Incluso las dosis más bajas de insecticida ponen en riesgo a las abejas

Científicos en Francia han descubierto que las abejas melíferas presentan un riesgo mayor de infectarse con Nosema ceranae (N. ceranae) cuando se exponen incluso a dosis bajas de insecticidas. Este hallazgo, publicado en la revista PLoS ONE, refuerza la teoría de que la combinación de un aumento de N. ceranae y una concentración elevada de plaguicida en colmenas puede contribuir a la despoblación de la colonia.

Cerca de 70 000 apicultores profesionales y aficionados trabajan con abejas melíferas (Apis mellifera) en Francia. Expertos y legos son conscientes de la importante función de las abejas en el medio ambiente, sobre todo en el correcto funcionamiento de los ecosistemas y en la productividad agrícola. Desde hace años las colonias de abejas sufren una misteriosa enfermedad que provoca la desaparición de miles de ellas cada año sin que nadie sepa por qué.

Para explicarlo han surgido distintas teorías: algunos científicos europeos y estadounidenses afirman que las pérdidas de biodiversidad y recursos alimenticios, debido al cambio climático, han agravado el problema. Otros entienden que el fenómeno se debe a un aumento de la agricultura de monocultivo y a la modificación del paisaje así como a algunos patógenos causantes de enfermedades como la loque y la varroasis.

La comunidad científica indica que, aunque existen datos suficientes sobre los efectos del estrés nutricional, parasítico y químico sobre la salud de las abejas, no es posible señalar por separado a ninguno de estos factores como único causante del declive de las poblaciones de abejas. Hay un consenso general con respecto a que los estudios deben indagar en los efectos combinados de los distintos factores mencionados.

El testigo lo ha tomado un equipo de investigadores del centro Laboratoire Microorganismes: Génome et Environnement (LMGE, CNRS/Université Blaise Pascal Clermont-Ferrand 2) y del Laboratoire de Toxicologie Environnementale (LTE, INRA de Aviñón) de Francia, que evaluó el efecto de las interacciones entre patógenos y toxinas en la salud de las abejas.

Los científicos expusieron a dosis bajas y sistemáticas de insecticidas a abejas recién nacidas, algunas de ellas sanas y otras infectadas por N. ceranae. Según indicaron, las abejas infectadas murieron tras exponerlas a los insecticidas. Las dosis subletales tampoco protegieron a las abejas.

El equipo indica que este efecto combinado en la mortalidad de las abejas melíferas se observó con exposiciones diarias a dosis extremadamente bajas de cada insecticida (cien veces menos que la LD50 (Lethal Dose 50, una dosis que causa un 50 % de mortalidad en una población). La sinergia no depende del tipo de insecticida utilizado, pues los dos ingredientes activos evaluados en el estudio, fipronil y tiacloprid, pertenecen a grupos distintos. Pero los expertos no han sido capaces de identificar el mecanismo que permite esta sinergia.

En el estudio referido, los investigadores mostraron que la interacción entre la enfermedad provocada por el Nosema y los insecticidas genera otro riesgo para las poblaciones de abejas y podría ser el eslabón perdido que explicase la razón de la imparable mortalidad de las abejas. En el estudio también se advierte que las dosis de insecticidas consideradas no letales presentan un potencial tóxico letal para organismos infectados por parásitos, aumentando así en gran medida la vulnerabilidad de las abejas.

En palabras de los investigadores, los resultados muestran que es necesario mejorar la gestión y la protección de la población de abejas.

Para más información:

PLoS ONE:

http://www.plosone.org/home.action

Laboratoire Microorganismes: Génome et Environnement

http://www.univ-bpclermont.fr/article148.html

Fuente: Cordis

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