Muchos nos hemos iniciado en la tecnología informática con un ordenador y consideramos que no hay mejor alternativa, que otros dispositivos no te permiten hacer las cosas tan bien como estamos acostumbrados.
En muchos casos es así, pero en otros casos simplemente suponen hacer las cosas de forma distinta a “cómo estamos acostumbrados” y por eso nos parece que no es tan buena solución.
Pero muchos han entrado ya en la era post PC, y ha resultado más fácil para aquellos que no llevaban la carga de “como estamos acostumbrados”, ya que simplemente intentan hacer las cosas como las ven lógicas, no como saben que se hacen, como se han hecho siempre.
Sin ir más lejos podéis leer el caso del médico y el caso del jardinero. Aun que conozco muchos casos más, como el de un diseñador profesional que ha dejado la tableta digitalizadora al probar el iPad Pro.
Y es que por que te gusten los coches no quiere decir que tengas que saber de mecánica (o gustarte la mecánica) y cada vez vamos a tener más usuarios de software, perfectamente conectados, que no tienen ningún interés en mantener ordenadores ni sistemas de archivos.
Así que para algunos lo de la era post PC es una tontería, pero para otros (cada vez más) es la realidad de su día a día.
Lo que mucha gente parece olvidar cuando se habla de este tema es que Jobs, hablando de PCs, no se refería a los ordenadores con sistema operativo de sobremesa sino a los Personal Computers, es decir, los ordenadores que la gente tenía en su casa para satisfacer sus necesidades personales.
Sí tú eres programador, fotógrafo, publicista, etc y trabajas con un ordenador en ti casa, el tuyo no es un ordenador personal, sino preofesional, y no se está hablando de ti, aunque en los comentarios sobre estos temas surjan profesionales como champiñones y todos necesiten Photoshop, AutoCad y una Wacom.
Creo que a nadie se le escapa que hubo un tiempo en que si querías tener un procesador de textos para los trabajos escolares por ejemplo, correo electrónico, Internet, Declaración de la Renta, etc… necesitabas sí o sí un ordenador tipo torre, porque los portátiles eran prohibitivos (350.000 pesetas ó 2.100 € al cambio pagué yo por mi primer portátil en el año 2001, un Airis que era 100.000 pesetas más barato que los de marcas más reputadas a costa de, entre otros recortes, incorporar el procesador de un sobremesa). Cuando los portátiles comenzaron a resultar asequibles, mucha gente cambió su torre por uno de ellos o directamente lo convirtió en su primer ordenador personal. Después se intentó sustituir a estos por los Netbooks, que reducían el portátil a la mínima expresión, pero resultaron un fiasco porque a duras penas podían mover los sistemas operativos tradicionales, especialmente porque surgieron en la época de Windows Vista con el que casi no podían ni los portátiles tradicionales que se vendían con él de serie.
El movimiento en esa dirección, reducir los ordenadores personales a su mínima expresión, ha continuado, no de una forma tan clara y directa como predijo Jobs, para quien era una de sus obsesiones personales, pero sí que hay mucha gente que, sí bien no ha prescindido por completo del ordenador que tiene en casa, sí que lo ha relegado a un uso más marginal porque para las necesidades cotidianas se las arregla, ya no con una tableta, sino con su propio teléfono móvil.
Yo suelo comentar que cuando el primer iPhone entró en mi vida, aquel modelo americano que tenía muchas limitaciones, su principal virtud, además de la fluidez de su sistema operativo comparado con los Windows Mobile de los que ya había usado 4 modelos, fue que tuve la impresión por primera vez de tener Internet en la palma de mi mano y poder mirar los foros, las webs, el correo, etc en un dispositivo que estaba siempre conectado y a dos toques de pantalla de aquello para lo que mi ordenador tardaba interminables minutos (con el permiso de las actualizaciones y reinicios), además de tener que desplazarme al lugar donde estaba el cacharro o traérmelo adonde estaba yo. En algún comentario de la época dije que su principal virtud era el Bath & Bed Surfing.
Aquello hizo que dejase de utilizar mi ordenador personal en un 20%, ya que usaba el iPhone para saber si había alguno de mis intereses en Internet que hiciera que mereciera la pena encender el ordenador. Cuando un par de años más tarde entró en mi vida el iPad, el ordenador se vio relegado al menos en un 80%. Ahora con suerte lo enciendo una vez a la semana y sobre todo es para atender a las necesidades de mis tabletas y mis teléfonos: Copias de seguridad, actualizaciones, traspaso de fotos y música, etc.
¿Que todavía le queda?, Sí, poder hacer frente a ese ¿20%? de necesidades personales que todavía se hacen mejor, no con un ordenador, sino con un teclado externo y un ratón como dispositivo señalador. En mi opinión, aún falta por encontrar una solución de compromiso viable y asequible, lo que incluye que algunos fabricantes dieran su brazo a torcer para librarse del talibanismo mesiánico, pero no creo que dar el paso atrás hacia los sistemas operativos de escritorio, pesados, necesitados de grandes recursos de hardware y sobre todo, de unos conocimientos y de un mantenimiento desproporcionados para su utilidad directa, sea la respuesta.
…Pues no sé si ya es la era “post PC”… En realidad, estamos en la era del “sistema portátil”, y eso es seguro. TODAS las personas que conozco llevan el el bolsillo un ordenador más potente que los primeros que yo conocí. Para mi asombro, yo diría que la mayoría de esas personas (jóvenes, sobre todo) no entenderían que hubo una era “PC”. Niños de doce años tienen en la mano un dispositivo informático muy capaz, aunque con un sistema operativo que no utiliza un teclado físico.
Sí: tecnológicamente y en fabricación y divulgación, el PC ya no es lo más habitual (contando la base de usuarios y el dinero que mueve cada sistema). Pero todo eso sigue haciendo al PC imprescindible en ciertos entornos… (me viene a la cabeza cómo las empresas administran los perfiles de su base de dispositivos móviles).
Solo es una frase corta e impactante. Como si alguien en su momento hubiera dicho “estamos en la era post-ferrocarril” cuando el automóvil se popularizó.