Obsolescencia y cambio (1ª Parte): Migraciones con Migrañas por Jesús Lobejón

Una de las mayores fobias de la gente que estamos (y de los que no están ya ni te cuento) en tecnología, es tener que enfrentarse a la temida MIGRACIÓN. Cambiar de plataforma, actualizar a un sistema nuevo que recién ha salido, o pasarse del programa versión XX al ZZ sin haber convertido tus documentos vía el YY, ¡ufff, es que da más “mieditis” que echarse una siesta en la Elm Street esa!

Pero ¿tiene que ser así? ¿Cómo es que hemos llegado a este “escenario” —que dirían los angloparlantes— en el que algo tan, en principio, festejable, como que Apple renueve el sistema operativo o cambie la conectividad de sus ordenadores con características mejores, produzca esas sensaciones de vértigo a buena parte de sus usuarios? ¿Por qué nos generan jaquecas, migrañas y sudores fríos casi sólo de pensarlo?

Bueno, para entenderlo, veamos casos, situaciones que se producen mucho más de lo que creemos. Pensemos en gente como tú o yo que vive escenas como las siguientes:

  • Se te ha estropeado desgraciadamente un componente “especial” de tu Mac, que tiene ya unos añitos; una vez pedido el presupuesto de reparación, y tras el susto/disgusto de ver el “recetazo” que te piensa pasar el servicio técnico, te planteas comprar un Mac nuevo (que casi te compensa más). Pero, ah, viene con ese engendro nuevo, el Mac OS X 10.no-sé-cuántos; y tú no actualizas la Creative Suite desde casi el siglo pasado. Tras informarte un poco, ves que tu fiable CS1.0 que tanto trabajo te ha sacado, no ‘tira’ ya en el maravilloso iMac de 27″ con Core i7 y su nuevo sistema; máquina que, por otro lado, te venden a un precio bastante estupendo comparado con tu venerable G5 Quad-Core.
  • Eres de los que has dicho que vas a seguir con ese programa antiguo hasta la muerte. Y efectivamente, como que se ha muerto: vaya, que el fabricante o recomprador lo ha pasado a mejor vida, por lo que fuere… Pasa tiempo, y tiempo, y más tiempo: y tú, más erre-que-erre que Paco Martínez Soria, te aferras a la productividad, compatibilidad con tus documentos y experiencia familiar que te da ese software. Y adivina qué: ahora no te queda más remedio que migrar a otro programa al comprar una nueva máquina, y te sientes “vendido” irremediablemente por la esa extraña conjura de fabricantes. Y lo peor de todo, las prisas por aprender un nuevo software del mismo tipo, en medio de una vorágine de trabajo interminable, sólo hacen que odies aún más todo ese cambio ‘forzoso’…
  • Hace unos años tenías unos documentos geniales con ese borrador de novela tuya, cuyo argumento te has dado cuenta que rivaliza con cualquiera de las del Pérez-Reverte. Lo único que ¿dónde lo tenías ya? Nada, que como eres de los precavidos, hiciste un par de copias de seguridad, una en un disquete (uf, a ver cómo lo lees) y otra, menos mal, en un CD (esa va a poder colar, gracias a Dios que no te has comprado aún un MacBook Air, claro). Ilusionado, metes el disco en la unidad, buscas la carpeta “Documentos” y ves un archivo que se llama “Novela Genial.cwk”. Hmm… esa extensión ya ni te suena. Ah, sí, era el no-sé-que-works de Apple: nada, que seguro que con el iWork moderno se abre. ¿O igual no? ¿Y si no lo hiciera, qué hago? Ostras, si ahora que lo piensas ese documento lo creaste cuando los tiempos de aquel Mac con sistema 9 que se llamaba Performa (a pesar de su modesta “performa-nce”). Quizá (piensas) no fuiste lo suficientemente precavido; esto, por ejemplo, no te lo esperabas.
  • Eres el técnico de sistemas de una empresa o institución que se ha planteado comprar máquinas nuevas y jubilar las antiguas. Sabes que también se ha encargado una actualización de software, y que va a funcionar dando continuidad a los documentos antiguos. También te has asegurado de que los periféricos que se utilizan también se actualicen o tengan drivers para el nuevo OS (los que no van a ‘furrular’ así, se quedan en máquinas viejas). Aun así, sabes que van a fallar un número considerable de cosas; bastantes como para estar oyendo a gente chillar tu nombre 20 veces por minuto durante las primeras ocho semanas o así. Y por supuesto, la culpa de todo lo que no funcione, te la van a hacer sentir a TI (que para eso eres el chivo expiat… esto, el técnico, claro está).
  • Si te sientes cercano o identificado mínimamente con alguna de las experiencias anteriores —basadas en espeluznantes hechos reales— no estás ni mucho menos sólo. En esto de la tecnología, estas cosas simplemente pasan, y más de lo que quisiéramos. La mayoría de las empresas del sector parecen dar por hecho que:

