El hombre Shuffle

Me han regalado un iPod Touch de 64 GB y la verdad, estoy bastante contento con este dispositivo. Me gusta, y aunque le encuentro algunas pegas y pequeños inconvenientes, lo he adoptado como iPod principal porque me da algo mas de juego que mi anterior iPod de uso diario, un iPod nano 3G del que estaba bastante contento.

Siempre he sido usuario del “nano”: me ha parecido el iPod con mejor prestación en cuanto a batería, tamaño y capacidad, y por mis manos han ido pasando casi todas las generaciones (menos el 4G) de este modelo. De hecho, en una anterior columna os conté las desventuras del iPod como instrumento de lujuria. Con el Touch, me ha ocurrido algo parecido, y me he convertido en el hombre Shuffle.

Al final, he abandonado mi iPod nano 3G en favor del Touch entre otras cosas, aparte de la capacidad y de las evidentes posibilidades extras del dispositivo, porque lleva Bluetooth. Hace ya bastantes meses me regalaron unos auriculares Bluetooth de Altec Lansing y fue un amor a primera vista. Y no solo por la calidad de los Blackbeat, sino porque deshacerse del maldito cable colgante es aumentar la calidad de vida. Poder girar la cabeza sin la necesidad de engancharse, sin tener que andar escondiendo el cable aquí y allá ya supone un extra, incluso si los auriculares no suenan excesicamente bien (que no es el caso).

Pero volvamos a nuestra historia.

Me dirigía yo (alegremente) a hacer unos recados en transporte público (siempre mejor que usar el coche) cuando en el vagón del tren de cercanías oigo de no muy lejos una conversación sobre tecnología. El susodicho comentaba con su interlocutor (con bastante “flipe” por ambas partes) sobre el rendimiento de ciertos modelos de tarjetas gráficas con memoria DDR5 de una conocida marca, y bueno, yo iba solo, así que como hablaban lo suficientemente alto como para sobrepasar la barrera de la música, y como buen cotilla que soy cuando se trata de asuntos tecnológicos, mantenía el oido atento mientras sonaban los acordes de la banda sonora de Medal of Honor: Airborne de Michael Giacchino.

En un momento determinado se estableció entre los dos interlocutores una afirmación absurda de la misma manera que dos abuelas hablan de sus males: si yo estoy enferma, yo lo estoy aún mas. Uno establece que la ranura PCIe de su placa va a x16 (plausible) y el otro dice que la suya va a x32 (creo que es imposible). Así que hago un rápido levantamiento sobre las puntas de los pies para ver “la cara de cemento armado” con la que se hace tal aseveración.

Y va el iPod Touch hace un ruidito y cambia de canción.

Curioso. Al momento caigo que debe ser la nueva característica “agitar para cambiar” incluida en el modelo (Shuffle). Vuelvo a probar. Pequeño saltito. Cambia la canción.

“k****, este es un buen truco para contarlo en faq-mac” pienso y empiezo a hacer una serie de movimientos variados para determinar que tipo de “agitaciones” son necesarias para cambiar de canción sin usar la mano.

Craso error.

Al tercer saltito / extraño meneo ya había varias personas mirando en el vagón. Al quinto saltito paré en seco porque en algunos rostros ya se veía la intención de llamar a esos afables hombres de bata blanca que traen una camisa con correas.

“Carlos, j****, como siempre, dando la nota“.

El caso es que la utilidad Shuffle, usada bajo un rápido movimiento corporal, no lo es tanto: si bajas rápido una escalera, el iPod se vuelve loco cambiando las canciones, y casi con toda seguridad, hacer deporte con el Touch con esta característica activada tiene que ser imposible, sopena que te gusten los Medleys de canciones sin ton ni son.

Afortunadamente la característica puede desactivarse desde las preferencias del iPod Touch (y ya lo he hecho), aunque si ves a alguien en el Metro, en el autobus, o simplemente en la calle y de repente da un saltito, no creas que se ha asustado por algo: posiblemente sea un hombre Shuffle cumpliendo su función.