La semana pasada, Paul Brindley de Music Ally entrevistó al fundador de Spotify, Daniel Ek, en The Great Escape. Quedó establecido que los sellos discográficos poseen el 30 por ciento de Spotify a través de empresas de inversiones. Puede que sea más, pero la mayoría del dinero simplemente se recicla en royalties.
Con respecto a los usuarios de Spotify, la mayoría están entre los 30 y los 50, y usan el sistema para redescubrir música. Este grupo de edad le preocupa poco descubrir nueva música y tener en propiedad la grabación digital. Pero eso no es una buena señal para un negocio próspero a largo plazo. Sugiere que los usuarios de Spotify ya tienen una colección musical y tienen intención de convertir los streams gratuitos en compras pagadas. El 35 por ciento de las listas de reproducción, dijo Ek, eran simplemente álbumes. Tanto hablar de la muerte del disco de larga duración y resulta que acaba reencarnándose de nuevo.
Las tres grandes propuestas de Ek para el servicio de pago eran capacidades de red social, un servicio de descarga que interopere con el teléfono o iPod, y exclusivas. El problema desde una perspectiva de negocio es que Spotify da a los usuarios un servicio tan satisfactorio de forma gratuita que no hay ninguna razón para actualizarse.
Así que los sellos discográficos más importantes están gastando millones en algo que no hará dinero y al que muy probablemente no le dejarán tener éxito. Esto no tiene sentido: convierte a Spotify en un error histórico del tamaño de la MTV o de iTunes.
Esta claro que la música y los músicos tienen que buscar otro modelo de negocio porque las descargas les están ocasionando muchas pérdidas… bueno más que pérdidas, están evitando que ganen todo el dinero que ganaban antes.