¿Estamos presenciando el final de la era de las redes sociales?

Los que estamos sumergidos en las nuevas tecnologías tendemos a dejarnos llevar por el caudal de novedades que continuamente entierra lo que ayer parecía interesante.

A los problemas de Facebook le sigue la demanda de Epic contra Apple que le sigue los despidos en Twitter que se olvidan porque Meta también despide gente que pierde relevancia porque parece que Apple también nos espía, a pesar de todo, aunque nos olvidamos rápido porque Amazon dice que también le sobra gente.

Seguro que comprendes que he alterado la línea temporal para mostrar mi argumento, ahorrándote las salpicaduras de presentaciones de productos aquí y allá…

Todo ello forma el continuo de información que hace que nada nos duela, ni nos sorprenda, ni nos decepcione (bueno, algunas cosas sí, ¿verdad Apple?). Pero tenemos que dar un paso atrás, o a veces retroceder varios kilómetros para poder tener perspectiva de lo que de verdad está pasando.

Facebook tuvo problemas severos de espionaje de sus usuarios (recordemos aquí los perfiles fantasma). Ante la pérdida de confianza de los usuarios Facebook decidió cambiar de nombre, como si eso impidiera que “mona se queda” y decidió que sus dias terrenales estaban llegando al fin y que era el momento de mudarse a su propio Raticulín, llamado Metaverso… que nadie pedía ni necesitaba, con la esperanza de -siendo el primero y poniendo la bandera de terreno conquistado- poder vendernos la misma burra otra vez. Consecuencia: 13.000 personas a la calle y la sensación de que habrá muchos más.

Lo que es más importante, el fin del metaverso como Zuckerberg lo conoció ratifica la condena de Facebook a un declive progresivo e imparable, que termina en la irrelevancia de los Myspace, etc.

Twitter también atravesó problemas de credibilidad, que si la derecha, los neonazis, la necesidad de cancelar a todo aquel que se salga de lo que se determina como aceptable (ah, ese concepto inaprensible del “discurso del odio” fundamentado, precisamente, en el odio a todo aquello que no nos conviene o confirma nuestras creencias) y, de repente, Elon Musk.

Como si todo el sainete fuera poco, el reality tecnológico que creó con su forcejeo bravucón de ” te compro, pero no” y los dueños que ven la oportunidad de pasar la patata caliente a otro y no están dispuestos a dejar pasar la oportunidad.

Resultado: los anunciantes detienen sus campañas en Twitter, Musk despide a unos y otros se van. Los usuarios pasan de todo e intentan aparentar que no pasa nada, que todo seguirá igual, pero no.

Nada será igual. Estamos en un cambio de época en la sociedad de la información y se ha sobrevenido por una serie de circunstancias que nadie podía imaginar.

Me vais a permitir que no me extienda sobre Tik Tok y sus problemas de privacidad (yo creo que acabarán prohibiéndola, rematando así la épica época de los “mass media” tecnológicos), porque no la considero una red social (al nivel de Twitter o Facebook) sino un medio de consumo de comunicación, fundamentalmente unidireccional. Me recuerda a los experimentos que se hicieron la televisión interactiva -pero mejorado, porque no están en el aparato de televisión.

¿Quieres decir que esto se acaba?

No, claro que no. Simplemente estamos abocados a una nueva atomización de las comunicaciones interpersonales. Nos iremos diversificando por otras redes que irán surgiendo, y muchos millones seguirán en Facebook y Twitter, pero los mitos, lo que les hacia intocables, su escudo deflector, ha caído.

¿Puede Musk reflotar Twitter? Probablemente. Después de la montaña rusa de rectificaciones, una vez consiga implantar un sistema de suscripción que funcione,… mucha gente seguirá usándolo como medio de expresión de ideas e intercambio de opiniones.

¿Puede Facebook seguir? Por supuesto, aunque, al igual que MySpace se convertirá en el cementerio donde los mayores siguen en contacto con compañeros de colegio, amantes (viejos y nuevos) y gente que un día fue importante en nuestras vidas y ya no lo son, pero no queremos reconocerlo.

Pero la atención de la masa es volátil. Si dejas de ser relevante, pasan a la siguiente cosa que les atraiga. Y poco a poco todos miraremos hacia otro lado, como ha pasado con tantas cosas que en su día parecían pilares fundamentales de nuestra civilización (la televisión, por ejemplo, y todo el mundo sabe que lleva la etiqueta de caducidad colgada de la “antena”).

Así que prestemos atención, porque es probable que estemos viviendo tiempos “históricos” en lo que concierne a cómo nos relacionamos virtualmente.

Alf

Propietario de www.faq-mac.com.

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