Desarrollan una tecnología que adivina a quién o qué escuchamos

Científicos de la Universidad de Maastricht, en los Países Bajos, han desarrollado una novedosa tecnología que permite averiguar qué y a quién escucha una persona a partir de su actividad cerebral. La combinación de técnicas de registro de neuroimágenes con un procesador data mining ha permitido definir y traducir las huellas neuronales que dejan los sonidos y los tonos de voz en nuestro cerebro. Este descubrimiento permitirá mejorar sistemas computacionales de reconocimiento de hablantes y de discurso.

Un equipo de científicos de la Universidad de Maastricht, en los Países Bajos, ha conseguido desarrollar un método para saber quién habla a una persona y qué le está diciendo, únicamente analizando el cerebro del que escucha, sin contar con ninguna información extra.

Según publica la Universidad de Maastricht en un comunicado, este logro ha sido posible gracias al uso de neuroimágenes y de un algoritmo de “data mining” o minería de datos.

La neuroimagen incluye diversas técnicas (como la tomografía axial computarizada, la simulación de resonancia magnética o la exploración de resonancia magnética funcional, entre otras) que permiten captar tanto imágenes estructurales como funcionales del cerebro.

Mapa de la actividad cerebral

El data mining, por su parte, consiste en la extracción de información significativa que permanece implícita en un conjunto de datos. La minería da datos prepara, sondea y explora los datos para sacar la información oculta en ellos, es decir, en las relaciones entre dichos datos, en sus fluctuaciones y en sus dependencias.

Con estas técnicas, los investigadores consiguieron hacer un “mapa” de la actividad cerebral asociada con el reconocimiento de los sonidos y de las voces.

Según publican los científicos en un artículo aparecido en la revista Science, la combinación de imágenes obtenidas con resonancia magnética funcional de los cerebros de los participantes con la información desprendida del algoritmo de data mining permitió conocer quién le decía qué a una persona, a partir de las “huellas neuronales” que las señales de voz y del discurso producían como respuesta en la corteza auditiva del escuchante.

Estas huellas corticales estaban distribuidas espacialmente de una manera concreta, y se repetían cada vez que el participante escuchaba un discurso o una voz previamente aprendidos. Por eso, fue posible el reconocimiento, sólo a través de imágenes cerebrales, de lo que estaba escuchando el oyente y de a quién se lo estaba oyendo decir.

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