Las viejas nuevas tecnologías en la educación

Una parte de estas personas cree que el mundo tecnológico es la panacea, hacemos de todo y siempre dentro del aula, vivir en el libro digital, trabajar con ordenadores, mochila de tablet, gafas VR, …

Otro grupo de personas sienten urticaria cuando hay algo digital cerca, algunas de ellas se rellenan de aura celestial para hablar desde un púlpito que denigra la tecnología como elemento que pueda utilizarse para el aprendizaje. 

Y el tercer grupo, el que nos interesa, es el que utiliza la tecnología intentando introducirla en el proceso de aprendizaje de la forma más natural posible, con un sentido propio de proceso más que del fin.

Los dos primeros grupos mantienen posturas muy radicales.

El primero alentado por nuestras administraciones, más interesadas en hacer desembolsos millonarios que consiguen portadas y artículos de periódicos para más honra del votante.

Este grupo, bien porque no tiene claro qué y cómo hacer o porque la administración se lo pone muy fácil, acaba introduciéndose en muchas de las tecnologías que las administraciones facilitan, pero sin saber cómo orientarse…  es casi como “darle de comer el monstruo”.

Esto tiene un doble peligro, primero porque este monstruo no hará mas que crecer y crecer y cada vez comerá más y más recursos. Y el segundo porque nos hemos creído lo de “mete cacharros como sea… que los regala la administración.” 

Un regalo envenenado.

Envenenado porque esto produce varios daños colaterales además del despilfarro que supone. El primero y más evidente: un gasto exagerado que no pasa ningún filtro ni auditoria educativa. 

Pero además genera un despliegue de medios que se come cualquier otro movimiento en la escuela.

Si la administración gasta millones de euros en UNA tecnología para llegar a la mayor cantidad de personas posibles, aunque esa tecnología sea una auténtica patata y nadie sepa exactamente cómo sacarle rendimiento… produce una abandono de otras políticas y de otras inversiones.

Así, podemos ver cómo cualquier movimiento metodológico y pedagógico se desarma y deshace a velocidades vertiginosas y cualquier otra formación y tecnología queda absolutamente en el olvido (y no digamos si esta tecnología no proviene de la propia administración).

Si a esto le sumas que las administraciones muchas veces apuestan por tecnologías pobres en capacidades básicas que deberían soportar, se acaba generando una diferencia entre las nuevas tecnologías que introducen y lo que se debería hacer utilizando otros medios.

No me parece mal que las administraciones hayan optado por esto.

Lo que realmente me parece mal es que se coman todos los recursos humanos y económicos, lo que me parece cuestionable es que los centros no tengan capacidad para generar y decidir proyectos, lo que es increíble es que no dejen hueco para que las estrategias, dinámicas y proyectos puedan llevarse a cabo DESDE los centros.

Si los centros quieren hacer cosas, que usen el hardware que hemos homologado, el software homologado y si no les sirve para lo que quieren… no tendrán nada. Y esa es la triste realidad.

Lo mismo sucede con la formación… se come todo el espacio y todas las oportunidades. Se enseña un software y un hardware concreto. Punto.

Las actuaciones en el campo de hardware y software han conseguido que, por ejemplo, no se oferte ningún elemento de calidad para crear productos digitales basados en otros lenguaje que no sea el texto.

Y como no tengo nada mínimamente “decente” que proponer como oferta de software, directamente quito el trabajo multilenguaje de la lista. Desaparecido en combate.

Y este ejemplo se puede extrapolar a otras cuestiones: 

¿Algo para Realidad Aumentada o Realidad Virtual? No

¿Algo para crear libros digitales interactivos (que merezca la pena) por parte de los docentes? No 

¿Algún espacio para trabajar colaborativamente entre el alumnado? ¿En serio? ¿Con la que está cayendo con respecto a la LGPD? No

Y esto, señores, sucede porque se se ha puesto por delante a las personas que deciden CON QUÉ se enseña pero no tienen una idea clara de POR QUÉ PARA QUÉ y, de tenerla, se supedita a la tecnología en vez de al proceso de aprendizaje.

Por desgracia, su idea de aprendizaje (memorístico, centrado en el docente, mono-lenguaje, pasivo…) dista mucho del que debería utilizarse, ya no pensando en el futuro sino hoy mismo, en el presente. Con lo cual disparan donde no es y de paso se dejan millones de euros en el camino.

Las personas de referencia no están ni se les hace caso… y las hay pero no interesa su opinión porque el resultado implica un abandono del control total de con qué se hace y demostraría la inutilidad de muchos de sus servicios y eso… no vende.

Otro día hablaremos del problema que supone el segundo grupo… 


Manel Rives
imaXinante.com
Docente de primaria. 
Especializado en metodologías del aprendizaje y tecnología educativa. 
ADE e instructor en LinkedIn Learning para contextos formativos 

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JGVia
4 years ago

…Alejando un poco el foco de visión… lo que yo observo (soy docente) es que nunca en la historia de la educación se había discutido tanto sobre los materiales, sobre la tecnología usada. Jamás hubo problema, desde Sócrates garabateando en la arena, pasando por las enseñanzas orales de todas las etnias, y acabando en el bolígrafo y el papel, que es lo que utilizan los “geekies” de Palo Alto (ellos, y sus hijos).
Aquí solo hay dos ingredientes esenciales: alumno y profesor. La tecnología es casi irrelevante, y si hubiera que desear en ella una virtud, sería que fuera lo menos invasiva e interferente posible.
-“¿Algo para la Realidad Aumentada o Virtual?”
– Yo ando muy ocupado aún enseñándoles a mirar la Realidad Real.
– “¿Algo para crear libros digitales interactivos por parte de los docentes?”
– Eso es poco interactivo, y yo no soy escritor o creador de contenidos. Durante el curso, toda la clase elaboramos un libro de apuntes (interactivamente).
– “¿Algún espacio para trabajar colaborativamente entre el alumnado?”
– Esta pregunta es curiosísima: los tenemos a todos juntos en el aula y los patios, y necesitamos herramientas informáticas para que aprendan a colaborar.
Entiendo que el autor del artículo desee más flexibilidad y capacidad de iniciativa para el profesorado con el uso de los nuevos medios, pero -en la práctica- observo muchas dificultades. Mi hijo de 10 años ha empezado a trabajar con la tableta en el cole; su maestra tiene iniciativa y es entusiasta. Pero no tiene ni pajotera idea de cómo funciona (en esencia) un correo-e, desconoce los sistemas de restricción parental, y ha sido incapaz de dirigir el intenso “diálogo colaborativo” de los alumnos por “Hangouts” durante la clase, a sus espaldas.
Los conflictos han sido continuos, pero este verano hemos practicado en casa y, por fin, mi hijo ha aprendido a dividir con decimales, sobre el papel.

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