El dispendio de la experiencia

Cuando se habla del mito de Steve Jobs, generalmente se trata al fundador de Apple como un ser humano con una serie de cualidades más allá de la media intelectual de las personas comunes y ocupando, tras su muerte, un lugar de honor en la historia reciente de la humanidad por su capacidad de modificar de una forma muy profunda la forma en la que las personas se han relacionado con la tecnología desde que fundó Apple.

Sin embargo, cuando hablamos de Jobs y de todos sus logros, nos olvidamos que todo lo que supone su persona y sus éxitos no solo estuvieron basados en esas capacidades que heredó de sus padres gracias a un maravilloso cóctel genético o a las circunstancias que le impulsaron a tener ese carácter peculiar. Había más.

Vivimos en un mundo en el que la continua aceleración por el éxito, por la novedad, por el pensamiento fresco y único ha empezado a deshacerse de todo lo que le molesta. Si nos fijamos en la publicidad, fiel reflejo de la sociedad que nos envuelve, todo está destinado a un público joven, o a un público adulto que debe obligatoriamente sentir la necesidad de mantenerse joven y mantener una dinámica que no le corresponde.

Así, ahora que están tan de moda “los emprendedores”, se habla del éxito de los mismos desde una perspectiva joven (y de nuevo, audaz) y se repiten con harta (y pesada) frecuencia los mantras para triunfar en el mundo de los negocios, y también los errores que se cometen. Incluso Mercedes ha hecho un anuncio de un emprendedor que se ha fracasado varias veces (eso si, aún le da para tener un Mercedes), pero que da igual, que todos somos jóvenes y no importa porque simplemente se reincida y listo. Y llegados a este extremo, se pone (muchas veces) como ejemplo a Jobs el “emprendedor”.

Si analizamos el mito de Jobs desde sus inicios, desde una perspectiva histórica, en cada una de las fases de su vida se puede ver como imprimió sus capacidades personales en todos los proyectos con más o menos éxito que inició.

Sin embargo, su época más gloriosa, aquella que ha marcado profundamente la vida de millones de personas directa o indirectamente, tuvo lugar entre su regreso a Apple en 1997 y su muerte en 2011, cuando tenía 56 años.

Cuando Steve Jobs volvió a Apple tenía 42 años y se había mantenido fiel, muy fiel, a sus principios, pero a lo largo de su vida, de sus experiencias empresariales y de su trato con las personas, era una persona diferente. Y cuando tomó las riendas de Apple en 1997 no solo su peculiar carácter le ayudó a convertir a Apple en una de las empresas más reconocidas del mundo, sino que trajo consigo algo muy importante. Su experiencia, adquirida a lo largo de esos 42 años que se fue incrementando conforme Apple iba creciendo hasta que falleció a sus 56, con un cuerpo médicamente hundido pero con la mente muy, muy lúcida.

Pero cuando se habla de él, generalmente se obvia exactamente eso: su experiencia. Se glorifica a la persona, pero no al viaje que la llevó a ser quien fue.

Y es que hoy en día la experiencia no se valora. Cuando se llega a los 40, en muchos entornos laborales la gente puede darse por acabada y si los jóvenes tienen problemas para encontrar trabajo hoy en día, la gente de más de 40 todavía los tienen más. No hay un hueco para ellos en el mercado laboral porque la experiencia, algo que no se puede comprar ni que se puede aprender, ya no se valora, ni aparentemente, interesa. Así, un recién licenciado con un Master en Empresariales es adecuado para dirigir una empresa na más salir del aula, pero una persona con 10, 15, 20 años de experiencia como mucho puede aspirar a un puesto de conserje, porque ya no es “joven ni audaz”.

Todo esto viene dado por esa “cultura del pelotazo” en la que se espera que una persona joven tenga una idea que de repente “resuene en el mercado” y se convierta en un golpe de suerte. Precisamente por eso el mercado de trabajo en ciertos entornos, especialmente en los ejecutivos, se recicla con tanta frecuencia: se tritura a la gente en busca no de una inversión en recursos humanos o en la adquisición de conocimiento y experiencia: se busca dar un pelotazo, en el beneficio rápido, en las cuentas de resultados de doble dígito. Y si falla, al triturador de carne y que entre otro.

Con frecuencia se habla del gran éxito de Jobs, pero se obvia que necesitó acumular mucha experiencia para llegar hasta ese punto. Experiencia que hoy en día se dilapida y se dispendia, porque no es ni joven, ni audaz, ni queda bien en los anuncios.

 

Un artículo de Carlos Burges publicado originalmente en su Blog personal

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roqueiii
roqueiii
10 years ago

Creo que el razonamiento es acertado, pero incompleto: se descarta a personas con más experiencia pero menos jóvenes porque con frecuencia éstas tienen cargas familiares o compromisos de otro tipo que las hacen más difícilmente “despedibles” desde un punto de vista moral. Es decir, para el mismo puesto, se preferirá a alguien que pueda ser despedido sin asumir una responsabilidad extra, más allá de la indemnización, que ya es baratísima.

En este país no se valora de unos años a esta parte la experiencia como garantía de calidad en el trabajo. Pero ahora es que lo único que importa es lo barato que sale despedir a alguien y lo fácil que resulta encontrar un repuesto.

cammorin
10 years ago

Desde luego tienes toda la razón. A partir de los 40 para los empresarios estás acabado y prefieren tres personas jóvenes sin experiencia y muy mal pagadas, que una persona madurita con experiencia.

Desde luego en el entorno laboral dan mucha importancia al empleo joven, que sin duda la tiene, ya que deben de tener la oportunidad de crearse una experiencia y evidentemente forjarse un futuro como todos la hemos tenido. En cambio las personas que somos maduritas con mucha experiencia nos dan la espalda, en resumen parece que somos los apestados que nadie quiere. Evidentemente hay sus excepciones pero que también confirman la regla.

