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Al proyectar un láser varias veces dentro de un anillo, los científicos han conseguido variar su longitud de onda, aumentándola de 1.550 a 1.848 nanómetros, abriendo con ello la puerta del espectro infrarrojo. Toda una proeza si tenemos en cuenta que todo el proceso tiene lugar en el espacio de un microchip del tamaño de una uña. Aunque no se fabricará ningún producto como este chip, el descubrimiento abre numerosas posibilidades de aplicación: detección de escapes de gas, vigilancia, análisis biomédico, etc.
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