[10 días de verano] ¡Y no te olvides de lo importante!

Verás, tal y como yo lo veo, es muy fácil pasar los días repartido entre todo aquello que está lejos de nuestro alcance, angustiado, enfadado, decepcionado, hablando de macroeconomía, megacifras, supersoluciones y demás cosas que (hipotéticamente) podrían hacer mucho por arreglar el mundo, pero que no tienen ninguna repercusión tangible en nuestro día a día.

Es fácil pasar el día comentando lo mal que están en Inglaterra (y lo poco que nos falta a nosotros para estar así), los problemas del pueblo sirio, los millones de euros que se gastan los clubs de fútbol mientras nadie les aplica un ajuste de valor de mercado real. Podemos reunirnos en el bar, en la calle, por teléfono y discutir hasta la saciedad sobre la corrupción política, la mafia de la SGAE, el amiguismo de las federaciones deportivas.

Podemos quejarnos todos los días de la subida del precio del pan, de cómo baja el barril del petróleo pero el del litro de gasolina sigue subiendo, cómo los bancos mantienen artificialmente los precios de los pisos para que sus balances no reflejen la realidad de su patética situación.

Podemos, ¡cómo no! dedicar horas a comentar si el desplazamiento de barras de Lion tiene sentido o no, si en septiembre saldrá sólo el nuevo iPhone o también el iPad, o si Apple incorporará por fin su aplicación de mapas aniquilando así el monopolio de Google en los dispositivos móviles.

Podemos hacer todo esto, y pasar semanas, meses, mirando el horizonte, anticipando catástrofes, practicando el toreo de salón, y discutiendo sobre qué relaciones pueden tener los ángeles si no tienen sexo.

Mientras tanto, nos cuesta horrores llamar a esos amigos que durante todo el año decimos que no tenemos tiempo de llamar, no encontramos el momento de quedar con los que se acaban de separar, o nos da una pereza intelectual horrible ir a visitar a ese pariente que está enfermo.

Valoramos cuidadosamente el coste que nos supone ir en coche a visitar a familiares que viven en otro pueblo, y ni nos planteamos, no ya escribir una carta “a la antigua usanza” de papel y boli, si no ni siquiera un correo enviando unas fotos.

De nuestros vecinos apenas sabemos el color de la puerta de su casa, y si los vemos por la calle no les saludamos. Por supuesto, el comercio local ha sido sustituido por hipermercados y grandes almacenes, y a la carnicería, charcutería, pescadería, etc. sólo van “las viejas”.

Luego, un día -tal vez hoy, o ayer, o hace dos meses- tenemos un problema, y nos damos cuenta de que no tenemos a quién llamar, que igual que nunca contamos con otros, nadie cuenta con nosotros. Poco a poco la gente empezó a excluirnos, porque nosotros nunca estábamos. Y nos sentimos solos, hundidos, desesperados. Y ni la economía, ni el fútbol, ni la política nos van a sacar del hoyo.

Así que ahora que pasamos horas tumbados, viendo la tele, espantando moscas, o durmiendo, ¿qué tal si sacamos media hora al día para las cosas y las personas que de verdad son importantes?

Yo lo hago así: Una lista con las personas y actividades que quiero hacer. Asignar una (o dos) a cada día -que tampoco hay que estresarse, e intentar cumplir mi propio compromiso. Nunca haré todo lo que debería, pero al menos voy saldando deudas y adelantando cariño que, con certeza, llegará el día en que me será devuelto con intereses.

Así que, todo está muy bien y es muy bonito, pero ¡no te olvides de lo que de verdad es importante para ti! ¡Cuídate y cuida a los que te rodean!

Alf

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12 years ago

Muy bueno, no te falta razón. Están bien estos post, ya lo habíais hecho el año pasado, son algo diferente.

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