  • a) si usas un ordenador, eres una especie de gurú informático, así que eres capaz de convivir con y/o resolver los fallos, domar a tu software mirándole fijamente a la interfaz, y de escribir extraños ‘conjuros’ en el arcano idioma de la línea de comandos para reconfigurar el sistema y así que funcione como la versión anterior.
  • b) la obsolescencia tecnológica es algo que conoces y asumes. Estás al día de todo y sabes qué programas se pondrán de moda o caerán en desuso: casi antes que el fabricante mismo, así que no hará falta que te avisen de ello. Tendrás el tiempo y/o dinero de ir aprendiendo programas nuevos en cuanto se anuncia que otro va a ir perdiendo fuelle; o de reinstalar de cero de vez en cuando, y claro, migrar tus datos a mano tras haber hecho un backup concienzudo al menos tres veces (que menos de eso, es herejía); y tendrás el presupuesto necesario para actualizar todo tu software y cacharros de periferia cuando cambias a un equipo con una arquitectura más moderna.
  • c) que en virtud de un “License Agreement” no escrito, aceptas entrar en su juego… uno que consiste en siempre ir avanzando cada vez más rápido, y de dar “brincos” tecnológicos cuando a ellos se les antoje (que de algo tienen que vivir, los ‘pobrecines’ no pueden estar a expensas de que se te joroben las cosas para que les vuelvas a comprar). Y por supuesto, si no tienes al día tus documentos/sistemas/software/periféricos… ¡culpa tuya, que ellos tiempo te han ido dando tiempo para ello! O por un “módico” precio les has podido incluso comprar adaptadores, soft, complementos y servicios a terceros (¡o a primeros!) para ir haciendo esa migración, así que no te quejes.
  • d) …y si encima eres usuario de Apple, ¡ay amigo! Por tu lealtad y servicios prestados, ¡la única ‘medallita’ es una pegatina de Apple en la próxima compra que realices! Ni te van a avisar de cuando cambien sus equipos, ¡y si te compraste el viejo Mac tres semanas antes, y no te leíste los rumores en faq-mac, te fastidias! Ni de qué igual van a volver al PowerPC (como si anuncian en una keynote de improviso que fabricarán sus propios chips quad-core A7 desde ahora, y van recompilar Lion sólo para ellos).
  • Ni te van a decir si un software concreto al reescribirlo para óctuple procesador se lo van a tener que “cargar” y rehacerlo. Y en el proceso, hacerte pasar un calvario a ti, usuario fiel de la marca: tú, que tantas compras les has ganado entre tus conocidos y familiares. Y ni en tus sueños pienses que te van a dar todas las opciones para que tu nuevo sistema o software se pueda configurar para hacer las cosas como en el anterior; ni todas las conectividades que tenía tu máquina de hace sólo tres años, ni na’…

    Para eso son Apple, los “quema-puentes” que en cuanto algo pasa de moda a sus ojos, no lo dejan vivo, no; ni le dan cristiana sepultura siquiera (bueno, al OS 9 hicieron como que sí): ellos lo mandan directo a la pira funeraria. A quemarse con gloria, eso sí, ¡pero que arda Troya…! No sea que la gente se aferre a esa “viejunez”, y no vea lo “cool” que es vivir el futuro ya en el presente (pagándolo, eso sí).

