MacBook Pro: ¿Me cambio a Haswell?

Muchos usuarios de la gama profesional portátil de Apple están sacando cuentas (difíciles cuentas) acerca de la posibilidad de dar el salto cuando Apple lance en un futuro muy próximo sus nuevos portátiles con procesadores Haswell. ¿Merece la pena dar este salto?

Aunque Apple todavía no ha puesto en el mercado estas unidades, si tenemos como referencia los MacBook Air con estos procesadores más algunos test de velocidad (benchmarks) que han ido apareciendo, cada vez con mayor asiduidad, en Geekbench y cuyo episodio más reciente apunta a un MacBook Pro de 15 pulgadas.

Haswell, sin embargo, no está pensado para la velocidad. Los nuevos portátiles profesionales de Apple no van a suponer un dramático aumento de potencia frente a gamas anteriores sino que están pensados para aumentar la autonomía y el hardware que acompañará al producto de Intel está también diseñado para ofrecer un mejor rendimiento siempre atado a un menor consumo. Así, aquellos usuarios que buscan un cambio de una generación anterior (reciente) a esta versión más moderna no deben mirar las tablas de rendimiento bruto porque las razones del cambio no se van a encontrar ahí: al final, ciclo a ciclo de computación, la actual gama de MacBook Pro está pareja a la que Apple va a publicar en términos de rendimiento.

Las ventajas diferenciales pasan por la autonomía, extraordinariamente mejorada, una ventaja clave para aquellos usuarios… que necesiten de batería. En un entorno en el que el portátil viaja del punto A al B y en ambos puntos dispone de la posibilidad de conectar el cargador, esta ventaja táctica desaparece. Otras dos de las características clave de los nuevos portátiles como son los gráficos y el interfaz de almacenamiento también requieren una evaluación.

Los usuarios que utilizan sus MacBook Pro en entornos de trabajo ofimático sacarán poco rendimiento comparativo de la nueva GPU premium Iris 5200 Graphics de Intel por razones obvias: aunque esta GPU es extremadamente competente y aparentemente está a la altura de la gráfica dedicada de la solución GeForce GT 650M que portan algunos de los actuales modelos de MacBook Pro, un usuario que dedica su portátil a tareas administrativas no van a aprovechar de forma notable este nuevo subsistema gráfico. De la misma forma, los MacBook Pro de siguiente generación aprovecharán la conectividad PCIe para acceder al disco SSD integrado de la misma forma que lo hacen los más recientes MacBook Air. De nuevo, los usuarios que hacen un uso administrativo del MacBook Pro y portan un SSD no notarán un cambio significativo en su uso.

Los nuevos MacBook Pro están especialmente diseñados para los usuarios que requieren al menos el mismo nivel de potencia que las máquinas actuales tanto en ciclos de computación como en rendimiento gráfico pero requieren de una autonomía ampliada debido a que su flujo de trabajo del día a día les obliga a utilizar la batería. Para estos usuarios, estas máquinas son más que bienvenidas y deberían estar en la lista de sus próximas adquisiciones.

Para los usuarios sin la necesidad de una autonomía ampliada, con máquinas que a la postre serán aproximadamente igual de potentes, la mejor inversión con diferencia pasa por aumentar el tamaño de la RAM y sobre todo, la instalación de un SSD que adicionalmente les ofrecerá algo más de autonomía junto a un muy mejorado rendimiento en operaciones de disco, el punto débil de todos los portátiles con sistemas de almacenamiento tradicionales. Con una mínima inversión de menos de 300 euros dispondrán de máquinas que pueden estar discretamente a la altura de la siguiente generación de MacBook Pro con Haswell y estirar así el retorno de inversión de su MacBook Pro al menos 3 años más.

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