Del ratón al trackpad: un viaje de descubrimiento

Es curioso que el día de la muerte de Douglas Engelbart, padre del ratón, decidiera que ya tenía suficiente con su invento. Mi principal problema con los ratones, de los que sigo siendo un gran fan, es que los fabricantes actuales, prácticamente todos, han tomado una deriva en cuanto a ergonomía que es incapaz de satisfacer mis necesidades y cuando llevas más de 5 años con el mismo ratón porque eres incapaz de encontrar un sustituto que no solo cumpla con los requisitos del que deja atrás, sino que mejora y amplía su rendimiento, es que estás en un problema.

Todo empezó cuando mi querido y muy baqueteado Logitech MX310 con más de 10 años de servicio en activo decidió que la ruleta no daba más de si. Eso me obligó, en primera instancia, a iniciar una caza por internet en busca de un sustituto que al menos tuviera las mismas especificaciones que esta pequeña joya de Logitech y fuera incluso capaz de superarla.

Mi drama, como el de muchos usuarios, es que soy zurdo. Con lo cual, el mercado se empequeñece notablemente cuando tratas de buscar un ratón que vaya más allá de los modelos OEM y de los ratones de tirada que sabes que te durarán una semana o menos en el escritorio. La búsqueda no fue especialmente satisfactoria debido a que las diferentes opciones disponibles en el mercado o son extremadamente sencillas (con una importante carencia de botones adicionales) o ergonómicamente diseñadas para diestros (con lo que no me sirven) o lo que es peor, están diseñadas para las manos de Big Foot.

Supongo que en los laboratorios de los diseñadores/fabricantes de ratones, a la hora de definir un “form factor” deben hacer estudios sobre el tamaño medio de las manos de los usuarios, ya que un ratón demasiado pequeño para tu mano solo es “usable” durante un tiempo  determinado antes de acabar en un cajón (o contra una pared) pero si el ratón es demasiado grande simplemente todas las opciones disponibles del mismo, por muy amplias que sean, quedan fuera del alcance de tus dedos y son inútiles. Como si no existieran.

Afortunadamente, armado con la correspondiente herramienta, pude solucionar el problema de la ruleta de mi querido ratón, pero estaba claro que esta situación no podía alargarse en el tiempo. Por muy bueno que sea, su vida es limitada y cuando alguno de los microinterruptores “casque” ya no habrá una solución sencilla y cómoda.

Así que el día que el inventor del ratón falleció, decidí que había que mirar en otra dirección porque simplemente, y después de muchos años, ya no podía seguir esperando que alguno de mis fabricantes de cabecera decidiera lanzar un ratón adaptado, aunque fuera mínimamente, a mis necesidades.

Comentando el tema por Twitter, solicité un primer feedback sobre los trackpads. En general las contestaciones fueron buenas, pero el uso de un trackpad polariza a los usuarios: había quien lo amaba intensamente y quien lo odiaba con igual o mayor intensidad. Incluso Álvaro Bernal se ofreció amablemente a comparar ambos dispositivos, pero más allá de una comparación técnica de los dos productos apuntadores de Apple, mi problema estaba relacionado de forma muy profunda con la productividad.

Para un zurdo con problemas de ergonomía con los actuales modelos de ratones en el mercado el Magic Trackpad o el Trackpad de Logitech ofrece una ventaja diferencial: se evita el problema del tamaño del ratón para convertir esos necesarios botones en un viaje de descubrimiento de gestos. Este es un primer viaje sencillo al que te habitúas con rapidez (para mi felicidad). El segundo paso es ver hasta dónde puedes llevar el rendimiento de este dispositivo apuntador aumentando sus prestaciones con software de terceros.

Aquí tuve poco éxito. Un par de pruebas con diferentes drivers alternativos-adicionales tuvieron poco éxito y agotaron mi paciencia con rapidez: si de saque no funciona, es que no va a funcionar bien nunca. El driver de Apple, adicionalmente, es correcto, pero justo y en muchas ocasiones resulta limitado.

Logitech, que ofrece un producto similar al de Apple (con las ventajas de que no usa pilas sino batería y que puede operar conectado en modo carga indefinidamente) dispone de un driver que junto a las opciones de Apple si ofrece algún extra adicional como la configuración por programa. De momento estoy trabajando con un Magic Trackpad de Apple prestado, pero está claro que mi opción, solo por el ahorro de batería y un driver con algunas opciones más, será el de Logitech.

