre desde el sentido del servicio a la comunidad.
Ha sido difícil, como cada año, atreverme a publicar textos personales, alejados de la tecnología. Pero reconfortante por haber podido sacarlos de dentro. Al fin y al cabo soy un privilegiado que tiene este balcón para contar y cantar sus miedos, sus pensamientos, sus deseos.
Al igual que en la calle, unos se paran a escuchar y otros siguen su camino apenas mirando “al loco ese”. Pero todos formáis el “público” así que agradezco todo, al que solo pasa por aquí y al que se queda para compartir conmigo sus dos minutos de lectura.
A partir de ahora toca volver a sacar el bloc e ir anotando pensamientos, frases y situaciones que me parezca que merecen la pena, para el año que viene volcarlos en otros diez días de verano.
Ahora toca apretarse contra el asiento porque el trimestre que se nos avecina va a ser de aúpa, y aquí estaremos para contarte lo relevante, limpiando las noticias de superficialidades, rumores, y no-noticias.
Mientras tanto, como siempre, te deseo que seas feliz y que seas buena persona.
Pd.: Me permito recordarte que todos los “Diez días de verano” que he hecho (y ya van siete años) están archivados aquí
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