Un iPhone sin histeria, por favor (III)

Alf_low_cornered.jpgUna de las polémicas recurrentes para despreciar a Apple, y acusarla de ir contra sus propios usuarios es que, con cada actualización del software del iPhone, cierra las puertas a los desarrollos de la “comunidad” de hackers.

Si se mira el asunto con objetividad, la sugerencia de que Apple debería dejar abiertas “puertas traseras”, “agujeros” en sus dispositivos para que cualquiera pueda instalar software, no se sostiene por ningún lado, es rayana en el absurdo.

El argumento de que Apple, al mismo tiempo que mejora el producto, debería honrar, respetar y hasta potenciar la comunidad de desarrolladores que aprovechan fallos del sistema para instalar programas, es tan retorcido que no creo que nadie se atreviera a formularlo en persona. Son cosas de la internet, que lo aguanta todo.

Como ya he mencionado anteriormente, Apple se está tomando el desarrollo del iPhone con mucha calma, dando un paso después del otro, y tomándose su tiempo para asegurarse de que no resbala. Al fin y al cabo está en un sector completamente nuevo, y tiene todo que aprender.

Estos son los pasos que ha dado:

1º) Poner el producto en la calle y ver la demanda.

2º) Ante la constatación de la misma, ofrecer -con las herramientas que ya hay- el desarrollo de aplicaciones via web. Hay tantas -y aparecen nuevas cada día- que no parece que fuera tan mala idea.

3º) Ante la demanda de poder hacer más cosas, desarrollo de un SDK (Software Development Kit) para que se puedan crear e instalar “oficialmente” programas.

De momento está anunciado para marzo, pero dado que la distribución del iPhone está en pañales (sólo se distribuye en cinco países) y que el objetivo primero del iPhone es funcionar con lo que tiene (iPod+Teléfono+internet), tampoco sería raro que Apple retrase su publicación hasta que lo tengan consolidado.

Apple tiene que hacer frente a una comunidad de desarrolladores que no entienden -no quieren entender- que Apple quiere hacer negocio. Utilicemos una metáfora no demasiado alejada de la realidad para representar la situación real:

Apple ha creado una máquina de hacer dinero. Esta máquina hace dinero de diversas formas. La propia máquina está a la venta. El canal de comunicación que se utiliza para que la máquina funcione paga dinero a Apple (al tiempo que gana dinero con esa máquina). Los accesorios de la máquina también paga dinero a Apple (al tiempo que ganan dinero con esa máquina).

Por supuesto, aquel que no esté conforme con la compra de la máquina de hacer dinero de Apple puede comprar otras de las que se venden en el mercado.

Ahora bien, una parte de la comunidad lo que quiere es: me vendes la máquina de hacer dinero de Apple, pero -una vez comprado- yo no acepto las condiciones y además, demando que Apple me facilite el acceso a su máquina y me deje instalar lo que yo quiera sin pagar nada. Podremos discutir de derechos y deberes durante horas, días, semanas y meses. Y al final dará igual porque es Apple la que decide qué tipo de negocio quiere hacer (por ejemplo, en ordenadores sí permite este sistema).

Otra parte de la comunidad quiere: yo aprendo a crear accesorios para la máquina de hacer dinero de Apple, y Apple me tiene que dejar acceder a su máquina y yo tengo que poder instalar lo que quiera en ella (gratis o no, de eso ya hablaremos, que a Apple no le importa lo que yo haga con los accesorios que yo cree). Apple sólo puede responder con un sonoro ¡ja!

Como niños en el escaparate, podemos mirar al interior de la tienda y pedir que nos dejen entrar y servirnos gratis, pero Apple, como dueña de la tienda lo normal es que diga que no, que el que quiera algo que lo pague.

Apple llega al mundo de la telefonía con un “cartel” de seguridad, estabilidad, fiabilidad que sin duda pretende utilizar en esta nueva plataforma como herramienta diferenciadora. Publicar prematuramente un sistema de creación de programas sin haber palpado las necesidades del mercado no le hubiera hecho ningún bien.

Puede que su obsesión heredada de la informática les juegue malas pasadas, pero siempre es preferible que se pasen de conservadores a que se empezaran a producir aplicaciones inestables o incompatibles. En todo esto del iPhone Apple parece asumir el eslogan de la -para mi gusto- mejor cerveza del mundo “Sin prisas por favor”.

A cambio ofrece un mercado acostumbrado a pagar y a valorar lo que compra y una plataforma conocida como no hay otra.

Tampoco podemos dejar de mencionar que el sistema operativo del iPhone -al igual que el iPod touch y AppleTV- es OS X, formando una línea coherente de desarrollo de aplicaciones para diferentes plataformas (sobremesa, ocio y movilidad) que asusta una vez que se conectan las líneas de puntos. La interacción e integración que Apple puede conseguir entre sus Macs, sus iPods y sus iPhones es algo sin rival en la industria.

Por esa misma razón, la de la “pureza de sangre” frente a virus y troyanos, Apple está siendo meticulosamente recelosa de precipitarse en ningún paso de los necesarios para (aunque no lo digan) gobernar el mundo de los smartphones.

Dicho todo esto, ¿alguien puede dudar que 2008 va a ser un año apasionante en movilidad? Pero disfrutémoslo sin histeria, por favor.

Un iPhone sin histeria, por favor (II)

Un iPhone sin histeria, por favor (I)

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