Muy buen artículo

Un saludo

Kuojido
Kuojido
10 years ago

Experiencia, y eso para que sirve.
Me explico.
Tan solo hace poco tiempo como que me refiero a la década de los 90, leía entre otros el periódico Computer Word y Comunicaciones World, ya desaparecidos (creo al cerrar IDG España), en estos leía a menudo se hablaba que cuando una persona se jubilaba, no era solo la jubilación, si no que la empresa perdía una gran cantidad de experiencia, hasta el punto que se investigaba (hace 20 años, por lo visto ahora no es lo mismo) alguna forma de inteligencia artificial para poder aprender y adquirir la experiencia humana para poderla transmitir a los nuevos trabajadores, por lo visto, no es así, me acuerdo muchas veces de estos comentarios, y veo que al menos a las grandes empresas les interesa más cambiar un puesto de mucha experiencia, por varios de poca o nula pero que entre ellos cobren igual o menos que el de experiencia.
Por una parte es conseguir más puestos de trabajo, pero eliminando uno que tiene mucha experiencia, aunque esta solo se obtiene con el tiempo y tropezando y volviéndose a levantar una y otra vez.

cammorin
10 years ago

De acuerdo contigo, y añado que el poblema se transfiere y lo sufre el cliente final con un mal servicio durante un largo periodo de tiempo. Creo en el fondo lo mejor sería tener personas con experiencia nula o poca experiencia y personas con mucha experiencia para que se vean enriquecidas las primeras, aunque hay que añadir que también se puede aprender mucho de éstas y no hay que menospreciar la capacidad, el talento y el buén saber hacer. El que no lo haga desde luego está loco. No cabe duda que el tropezar y volver a lenvantarse es una buena experiencia, pero si te ves apoyado por gente con experiencia es aún mejor.

Un saludo

Juan Tatay - silta
Juan Tatay - silta
10 years ago

Carlos, ya has cumplido 40 ¿eh? ;-PP
La cita (budista) que Steve Jobs pegó en el cuartel general de desarrollo del Macintosh a principio de los ’80 –según leí en de Pepsi a Apple y que yo he tenido en mis lugares de trabajo desde 1999/2000 y en mis blogs luego– viene al pelo a la vista de este artículo: “The journey is the reward”
Lo que me recuerda la cita que me enseñó un conocido en un curso cuando yo ya usaba la indicada antes: “Life is a journey, not a destination”.
Pero en un mundo que se ha vuelto turulato y en el que el único éxito que cuenta es el económico/profesional … lo inmediato, el pelotazo, la empresa nacida para ser vendida, la empresa-empresa y no la empresa-negocio eso es triturado como una moda, y “marketineado”  convenientemente 🙁
Todos jóvenes, ricas, dinámicos y guapas.
Y el apoyo de todos los que se quejan (nos quejamos) de esta situación, que compran (compramos) a esas grandes marcas que crean esa corriente de pensamiento. Nuestros actos no respaldan nuestras opiniones …
Bueno … sí, eso. La experiencia importa. Claro. Por eso hay sociedades donde se respeta a los mayores más que en la nuestra.
Os dejo, encarrilado hacia los 50 😉
Saludos,
Juan Tatay – silta

hebo
hebo
10 years ago

Entiendo lo que comentan del mundo laboral pasados los 40, es muy cierto, sin embargo creo que la innovación no es solo una cuestión de experiencia, que por supuesto la experiencia da tablas y eso no se puede adquirir de la noche a la mañana. Pero innovar de verdad, no el típico churro, es una cuestión de consciencia, una mente inquisitiva, que no se conforma y que siempre está embarcada en una búsqueda movida por algo que le apasiona. Es mi opinión.

cammorin
10 years ago

De todas formas creo que se pueden dar en todas las edades, y no por ser joven se deben tener las ideas más creativas por su esfuerzo, energía, impulso, empeño, fogosidad, espíritu, vigor o vitalidad, bien sea a los 3, 10, 20 años y para no enrrollarme hasta que nos morimos. Hay muchos ejemplos como el de Don Carlos Vallecilla (Grupo Carval), que no debemos menospreciar por el sector que maneja, Nikola Tesla que hasta sus 86 años nos demostró su innovación hasta el final, o sin ir más lejos nuestro querido Steve. He puesto ejemplos de personas más bien maduritas tirando a muy mayores, pero también hay personas muy jóvenes y “jóvenas”, que según creo actualmente es políticamente correcto como mis hijos con sus tiernas edades en torno a 10 y 12 años que me han demostrado tener ideas muy revolucionarias, visionarias y creativas.

Desde luego “hebo” coincido totalmente en lo que comentas.

Saludos

Mandibul
Mandibul
10 years ago

En general, no estoy de acuerdo con lo que se viene comentando.
No conozco ninguna empresa en la que el CEO sea un chaval con espinillas (salvo en las que es el propio fundador).
En la alta dirección la experiencia lo es casi todo: a efectos de las estructuras internas, de las relaciones con los “stake holders”, procesos productivos.
No creo que haya una rotación de altos directivos alta. De hecho, creo que eso sería pésimo para una corporación.

La gerencia no es una actividad especialista sino generalista. Es decir, si eres un programador, el masca, un gurú… resulta que el Cobol ya no es la tendencia y te has quedado obsoleto.
Pero gestionar personas (las de tu organización), ver qué es lo que falla, relacionarte con el proveedor estratégico, decidir hacia dónde va la nave, saber leer dónde va a estar tu mercado dentro de 3 ó 5 años…

No conozco el sector de la punta de lanza de la tecnología. Quizá ahí sea otra cosa.

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