Una vez consigues circunvalar nuestro primer problema ergonómico que era poder realizar muchas acciones de todo tipo, en esta ocasión realizando gestos en vez de pulsar botones, con una sola mano y sin tener que variar la posición de la mano y/o la posición natural del brazo, empezaron los problemas.

Del ratón al trackpad hay un viaje en cuanto a la precisión y a las acciones múltiples.

Un ratón se maneja con dos o más dedos. La perfecta armonía y sincronización entre los dedos hace que el ratón sea un dispositivo, junto al entrenamiento de muchos años, extraordinariamente preciso de utilizar a la hora de apuntar a un elemento, incluso cuando es muy pequeño. En el trackpad, la experiencia cambia. trabajas con un solo dedo y la falta de coordinación de dos o más dedos a la hora de acceder a pequeños elementos del interfaz con precisión resulta en ocasiones desesperanzadora y motivo para que en producción acabes apartando el Trackpad porque resulta evidente que te está retrasando.

Este es un problema que me está resultando especialmente difícil de superar por una razón evidente: necesito ser productivo y no soy precisamente tolerante a las idiosincrasias de un dispositivo que me retrasa en vez de acelerar mi productividad.

Una posible solución a este problema es añadir un “periférico” más a la ecuación cuando necesitas trabajar con cierta precisión: los lápices para el iPhone/iPad. Sí, esos pequeños lápices de punta de goma funcionan sobre el trackpad de Apple y ofrecen la posibilidad de una precisión bastante competente a la hora de trabajar, aunque la acción de “coger el lápiz y dejar el lápiz” te retrasa en muchas ocasiones pero como opción para hacer desaparecer el ratón es bastante competente aunque necesitas hacer algo de presión para que el lápiz sea reconocido sobre la superficie del trackpad.

Recuerda que en las opciones de ratón y trackpad en el Panel de Control de Accesibilidad tienes las opciones de velocidad de desplazamiento, el desplazamiento con inercia (al hacer scroll o al desplazarte por una imagen) y el bloqueo de arrastre.

No sueñes en utilizarlos con Photoshop: no funcionan como un pincel, pero algún fabricante debería empezar a considerar el Trackpad como una pequeña tableta gráfica y lanzar un lápiz con capacidad de clic para trabajar sobre el trackpad.

El segundo problema son las acciones múltiples: imagina que seleccionas un archivo y necesitas llevártelo a otra ventana que está en otro escritorio para arrastrarlo dentro de otro documento. Debes seleccionar el documento, hacer click físico (o activar el bloqueo de arrastre que a la larga tiene tendencia a ser un incordio) y tratar de hacer gestos que en ocasiones simplemente no funcionan porque al mantener un objeto fijo bajo un clic físico, el trackpad interpreta los gestos con 5 dedos de una forma “muy personal”.

El otro gran problema son los clics fantasmas. El clic físico del Trackpad puede estar muy bien pero acaba siendo incómodo y sobre todo el trackpad de Apple, excesivamente duro (y no tiene posibilidad de ajuste). Además, como el trackpad está unido a la parte superior del dispositivo y pivota desde allí, hacer clic en la parte superior requiere un esfuerzo adicional no equivalente a la parte inferior del mismo. Al final, cuando estás trabajando, lo que no necesitas es precisamente estar al tanto de la ergonomía del trackpad y de la variación de presiones en función de sobre qué parte del mismo estás desplazándote. Necesitas hacer clic y ya está y que la experiencia de ese clic sea uniforme da igual si estás en la esquina superior derecha o en la esquina inferior izquierda.

Así que para evitar este problema, activas el clic con toque y a partir de ahí, cualquier toque inadvertido pasa a ser un clic fantasma que te obliga a realizar acciones adicionales porque has hecho clic en algo que no deberías o incluso puede arruinarte el día al cerrar una ventana de la que no podrás recuperar información.

Aún así, estoy dándole una oportunidad al trackpad. Me está costando bastante sudor superar el problema de la precisión en los clics y los clics fantasmas, pero la otra solución, encontrar un ratón capaz de cumplir con mis necesidades como zurdo productivo me resulta una tarea imposible. Y no, el Magic Mouse no es una opción. Es solo un parche a medias que no deja satisfechos ni a los más acérrimos usuarios de los ratones como a los más exigentes usuarios de los trackpad.

Y aún así, el puñetero aún no se ha ido del escritorio porque con el trackpad es imposible jugar a nada.