    En fin, habrá quien eche pestes de Apple y otros fabricantes; otros dirán, leyendo este artículo, que la culpa la tienen los usuarios poco precavidos que se “abandonan” y no ponen sus cosas al día con tiempo… Pero no es exactamente ese el asunto: la principal conclusión de este primer artículo (de una trilogía sobre este tema), podría ser que:

    Podemos quejarnos, patalear, llorar y mordernos las uñas hasta que nos duelan los dedos de las dos manos, lo que prefieras: NO VAMOS A CAMBIAR LA REALIDAD. Una en la que las empresas están a hacer negocio, y el negocio lo hacen cuando las cosas se quedan obsoletas y se tienen que comprar otras nuevas. Realidad en la que decenas de empresas y profesionales viven de esa desgraciada complejidad y obsolescencia: vía el negocio del software, los complementos, la reparación, la formación/consultoría, o lo que fuere. Y una realidad en la que, o vas pagando el peaje al cambio en cómodos plazos, o te va llegar de improviso “pagarlo a tocateja” y sin margen de maniobra.

    ¿Hay soluciones? Más bien diría que, como las enfermedades incurables, hay “cuidados paliativos”, cosas que harán que sufras menos. Pero que no te vas a librar, majete, que algún día nuestra máquina/software/periférico o lo que sea pasará a mejor vida (o te apetecerá pasarte a uno nuevo), y con ello tendrás que salir de tu “zona de confort” a un territorio no explorado…

    De esa “resistance is futile” (la resistencia es inútil) hablaré en la parte final de esta serie de artículos. Una que —en homenaje a los ‘trekkies’ maqueros, que al menos me consta que hay un par o tres— titularé: “El capitán Picard, los Borg, y la resistencia al cambio

    Pero antes, en la segunda y próxima parada por el tema de la obsolescencia y el cambio tecnológicos, os recomendaré algunos procedimientos calmantes, píldoras para el dolor; y remedios caseros varios que pueden servir para aliviar las pustulantes situaciones que al principio de este artículo he relatado.

    Se admiten críticas, sugerencias, debate, y podéis ponerme a caldo en los comentarios, por cierto. ¡Hala, pues eso, ya lo he dicho!

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    Anónimo
    Anónimo
    12 years ago

    Por lo que a mí respecta, desde el sábado pasado se acabó el Mac. Al principio será difícil, pero también lo iba a ser con Lion, y sé que en Win todo será más fácil y más estable.

    Anónimo
    Anónimo
    12 years ago

    Más fácil y mas estable? Cuando tiempo llevabas utilizando Mac OS X?

    Anónimo
    Anónimo
    12 years ago

    Para mí, Mac murio con QuickTime X. Enseñaron claramente las orejas del lobo… Ese lobo es Final Cut ¿Pro? X.
    En entornos broadcast, Apple nos ha dejado tirados. Y teniendo en cuenta que las postpros ProTools del departamento de televisión y radio, llevan mas de 6 años corriendo bajo WinXP sin un solo formateo, creo que mi paso a Media Composer está dado.

    En la facilidad de uso, te doy la razón. Pero en cuanto a la estabilidad, te pregunto ¿cuanto hace que dejaste de utilizar windows?

    Anónimo
    Anónimo
    12 years ago

    Apple lleva un tiempo con una visión del tipo: vende más barato (sobre todo el software) pero vende a más gente, y ganarás más. O como decía Steve de la música (estrategia iTunes): “vende a bajo coste [pero vende a muchos] y ve a [ganar] por volumen”.

    Sé por experiencia (soy consultor/formador) que un profesional asume tener que formarse mucho en un software y adaptarse a su forma de funcionar y que tenga muchas características pero sea tremendamente complejo. Pero un consumidor (y un ‘semipro’ o ‘prosumidor’ están a medio camino) NO quiere productos tan completos (ni complejos) sino que funcionen bien y sean sencillos.

    Desgraciadamente hay muy pocos profesionales numéricamente hablando; comparativamente vs. la cantidad de gente que compra un producto para uso doméstico o semipro. Un ejemplo, Lion ha vendido un millón de descargas en un sólo día.

    Anteayer Adobe sacó su beta de programa que será el posible sucesor de Flash, Edge, gratuitamente para descargar. ¿Cuántos se interesaron en ello? Las cifras me sorprenden: 50.000 ‘míseras’ descargas.

    Conclusión: Apple consigue vender (no diría 10-20 veces más, pero desde luego mucho más) con un enfoque dirigido a un público más general y más “amateur”.

    Avid o Premiere Pro se quedarán con el mercado profesional, pero casi fijo que Apple ganará más que con las ventas de los dos juntos con su estrategia de llegar a más público.

    Por cierto, como dirían en las pelis, no os sintáis mal: son negocios, no es nada personal…

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