Un estudio revela un vínculo entre el tabaco y la artritis reumatoide

Según un estudio reciente financiado por la UE, el tabaco podría ser el desencadenante de más de un tercio de los casos de la forma más grave y común de artritis reumatoide (AR).

De hecho, entre las personas con mayor propensión genética a padecer AR, el tabaco podría ser responsable de más de la mitad de los casos. Estos hallazgos, publicados en la revista Annals of the Rheumatic Diseases, aportan un nuevo argumento a los servicios sanitarios para contraindicar el consumo de tabaco, especialmente entre aquellos con antecedentes familiares de AR.

Este estudio recibió financiación comunitaria a través del proyecto AUTOCURE («Cura de las enfermedades autoinmunes; un enfoque traslacional a las enfermedades autoinmunes en la era postgenómica con la artritis y la miositis como prototipos y ejemplos didácticos») por valor de 11 millones de euros a través del área temática «Ciencias de la vida, genómica y biotecnología para la salud» del Sexto Programa Marco (6PM).

La AR es una enfermedad autoinmune que provoca inflamación y rigidez articular, dolor y fatiga. Suele manifestarse entre los cuarenta y los sesenta años y en sus fases avanzadas puede provocar un alto grado de discapacidad. A pesar de que existen tratamientos para controlar el avance de esta afección, no se ha encontrado aún una cura definitiva.

Investigaciones previas revelaron que el consumo de tabaco acentúa los factores genéticos de riesgo y aumenta las probabilidades de desarrollar AR. No obstante, no se logró averiguar la proporción de casos de AR atribuibles al tabaco, y sólo se intuyó el modo en que los genes de cada persona interactúan con el tabaco e influyen en el riesgo de desarrollar esta afección.

Los científicos de Suecia responsables de este estudio se propusieron dar respuesta a estos interrogantes, para lo que analizaron el historial de consumo de tabaco y los antecedentes genéticos de algo más de 1.200 pacientes de AR del centro y el sur de Suecia y de 871 controles sanos. Los controles, cuya edad, sexo y área de residencia se correspondían con los de los pacientes, se seleccionaron al azar a partir del censo de población. Se preguntó a los participantes en el estudio acerca de sus hábitos actuales y pasados de consumo de tabaco. Los análisis de sangre mostraron la propensión genética a la AR en cada caso (determinada por la presencia del gen de riesgo HLA-DRB1 SE) y la gravedad de la enfermedad (calculada en función de los niveles de anticuerpos de anti-péptido cíclico citrulinado o anti-CCP).

Los resultados revelaron que el nivel de consumo de tabaco era directamente proporcional al riesgo de padecer AR positivo para anti-CCP, la forma más común y grave de esta enfermedad. Los grandes fumadores (los que habían fumado 20 cigarrillos al día durante al menos 20 años) eran 2,5 veces más susceptibles de dar positivo para anti-CCP. En cuanto a los ex fumadores, el riesgo de desarrollar AR se reducía con el paso del tiempo y tras veinte años sin consumir tabaco, se había equiparado al de la población que nunca había fumado. No obstante, las personas que habían fumado mucho seguían presentando un mayor riesgo de desarrollar AR incluso veinte años después de dejar de fumar.

Los investigadores concluyeron gracias a estas cifras que el 35% de los casos de AR positiva para anti-CCP y el 20% de todos los casos eran atribuibles al consumo de tabaco. «[Ello] indica que el consumo de tabaco es un factor importante para el desarrollo de la AR en general, ya que la AR positiva para anti-CCP es la más común», señalaron los investigadores en su artículo. Asimismo, el riesgo parece ser mayor entre los hombres que entre las mujeres.

El estudio también demostró que fumar es especialmente peligroso para aquellas personan que ya presentan una predisposición genética a la AR; Dentro de este grupo, el 55% de los casos están asociados al consumo de tabaco.

«El hecho de que más del 50% de los casos de AR declarados entre personas con dos copias del gen HLA-DRB1 SE sean atribuibles al consumo de tabaco es un claro indicio de que este hábito influye en el riesgo de padecer la enfermedad de forma distinta en cada persona», señalaron los investigadores.

El equipo insiste en que no sugiere que la población sana se someta a pruebas genéticas para detectar estos genes No obstante, afirman que sus datos podrían «proporcionar argumentos para desaconsejar muy especialmente el consumo de tabaco a las personas con antecedentes familiares de AR». Aunque no se ha determinado claramente el efecto que tendría el hecho de dejar de fumar en los síntomas de aquellos que ya hayan desarrollado AR, está demostrado que el consumo de tabaco provoca enfermedades cardiovasculares, la causa principal de muerte prematura entre los enfermos de AR.

Los investigadores concluyen que: «La comunidad médica dispone de innumerables argumentos para difundir información contrastada sobre la relación entre la AR y el hábito de fumar con vistas a reducir el consumo de tabaco y prevenir la AR y sus consecuencias.»

Para más información: Annals of the Rheumatic Diseases y Proyecto AUTOCURE. Fuente: Cordis

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